La petición del detective

–Así que terminaste con Antonio –dice Danny después que yo le contara lo que evité todo el día. Ya son más de las dos de la mañana y estamos tirados en mi cama, con la televisión encendida, sin prestarle la más mínima atención–. Me alegra que lo hayas hecho, no me gustaba para ti, te mereces alguien quién cuide de ti, no un blandengue como Antonio –suelta y yo lo miro extrañada, después de todo son amigos.

–¿No estás enojado conmigo? –pregunto–. Me refiero a que ustedes son amigos. Danny yo no quiero interferir entre ustedes, no creas que te voy a hacer elegir entre él y yo, eso nunca lo haría, tú puedes seguir tu vida como quieras.

–April, April, April, no sabes nada. Yo solo era conocido de Antonio y cuando ustedes empezaron a salir me hice amigo de él para cuidarte. De hecho, fue idea de Aly, ya sabes lo que le gusta planear complots –dice y me abraza. Dios, ¿qué he hecho para merecer amigos así? –Además ni siquiera me cae bien el tipo, es más, es un alivio para mí ya que ahora tengo una excusa para no hablarle más. Gracias –termina mientras me da un beso en la frente.

–Ustedes dos –digo algo molesta y encantada a la vez–, tienen que dejar de protegerme como si fuera una niña, no me dejan solucionar mis problemas ni aprender de mis errores, así no voy a madurar nunca.

–Pues no lo hagas –dice con una sonrisa en la cara–.  Te queremos así.  Es más, no cambies nunca. Y ahora, pequeña aventurera, es hora de dormir. Dime dónde puedo dormir, estoy algo cansado, olvidé lo agotador que es estar cerca de ti.

–No te rías de mis desgracias, malo. ¿Por qué no te quedas conmigo?, no te patearé, te lo juro, es solo que estoy harta de estar sola. –Ya está, lo admití en voz alta, no soy tan independiente como me gustaría ser–. Por favor.

–Está bien, pero vamos a dormir, nada más de hablar –dice y se acomoda en la cama. Me tapa con la manta y me abraza.

Me quedo dormida de inmediato.

*********

Al despertar nos damos cuenta que son más de las ocho de la mañana y los chicos llegan estar tarde a las siete. A pesar de que quiero verlos, sé que me toca una discusión con Aly, de las grandes, por no haberle contado lo de mi mudanza reciente a Chillán. Solo espero que Danny y Cristián me defiendan, aunque lo dudo.

Mientras tomamos desayuno Danny me cuenta de su doctorado, le fue súper bien, como de costumbre. Ya tiene ofertas de todo el país para trabajar, e incluso ofertas internacionales, pero está pensando tomarse unos meses y pensar bien lo que va a hacer.

Luego de felicitarlo, le pregunto dónde se va a quedar mientras se toma esos meses de descanso y me dice que lo voy a tener que aguantar porque no piensa dejarme sola. Sonrío, es un alivio escuchar eso.

Luego comenzamos a ordenar la casa, para recibir a nuestros amigos. Después de media hora, me cambio de ropa, estoy toda sudada, y Danny también. Subo y me coloco un pantalón corto y le robo una camisa a Danny, ni siquiera me pongo sujetador, tengo mucho calor.

Cuando bajo me doy cuenta que Danny se quitó la camisa y los zapatos, ambos nos míranos y sonreímos.

–Hace años que no me tocaba hacer una limpieza a fondo –dice.

–Lo mismo digo.

Luego continuamos y Danny me ayuda a mover los muebles para barrer y pasar la aspiradora por todos lados. La cantidad de polvo que quitamos es, a lo menos, sorprendente.

–Creo que ya se ve mejor –digo pasando mi mano por mi rostro sudado.

–Sí, me duele todo –se queja flexionando sus brazos–. Creo que prefiero estar tres horas en el gimnasio a esto.

Me río. –Ya lo creo que sí. ¿Qué dices?, ¿pedimos algo para comer, o salimos en busca de un restaurante?

Danny piensa mientras pasa las manos por su cabello, un gesto típico en él cuando está concentrado en algo.

–Creo que deberíamos…¬–Lo que quería decir se ve interrumpido por el timbre.

–Voy a ver quién es –digo y me acerco a la puerta.

Cuando la abro, me quedo clavada en la entrada, es la última persona a la que espera ver; el detective Bernales.

Demonios, ¿por qué tenía que aparecer cuando me veo así de mal? Y para empeorar todo, él está impecablemente vestido.

–Señorita April, que gusto me da volverla a ver –saluda muy cortes y me tiende su mano.

La tomo mecánicamente, atónita ante tal cambio de actitud. Decido ignorar el estremecimiento que me recorre el cuerpo al tocarlo, el detective, podrá ser el peor de los imbéciles, pero es demasiado atractivo. Sin embargo, su cambio de actitud me pone en alerta, no creo que una persona pueda cambiar tanto de un día para otro.

–¿Qué necesita, detective Bernales? –pregunto bruscamente, después de todo el tipo me trató súper mal, hace 24 horas.

–Llámame David, por favor –dice– Y así yo puedo llamarte April, y nos dejamos de tantas formalidades. Si es que no te molesta, claro. –No le contesto, al parecer mi cerebro eligió este momento para olvidar cómo hablar–.  Sé que me porté como un patán contigo ayer, lo siento. Pero tienes que admitir que tu historia es poco creíble o muy desafortunada. Además, las pruebas estaban en tu contra, pero ya sé la verdad y he venido a pedirte una disculpa. Espero que la aceptes.

