VI.

—Juro que si no fuera porque los pobladores te perdonaron tu asquerosa y miserable vida yo ya te hubiera metido una bala aquí — Joaquín señaló la frente de Christopher, con su dedo índice empujó la cabeza con violencia provocando que se fuera para atrás unos cuántos centímetros.

El francés solo reía con ironía, ya no tenía nada que perder... definitivamente vivir en aquel lugar no era un palacio pero sí tenía el placer de vivir sin ser violentado y contando con cuatro comidas al día.

—¿Ya me saludaste a tu linda sobrina?— decía con ironía, parecía un ser completamente descolocado — Yo... yo la hubiera hecho feliz y te aseguro que ahora no lo es.

¿Porqué?, ¿Porqué no me dejaste hacerla feliz?— sus ojos divagaban por la habitación —¡Ah sí!— comenzó a reír histericamente —Yo.. yo acabe con su felicidad...

Era lo justo, si yo no soy feliz mucho menos ella — sus labios se tornaron macabros.

—Dejate de estupideces— Joaquín soltó.un golpe considerable en la cabeza de Christopher. —Ahora si dime... ¿Dónde guarras la información de Antón Grant?— sentenció el moreno.

—Ya te dije que puedes torturarme todo lo que quieras yo no te daré información — encontró su vista con la profundidad de los ojos oscuros de Joaquín, sabía que era una persona prácticamente intocable. —¿Crees que no sabía de este lugar? Jacobo Velarde lo fundo con una política de paz... ¡Stupide!.

Por sus estúpidas políticas no puedes tocarme ni un solo pelo, no siquiera del cu...—

La presencia de un hombre interrumpió el monólogo del francés.

—Cero uno— Joaquín se acercó al chico más joven —¿Todo está listo?— interrogó con el semblante de triunfo.

—Todo listo señor— aseguro Mattheo viendo al asqueroso del francés, hijo de una escoria, una copia exacta a su padre.

Joaquín tomo su rostro más espeluznante, él a diferencia de Jacobo sí era parte del bajo mundo, hacia trabajos sucios sin que sus manos temblaran... era hora de cobrar su venganza.

—Veras francesito, yo quise darte Miles de oportunidades, llevas más de tres años en este asqueroso lugar y no quisiste abrir la boca por las buenas... pues es hora de que sea por las malas— sonrió ampliamente mirando los ojos verdes del chico.

El día más esperado por el señor de edad madura había llegado, era una de las personas que esconde muy bien sus sentimientos, sin embargo por dentro estaba más que contento, mentalmente bailando el payaso del rodeo pues por fin podría cobrar la venganza que dejó pendiente desde hace 15 años.

—¿Qué más vas a hacer?, recuerda la política de paz— amenazó con su sonrisa ampliamente descuidada.

De pronto una vibración en el piso sacudió la mesa donde Christopher estaba centrado, ahí fue cuando se dió cuenta que algo no iba tan bien.

—Fase uno en marcha— Instó Mattheo mirando su reloj inteligente.

La sonrisa de Christopher se esfumó inmediatamente, por el contrario la de Joaquín aumento.

—putain de fils de pute— Instó en su perfecto francés Christopher, quiso incorporarse de su lugar pero la mano de Joaquín lo regresó a su posición inicial.

—¿Para donde va su majestad?— dijo irónico el moreno.

Otra detonación sonó cerca, toda la población de la cuidad pérdida estaba enfocada en resguardar el primer área atacada, olvidándose de las demás.

Joaquín tomó de la nuca con presión al francés, el cual sentía los dedos torturar su piel.

—Camina rápido pendejo— Instó Mattheo atrás de Joaquín y Christopher.

El francés por primera vez sintió temor, era un niño de papi que jamás había probado los estragos que conllevan tener un poder como el de su padre... hasta ahora.

Joaquín introdujo a Christopher en una camioneta blindada, lo arrojó sin piedad ya que este estampó en el posa pues de la unidad.

Mattheo tomó el asiento del piloto y Joaquín el de copiloto.

Se dirigieron a la salida que no estaba siendo atacada, está estaba resguardada por un par de personas.

—Numeración por favor— indico el guardia.

Joaquín se levantó ligeramente la manga derecha y dejo a la vista su numeración.

...0002...

El guardia tembló al ver esos dos pares de números, era el jefe mayor.

—a... adelante— abrió las puertas sin rechistar dejando libre el paso a la camioneta.

Christopher batallaba para levantarse, las esposas en sus brazos no ayudaba mucho.

Mattheo manejó por un lapso de 30 minutos, llegando a su punto de reunión, aquel punto dónde unos cuántos se reunían a espaldas de la cuidad perdida.

Descendieron con el hombre custodiado e inmediatamente lo colocaron en una habitación escalofriante.

—¿Qué me van a hacer?— ahora sí, la voz del francés se escuchaba temerosa.

—Nada que no te guste— indicó Joaquín — Hace un par de horas tenías los huevos bien puestos, pediste ser torturado sin piedad... déjame decirte que tus palabras son órdenes... Jefe— soltó una risotada, el eco que se producía en la habitación semi vacía le heló la sangre al capturado.

—Ya Joaquín — Mattheo arrojó sus guantes al escritorio desgastado —Deja de jugar con él y ponlo a hablar— insistió sin piedad.

Mattheo era un hombre más cariñoso con su familia y novia, sin embargo a la hora de trabajar sus escrúpulos no existian.

El mayor tenía preparadas varias herramienta, cualquier persona normal pensaría que son simples y útiles artefactos pero una persona experta en sangre ve más allá de los objetos.

—Voy a jugar al doctor— Dijo mostrando un bisturí quirúrgico. —Tenemos que hacer un cambio de piel ya que está — paso la pequeña navaja sobre la piel del capturado — No me gusta, está muy pálida —

Mattheo rió ante la cara asustadiza de Christopher.

—¡Basta!— una voz llegó de la nada —Este cabrón me las paga a mí — su rabia contenida se podía escuchar en la voz...

Las pizadas en el suelo desgastado podían oírse fuerte, la falta de mobiliario provocaba el efecto.

—Por fin aquí Bouchain— su rostro fue iluminado por la escasa luz LED.

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