XIII.

La chica llegó luciendo su atuendo sumamente sencillo pero su manera de caminar y su belleza exorbitante imponía desde metros a la redonda.

—Buenas tardes busco al señor Jairo Pinheiro— clavo sus zafiros grises en la chica de recepción, al parecer era nueva porque sus movimientos eran torpes al teclear .

—¿Cu... cu.. cual es su nombre?— preguntó la chica de aproximadamente unos 23 años.

—Alessia de Carusso — Instó colocando una caja color azul sobre sus piernas verdaderamente las cosas que parecían insignificantes pesaban una tonelada.

La chica de recepción tecleo en el computador un par de veces pero el sistema no le indicaba nada.

—Lo siento señora de Carusso, en la lista de modelos no me aparece su nombre— Insistió la chica sumamente apenada.

—Lo que sucede es que yo soy...—

—¡Alessia!— La voz de Jairo resonó en toda la recepción, la manera del caminar de aquel hombre era un imán de miradas de chicas y chicos que estaban presentes a excepción de la chica castaña.

—¡Hola Jairo!— Alessia se acercó y beso la mejilla del brasileño.

—Fer, ella tiene el acceso inmediato a cualquier área del estudio— informó a la recepcionista la cual solo asintio con la cabeza.

—¡Vamos, pasa!— Jairo estiró la mano hacia un umbral a su izquierda.

—Te traje algo—La ojigris corrió al escritorio de recepción y tomo el paquete azul —Es para tí — Jairo lo recibió viendo que la chica batallaba con el peso.

—El único regalo que necesitaba era tu presencia a mi lado— Jairo había comenzado la cacería.

Alessia se tiñó de carmesí, sus ojos viajaron al suelo mientras pasaba un mechón de su cabello detrás de la oreja, el comentario le había tomado por sorpresa.

—Pero vamos... pasa— insistió el moreno.

Alessia se adentro al estudio, era asombrosamente grande, tenía mucho material para decoración, el espacio de la pantalla verde impresionantemente espaciosa, ni hablar del sinfín de cámaras y pantallas reproductoras .

—Bienvenida a mi elemento— El brasileño estiró las manos ofreciendo todo lo que estaba a su paso.

—¡Woow!, ahora entiendo porque te ganaste el título del mejor fotógrafo de Buffalo— los ojos de Alessia paseaban por el lugar son un brillo único—

—No solo de Buffalo, sino de Brasil— afirmó el hombre con un poco de egocentrismo, la humildad era uno de sus defectos.

—Bueno ya que estoy aquí, ¿Qué puedo hacer por ti?— agitó sus manos chocandolas a los costados de su cadera provocando un ligero movimiento en la piel de sus glúteos. Esa acción no pasó desapercibido por el brasileño.

Sin dudar su amigo comenzó a ponerse duro y sus pensamientos a divagar con ella en una cama con las sábanas sobre el suelo.

—¿Qué te parece si abrimos esto?— levantó el regalo que la castaña le entrego momentos antes.

Ella asintio con la cabeza, ambos caminaron hasta una mesa con fotos esparcidas.

Alessia comenzó a juntar las según el rostro correspondiente y Jairo colocó el paquete sobre la mesa. Desgarro el papel azul ágilmente, sus manos presentaban una manicura perfecta, sus dedos largos conectaban ante esa palma fina y delgada.

—¡Oh, no... no puede ser!— insistió el portugués observando el contenido dentro del papel. Una cámara fotográfica de última generación y un par de instrumentos más. —Gracias Alessia, en verdad no era necesario— un leve tono carmesí se mostró en la piel del chico.

—Por supuesto que debía... otra vez una disculpa por las travesuras de mis niños—

—No más disculpas, todo está más que pagado— insistió Jairo señalando las cosas sobre la mesa.

—Y lo mejor es que la cámara es contra agua— ambos rieron recordando lo sucedido.

—Hablando del agua, si pude recuperar los archivos de la memoria... Revelé las fotos de Cosette— Camino hacia otra mesa donde tomo un sobre color manila y lo entregó a la chica —Aquí están todas y cada una, además de que las digitales ya descansan en tu bandeja—

Alessia saco las fotos del sobre y comenzó a verlas, sus ojos brillaban ante las caritas de los representantes en el papel fotográfico.

Jairo se perdió en sus expresiones fáciles, en la forma de mover sus ojos como si tintinearan como una estrella en el cielo, su lengua al humedecer esos carnosos, bonitos y apetecibles labios para culminar en una sonrisa que efectúa un hoyito en cada mejilla.

—¡Ese es un defecto!— aseguró perdido en sus pensamientos.

—¿Defecto?, ¿Cuál?— la chica volteo a verlo con incertidumbre botando que la mirada del fotógrafo estaba puesta en ella.

—¿Eh?, Lo ... lo siento no... no era mi intención — Jairo trataba de dar una explicación pero no podía decir la verdad.

Lo siento, hablé de más por estar perdido viendo tu hermoso y seductor rostro. Eso sin dudas no era buena idea.

—¿Tengo un granito o algo por así?, ¿Defecto?, ¿Cuál de todos viste?— insistió ella caminando hacia un espejo cercano, se observó el rostro mostrando su vanidad al hombre.

—Defecto...no, digo si.. ¡Aaagh!— estaba sumamente nervioso, tendía que hacer algo para que la chica no saliera corriendo.

—Ya entiendo, notaste que mi ojo izquierdo es un poco más chico que el derecho... ¿O algo más?— Alessia no dejaba de verse ante el espejo buscando el defecto mencionado.

Jairo caminó hasta plantarse a un lado de la chica, la tomó de ambos hombros haciéndola girar en su eje, sus rostros quedaron a escasos centímetros.

—¿Sabías que los hoyuelos sobre las mejillas son considerados defectos?, es un fallo en el músculo provocando el efecto.

Yo lo considero el defecto más hermoso del rostro — acaricio la mejilla izquierda de la castaña —Y tu tienes dos preciosos defectos— insistió

La calidez del cuerpo de la chica era maravillosamente glorioso, muchas mujeres fueron tocadas por esas manos pero estás jamás fueron recibidas con calor ameno, un calor que ya requería.

Alessia comprendió en ese momento las intenciones de Jairo, quiso separarse pero los ojos aceitunados la tenían hipnotizada , eran tan bonitos que un fallo en su sistema provocaron.

—Eres muy hermosa ¿Lo sabes?— Los zafiros grises clavados en los suyos le proporcionaron valentía.

Ella solo asintio con la cabeza sin despegar sus ojos del bombón de chocolate que la veía sin parpadear.

—Señor Pinheiro— Fer entró sin llamar a la puerta —Lo.. lo ... lo siento — se apenó mucho al notar la cercanía de los chicos.

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