Retiro lo anterior, los amigos siempre son una bendición.

April

Me siento tan emocionada camino a casa, que incluso no puedo evitar saltar. Pero eso se acaba bruscamente cuando veo la casa y soy consciente de la pelea que me espera.

Empiezo a caminar lo más lento que puedo, como lo haría cualquier persona cuerda que intenta evitar una catástrofe, pero lamentablemente mi casa está demasiado cerca.

Maldita sea.

Muy a mi pesar llego a la puñetera casa. Las luces de la entrada me ayudan a ver mejor el cerrojo de la reja. Me detengo un momento frente a la casa y la observo. Es realmente bella y es muy amplia. Tiene dos pisos, el primero es de material y está pintado con un color blanco hueso, y el segundo piso es de madera, y tiene un acabado de barniz. La casa tiene grandes ventanales, una puerta doble de madera de roble y el jardín es muy profundo, de hecho hay que seguir un sendero para llegar a la puerta.

Podría comprarla, de hecho, los dueños tienen la intención de venderla, pero a pesar de lo hermosa que es, de alguna manera no es lugar que quiero para vivir.

Maldita sea, si sigo así nunca me asentaré.

Camino a través del sendero, haciendo ruido con las llaves para que sepan que llegué, después de todo los dejé encerrados en una ciudad y una casa prácticamente desconocida para ellos. Podrían entrar en shock, no creo que lo estén, pero nunca se sabe, yo me hubiese desesperado.

Cuando abro la puerta espero encontrarlos a todos de pie, impacientes y con un discurso preparado, pero para mi sorpresa no hay nadie a la vista.

Dejo la llave en la mesita, y me dirijo a donde provienen los murmullos; la cocina. Cuando voy llegando percibo un aroma delicioso que me golpea y apresuro mi paso, estoy hambrienta.

Entro y los encuentro sentados en la mesa, esperando lo que está en el horno.

–April, al fin estás aquí –dice Aly muy calmada–. Preparamos lasagna vegana.

–Después de asaltar tu cocina, nos dimos cuenta que tienes puras verduras, así que no nos dejaste otra, tramposa –dice Danny con una sonrisa afectuosa en su rostro.

–Yo estoy feliz con la cena –dice Cristián–. Ya sabes que me encantan las cosas que comes –agrega sin ese tono sarcástico, así que pienso que está siendo sincero, además, cuando salimos a comer, el siempre pide lo mismo que yo. No es muy aficionado a las carnes.

Me quedo mirándolos con la boca abierta. ¿Tanto sufrir para esto?

Algo se traen entre manos, lo huelo, ellos están furiosos conmigo en este momento. Bueno, al menos Aly y Danny, pero se la están arreglando para fingir que están bien. ¿Que estarán planeando?

–Siéntate y cuéntanos cómo te fue –pide Aly muy entusiasmada–. Estamos impacientes.

–Me fue bi…en bien –titubeo–. Maña.na vienen a… a prepararme. Tengo que llamar a Jorge ahora, si me lo permiten.

–De ninguna manera vas a hacer esa llamada antes de cenar –dice Danny–. Debes de estar hambrienta.

–Está bien, cenaré primero.

Miro a Cristián y le suplico con la mirada que me explique lo que está pasando aquí, pero se encoge de hombros. Seguramente ya le advirtieron que no me dijera nada.

Finalmente claudico y comienzo a comer mientras les cuento todo lo que pasó en la reunión, aunque no mencioné lo del arma. Ellos me escuchan atentamente, y cuando termino me dicen que puedo contar con ellos para lo que sea.

Ah, creo que ya sé qué traman. Mis amigos no son tontos, por lo tanto saben que si están en mi contra no les contaré nada y jamás les pediría ayuda, aunque la necesitara.

Lo hacen para poder cuidarme. A pesar que me siento feliz de tener a los mejores amigos del mundo, no puedo evitar sentirme abatida, siguen viéndome como una niña que no puede cuidarse sola.

Cuando finalmente termino de cenar, sin decir ninguna palabra, me dirijo al patio trasero para hacer la llamada.

Me siento en una silla del juego de terraza, y marco el número.

–Hola –saluda Carrasco después del cuarto tono.

Siento escalofríos al escucharlo ahora que sé a qué se dedica y lo peligroso que es.

–Hola, Jorge, soy April. Te llamaba por lo de mañana.

–April, ya había perdido la esperanza de que me llamaras, pensé que te había espantado con mi beso, porque debo decirte que a mí me encantó el tuyo, no puedo sacarlo de mi cabeza –dice con una voz ronca que me da asco.

Me obligo a reír.

–¿Cómo se te ocurre? Yo también he pensado en ti, pero había estado muy ocupada.

–Creo que por esta vez tendré que creerte. Estoy muy feliz de hablar contigo, estaba comenzando a pensar que fue un error darte mi tarjeta y no haber pedido tu número. Pero después de todo está no es una ciudad muy grande, si me lo propusiera podría encontrarte. –Escalofríos recorren mi espalda. Maldita sea, ¿en qué lío me metí? –En fin, ¿qué te parece si nos juntamos mañana en mi casa? –pregunta.

–Mejor no. Me gustaría que saliéramos a cenar. Vamos más despacio, ¿vale?

–Me parece estupendo. Esto se pone más emocionante a cada minuto. ¿Te paso a buscar o prefieres que nos encontremos en algún lado?

Mierda, David no me dijo nada acerca de revelar mi dirección.

–Prefiero que nos juntemos en algún lado, están mis amigos y no quiero dar tantas explicaciones.

–Tus amigos, ¿te refieres a Danny, Aly y Cristián?

–Los mismos.

–Ahora entiendo, recuerdo como te cuidaban.

–Sí, y lo siguen haciendo.

