Primer entrenamiento... ¡Ayuda!

April

–¿Otra vez? –pregunto cansada.

–Sí. Lo haremos mil veces más si es necesario. Solo pararemos cuando logres bloquear un ataque –responde David.

Llevamos dos horas entrenando sin parar, estoy sudorosa y cansada. Y todavía no he tomado desayuno, ya que los policías llegaron mucho más temprano de la hora en que habíamos quedado. Tanto así, que mis amigos todavía no se levantan.

–Lo entiendo, solo dame un segundo para sacarme este suéter –digo en una exhalación, mientras me lo quito.

Cuando me giro soy consciente de que David no aparta su mirada de mí. Ni siquiera me ilusionaré al pensar que es porque le gusto. Lo más seguro es que esté asqueado de lo sudada que estoy.

Estoy toda pegajosa, ¡qué asco!

–Tomaremos un descanso –espeta de pronto.

Oculto una sonrisa, pero no puedo evitar suspirar del gusto, todos mis músculos me ruegan que me detenga, e incluso me han amenazado con abandonar mi cuerpo en cualquier momento.

Cuando mi trasero toca el sofá, ubicado en el patio trasero, entra Cristian con su habitual energía, y de verdad que quisiera matarlo en este momento.

¡Nadie puede verse tan fresco por la mañana, es antinatural!

–Vengo a preguntarles si quieren desayuno, Aly está… ¿David? –pregunta de repente–. Que alegría verte.

–Cristián, no lo puedo creer. Cuando leí el informe y vi el nombre de Cristián Godoy no se me pasó por la mente que eras tú.

Se acercan y se dan un abrazo y unos fuertes golpes en la espalda, de esos que se dan los hombres y que me provoca dolor de oídos de solo escucharlo.

–¿Qué haces acá? ¿Qué paso con tu empresa? –pregunta Cristián, y yo para variar no entiendo nada.

–Mi padre se está haciendo cargo por el momento, estoy trabajando temporalmente con la Policía de Investigaciones.

–¿Sigues con eso?

–Sí y voy a seguir hasta que logre atraparlo, después podré regresar.

–Espero que sea pronto. ¿Cómo está tu familia? No los he visto desde la fiesta de cumpleaños de tu hermano Felipe, el año pasado –dice mi amigo.

–Están todos bien, Felipe quedó maravillado con el estetoscopio que le regalaste, dice que es el médico de la familia.

–Ese Felipe es todo un personaje y eso que apenas tiene once años.

–Sí –responde David–. Se parece mucho a Pancho.

Cuando dice eso, no puedo evitar notar que su mirada se ve triste. Y si no estuviera cubierta en mi propio sudor, me acercaría a consolarlo.

–Es verdad –susurra Cristián con la voz quebrada y luego tose–. Chicos, Aly dice que vayan a tomar desayuno y yo que ustedes lo haría, ya que cuando mi esposa cocina, que no es muy seguido –le confidencia a David–, le gusta que todos se sienten a la mesa apenas esté listo.

–Es cierto, ahora eres un hombre casado. Supongo que entendiste porque no pudimos ir, ¿verdad?

–Sí, amigo, no te preocupes. De hecho, estuve tentado a cambiar la fecha, pero no encontramos nada antes de un año, y por esa razón lo hicimos. Me hicieron falta ese día.

–Lo sé. ¿Cómo te trata la vida de casado? –pregunta David con una sonrisa de medio lado que provoca besarlo en este momento.

Maldición, el ejercicio es malo para la salud mental. ¡Lo sabía! Estoy pensando tonterías.

–Excelente, me siento muy feliz. Pero ven a desayunar y la vas a conocer, te va a encantar, pero te advierto desde ya que está ocupada.

–Tú y tus bromas –dice David riéndose y creo que es la primera vez que lo veo reírse a carcajadas.

No entiendo nada.

¿Desde cuándo se conocen? Parecen muy cercanos.

Ahora que lo pienso, recuerdo cuando les conté lo del plan para atrapar a Jorge a mis amigos, y Cristián me preguntó el nombre de David. Seguramente reconoció el nombre.

Cristián tiene la obligación de contarme todo, sobre todo, el porqué de esa tristeza de ambos cuando nombraron al tal Pancho.

Algo pasa aquí y pienso averiguarlo.

*******

El desayuno resultó agradable, al final a todos les agradó David, Aly cambió su actitud apenas supo quién era él. Sospecho que también tiene que saber la historia, así que la tendré que interrogar. Aunque no me parece correcto. Quisiera que David me explicara, de otra manera sería traicionar su confianza, ¿no?

El único que siguió un poco cortante con él fue Danny, aunque éste está encantado con Victoria, no sólo yo me pude dar cuenta de esta situación en particular. Compartí miradas de complicidad con Cristián y Aly.

Después del desayuno seguimos con el entrenamiento, muy a mi pesar, creo que esto debería considerarse una clase de tortura. Me duele hasta respirar.

Por suerte para mí, Aly nos llamó a almorzar cuando estaba a punto de renunciar.

El almuerzo, al igual que el desayuno, transcurre de forma agradable. Aunque tengo que evitar reír al notar el mal humor de Danny, que creo está directamente relacionado con que Victoria no se quedó a almorzar, ya que tuvo que dirigirse al cuartel por asuntos de trabajo.

Aly me da mi postre, un maravilloso helado de chocolate con chispas de chocolate, lo recibo con una gran sonrisa y camino hacia la terraza para disfrutar de mi postre y de un poco de silencio, pero mi maravillosa experiencia se ve interrumpida por una sombra que cubre mi helado.

Levanto la mirada, y ahí está él, con su mirada de disgusto habitual y me hace señas para que termine pronto de comer.

–Rápido, nos quedan pocas horas antes de tu gran cena –gruñe molesto.

Suelto un suspiro antes de comerme lo que me queda en dos grandes bocados.

Pensé que el entrenar juntos nos serviría para conocernos más, llevarnos un poco mejor, pero parece que está provocando el efecto contrario. A medida que pasa el tiempo, más duro y hosco se vuelve conmigo.

Pero, ¿desde cuándo las cosas salen como quiero? Creo que nunca.

En fin, supongo que tendré que resignarme como siempre lo hago.

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