XII.

El día era un poco menos frío, eso indicaba que el invierno pronto se agotaría y daría paso a una de las estaciones más bonitas para Alessia, o al menos en ese país por qué el calor no era tan sofocante cómo en su natal México.

El bus acudió a la misma hora por Cosette el cual partió al colegio de elección, Alessia toda la mañana se dedicó a hacer el trabajo indicado de los hospitales, tener 15 a cargo era una tarea difícil, pero con ayuda del sinfín de trabajadores laborando en estos, la carga era un poco menos pesada.

Se duchó rápidamente, su vestimenta era sencilla; unas botas de invierno acompañadas con unos jeans ajustados, camisa ceñida al cuerpo con cuello de tortuga y mangas largas, era completamente lisa de color lila y una chamarra del mismo tono aclarando un poco más su piel lechosa.

—Constanza ¿Será posible si llevas a Cosette al ballet?, de regreso paso por ella— insistió corriendo de un lado a otro, después de la fiesta del fin de semana sus cosas no estaban completamente en orden. Sus llaves no eran la excepción.

—Por supuesto, yo la llevo y si quieres la traigo. Tengo que hacer la despensa, andaré cerca del punto de la niña— Un cojín del sillón color café oscuro salió volando por los aires.

—¡Que linda Constanza!— Alessia se detuvo un poco al pronunciar las palabras, le dedico una sonrisa a la señora mayor y siguió en la búsqueda de esas malditas llaves que siempre están donde no deben. —Te agradecería mucho, tengo que ayudar a Jairo y la verdad no quiero negarle nada... no después de lo que Cosette le hizo—

Constanza comenzó a reírse sin hacer ruido, de antemano sabía que estaba mal la acción de los niños pero la travesura que le hizo a su mamá solo por un simple pretendiente fue épico.

—¡No te rías Constanza!— decía Alessia agachándose para ver si las llaves no estaban debajo del sillón. —Por su culpa ahora tengo que hacer méritos—

—Debes confesar que es algo muy gracioso , Cosette no es de comportamientos así — indico la mayor acercandose para ayudar a la chica.

—¿¡No!?— Sus ojos se abrieron como platos —¿No recuerdas la vez que la Miss me llamó porque pego el casillero de una chica de octavo grado solo porque le dijo que sus ojos no estaban tan bonitos?— Se levantó del suelo, sus llaves no estaban por ningún lado —Aún sigo sin saber cómo es que consiguió el pegamento—

—¡Ay, esa niña si que es una bala!— Constanza negó con la cabeza —¿Qué estamos buscando?—

—Mis llaves— La chica divagaban con sus ojos por toda la estancia.

—¿No son esas que traes en las manos?— la señora señaló con su índice la mano izquierda de la chica.

Alessia extendió sus manos con una sonrisa en el rostro, poco después una risotada inundó el hogar.

—¡Estoy bien pendeja!— se golpeó la frente con la palma de su mano —Si me dieran un premio a la mujer más distraída del mundo seguramente lo perdería por distraída — aseguró. —Ahora si Constanza tengo que irme—

—Pos supuesto— besó ambas mejillas de la chica y después la persinó, sus raíces mexicanas no se iban por nada de mundo. —No te preocupes por Cosette y diviértete con Jairo—

—Solo iré a ayudarle en su trabajo, no a festejar o cualquier cosa como esas— aclaró la marfilada.

—¡Ah, si!, entonces ayudale y aprende lo mejor posible, nos vemos—

Constanza observo el cuerpo delgado de Alessia atravesar el umbral, ella estaba más que feliz con la idea de que su niña Alessia saliera de esa oscura depresión, ¡Qué mejor que con Jairo!.

•••••

—¿Por qué no viniste ayer a verme?— Cosette se colocaba sus puntas negras para el ballet, tenía tanta práctica que parecía profesional.

—Tuve que atender unos asuntos urgentes... Aquí me tienes— su amigo imaginario sonrió de par en par.

—No me gustó que me hayas abandonado, todos lo hicieron. Emil y Andrew tuvieron que volver a México dejándome a solas— la molestia en el rostro estaba finamente mostrada.

—Pero la mayor parte del tiempo estás a solas, ¿Qué de diferencia hay?—

—Mi mamá me castigó — Cosette levantó la vista para observar a su amigo que plácidamente estaba ubicado en el borde de la pequeña cama.

—¿Por qué te castigo?— interrogó

—Por una injusticia— sus ojos se tornaron a medias lunas, se irguio completamente vestida y colocó sus manitas a los costados de su cadera —Intenté proteger a mamá de un rufián, de un hombre que la observa como si ella fuera la cosa más importante de su vida —El amigo la observaba detenidamente, la niña caminaba de un lado a otro —Tú me dijiste que no dejará que algún hombre se acercara a ella... ¡Por tu culpa me castigaron!— si voz era un poco más fuerte.

—¿Qué hiciste?, ¿Tu mami le demuestra cariño?— la desesperación estaba implícita.

—¡Claro que no!, mi mami solo quiere a mi papá... ella aún llora por él — el enojo fue disipado por los recuerdos de su madre —Ella vive triste porque él no pudo estar con nosotras —

Su amigo imaginario se acercó a ella y le dió un abrazo fuerte.

—Recuerda que tú papá siempre está junto a ti, te cuida y protege de los malos—

—¿También de los monstruos?— un ápice de felicidad se escuchó.

—También— afirmó

—Cosette ¿Ya estás lista?— la voz de Constanza interrumpió a los amigos.

—Ya... ya voy— gritó la niña.

—Lo siento pero tengo que irme— agregó con sus ojitos tristes —Por favor, no tardes mucho en visitarme tu compañía me hace bien... y más ahora que estoy castigada —

—Prometo visitarte más seguido— El amigo tomó la maleta de ballet y la colocó en el hombro de la pequeña niña —Ahora, ve y da lo mejor de tí, eres la siguiente bailarina en concursar para el campeonato—

La niña salió dando brinquitos con alegría, daría todo para clasificar al concurso que por meses sueña.

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