–¿Te parece si nos juntamos en el restaurante del Gran Hotel, a las ocho? –pregunta.

–Sí, suena perfecto. No puedo esperar a verte –digo con la voz más seductora que puedo.

–Ni yo, cariño. Nos vemos –dice y cuelga.

Me sacudo entera para quitarme el asco. Sé que no va a ser fácil, pero di mi palabra y pienso cumplirla.

Cuando entro a la casa mis amigos están conversando animadamente en la sala. Amy, mi gatita, está sobre las piernas de Cristián, se ve muy cómoda recibiendo los mimos que éste le otorga.

–April, le estaba contando a los chicos sobre tus aventuras en Valdivia. ¿Quieres relatar tú? –pregunta Danny.

–No, tú cuéntales, estoy muy cansada y mañana tengo que madrugar. Aly, pueden disponer de cualquier habitación que quieran, espero que estén muy cómodos. Cualquier cosa me avisan, ¿vale?

–Claro –responde mi amiga–. Descansa, te queremos.

–Y yo a ustedes. Buenas noches.

Mientras subo las escaleras, siento sus miradas fijas en mí. No creo ni por un segundo que me dejen tranquila tan fácil.

A lo mejor estoy paranoica, y ellos ya no me molestaran más, ¿quién sabe? Después de todo las personas cambian, ¿no?.

No, no creo, ellos se traen algo entre manos, puedo sentirlo.

Entro a mi habitación y sonrío. Es preciosa, tiene un baño en suite muy amplio, no como el pequeño baño de mi antiguo departamento, ni tampoco como el del departamento de Antonio. La habitación es blanca, el piso es de madera de raulí barnizado y tiene grandes ventanales que dan a la calle. Hay un ropero muy antiguo al frente de la cama y dos veladores. Fue una fortuna que arrendaran la casa amueblada, porque yo no me traje nada, lo que tenía lo vendí.

Entro al baño y me doy una ducha bien caliente. Termino y me pongo mi pijama. Cuando llego a mi cama pudo ver a Cristián sentado en ella. Está con la gatita en brazos.

Me siento juntó a él y lo encaro.

–Cristián, tú me tienes que decir que está pasando, de lo contrario voy a volverme loca.

–No es nada, April. Tranquila –dice con un tono de voz muy calmado.

–Si no es nada, ¿eso quiere decir que entonces Aly ya renunció a cuidarme las espaldas? –pregunto.

–Claro –dice–. Mi Aly ya renunció a cuidar de ti, es más, espera con ansias como su mejor amiga, mejor dicho, su hermana, es golpeada, amenazada y baleada.

Vaya, eso duele.

–Esperaba que me dejara tranquila, pero no que esperara ansiosa verme lastimada –susurro, sintiéndome triste.

Sé que soy difícil y los aburro, pero de ahí a querer que me pasen cosas malas es un gran paso.

–Escucha el tono, ¿es que no te enseñé a captar el sarcasmo? Por lo visto apesto enseñando. Tú sabes que Aly te adora, al igual que Danny y yo. Te queremos, nos preocupamos por ti, pero entendimos, más bien dicho, entendieron, tú sabes que yo siempre te he apoyado, que no pueden controlar todos tus movimientos. Además, somos conscientes que podemos protegerte mejor si te apoyamos –dice con una sonrisa.

Lo abrazo y le doy un beso de buenas noches.

–Buenas noches y gracias por hablar conmigo. Te quiero un montón, lo sabes, ¿verdad?

–Lo sé, aunque es agradable oírlo. Buenas noches, pequeña.

Cuando va saliendo entra Aly.

–No creas ni por un segundo que puedes llevar a esa gata al dormitorio, Cristián.

–Pero, cariño, es tan bonita, ¿puede dormir con nosotros? –pide mi amigo.

–No, mi amor, además ya me tienes a mí.

–Eso es cierto. Amy te quedarás con April –le explica a la gatita, quien no ha dejado de ronronear–. No tardes mucho, cariño –le dice a mi amiga con una sonrisa traviesa.

–No lo haré –le responde Aly.

Cuando Cristián se va, Aly se sienta a mi lado, y me observa seriamente.

–¿Estás segura de querer hacer esto? –pregunta

–Sí, en serio estoy segura. Además, necesito una distracción. –Aly me mira preocupada–. Prometo que seré cuidadosa. Además, David me va a ayudar –agrego mirando mis dedos jugar con una pelusa invisible.

–Así que de eso se trata. Es por ese hombre. –Mierda, ya me descubrió–. No puedes tan sólo invitarlo a salir, y olvidarte de lo otro.

–No es por…. –Guardo silencio cuando veo la cara de determinación en Aly. Una vez que mi amiga averigua la verdad no se deja engatusar, es muy terca–. No es solo por eso, también quiero ayudar.

–Mmm y no puedes ayudar haciendo algo menos peligroso. En serio, amiga, deberías cuidarte un poco más.

–Lo siento, pero lo voy hacer.

–Está bien, a pesar de que no nos fascina lo que estás haciendo, te apoyaremos. Puedes contar con nosotros. Buenas noches –dice y me abraza antes de salir.

Vaya, eso fue rápido. Seguramente tiene prisa por llegar a su dormitorio, me río ya que puedo imaginar el por qué.

Me estoy quedando dormida cuando alguien abre la puerta. Me incorporo y enciendo la lámpara del velador para ver mejor.

Es Danny.

–¿Puedo dormir aquí? No estoy cómodo en mi habitación.

–Claro que puedes dormir aquí, pero ¿por qué no estas cómodo? –pregunto mientras se acerca.

–Mi habitación está al lado de la de Aly y Cristián.

Por sus gestos, entiendo inmediatamente la indirecta. La feliz parejita sigue de luna de miel.

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