– ¿Cómo tiene el descaro de venir a esta casa después de lo que le hizo a April ayer? –pregunta un muy enfadado Danny al detective–. Parece que tendré que informarle a sus superiores los derechos que se ha tomado viniendo hasta acá. Ahora si me hace el favor, se retira de esta casa.

Mientras Danny dice eso, yo lo trato de alcanzar con mi mano, que esta aun cubierta por la puerta, para golpearlo en las costillas. Cuando lo alcanzo le doy un pequeño golpe, para que entienda que mi deseo no es que David se vaya.

–¡Ay! –Ups parece que esto de hacer karate está dando sus resultados–. ¡April!

–No seas mal educado, Danilo. –Considerando que únicamente le digo así cuando estoy enfadada con él, lo capta a la primera porque se dirige a la sala, dejándonos solos–. Pasa, David.

Ya qué más da, puedo tutearlo, él me autorizó. Él me mira sorprendido cuando lo llamo así. Primero cierra los ojos, luego sacude su cabeza y entra.

–Gracias, April.

Mi nombre en sus labios suena como una promesa de algo, que aun no entiendo, pero muero por descubrirlo.

–Toma asiento y dime a lo que viniste. Sin rodeos.

Pudo ver por su expresión que no me equivoco. Tanta amabilidad es extraña, por eso sospecho que viene a algo específico.

–Está bien, seré sincero. –Me mira con tal intensidad, que de pronto soy consciente en cómo estoy vestida–. La verdad es que quiero pedirte si es que te gustaría ayudarnos con la operación en contra del Señor Carrasco.

–Estás loco, no dejaré que le hagas daño a mi April –grita muy enfadado Danny, por lo menos estuvo más tiempo en silencio del que le creí capaz–. April –me llama mirándome fijamente a los ojos–. No le hagas caso, ni siquiera lo pienses. Recuerda que te conozco muy bien.

Sí que me conoce, porque debo admitir que la idea me gusta, cuando dijo operación me imaginé inmediatamente con una pistola persiguiendo a los malos como en las series que me gustan.

–¿Qué clase de operación? –pregunto sin proyectar la ansiedad que siento en mi voz. No quiero que me vea tan entusiasmada.

–April. –Danny usa mi nombre como una advertencia, pero lo ignoro.

–No te puedo dar esa información, es confidencial –dice David y luego mira a Danny con un enfado creciente. El por qué está tan molesto con mi amigo, escapa de mí–. Pero si gustas puedes acompañarme, pero creo que primero deberías vestirte.

Me mira de arriba hacia abajo, dándome un repaso y siento como mis mejillas arden de vergüenza. Me miro y estoy segura, ¡debe creer que no tengo nada debajo!

Miro a Danny y éste me da una negativa sin palabras, que es peor. Me revienta que me prohíban hacer cosas, tiene el efecto contrario en mí.

Es en este momento cuando decido que lo haré, pero no se la voy a dar en bandeja al poli.

–Déjame pensarlo, tengo que hablarlo con Danny y te llamo.

–Lo siento, April, pero necesito una respuesta inmediata.

–Pues yo lo siento más, pero vas a tener que esperar. ¿O qué crees?,  ¿que después de todo lo que me hiciste voy a estar dispuesta a trabajar contigo, así tan fácil? No seas engreído –digo sin pensar.

David se molesta de inmediato porque endereza la espalda, y la máscara, tan trabajada que había mantenido hasta ahora, se le cae y vuelve a ser el mismo patán que conocí.

Se acerca a mí y sinceramente siento miedo, nunca lo había visto tan molesto.

–¡No te atrevas a tocarla! –le grita Danny, y luego toma mi brazo y me saca del camino del policía.

Danny es muy fuerte, no es excesivamente musculoso, pero tiene un cuerpo muy bien trabajado. Es muy alto, pelo castaño oscuro, ojos verdes, tez blanca, tiene unos abdominales muy marcados, y tiene las caderas estrechas. Con Aly siempre lo inscribíamos en concursos de belleza masculinos cuando estábamos en la universidad, aunque Danny se molestaba un montón.

Así que solo un idiota pelearía con él

– Ya dijo que te llamaría –le insiste, sin dejar de cubrirme con su cuerpo.

Cuando miro atentamente al detective, aparte de fijarme en lo bien que le queda el traje, que, por supuesto no tiene ni una sola arruga, algo llama mi atención. Diviso una especie de audífono color piel en su oreja.

Me acerco a él, a pesar de la mirada de Danny,  y antes de que David aparte mi mano tomo el audífono y lo llevo a mi oído

–Bernales, mantén la calma. ¡Maldita sea no puedes hacer nada bien!

Escucho una voz a través del dispositivo, que parece pertenecer a la detective González.

Miro fijamente a David y le pregunto, tratando de entender: –¿Estás en una operación para una operación?

Él me mira sorprendido, y luego, por primera vez desde que lo conozco, esboza una sonrisa sincera.

Ahí mismo me fleché.

***Este trabajo esta bajo contratado con NovelToon y la piratería, como la reimpresión sin permiso, están estrictamente prohibidas.***

***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***