Capitulo 19

Bruno estaba completamente molesto, se había ido, y lo peor de todo es que su mayor enemigo se había acercado a ella, y ella lo sonrió, los celos y la rabia lo consumían por dentro

Ernesto: Hey amigo, ¿Qué te pasa?

Bruno: Nada, solo quiero irme ya.

Ernesto: Pero es la fiesta de tu empresa, no te puedes ir así.

Bruno: No estoy con ánimos, ver tanta gente hipócrita me causa malestar.

Ernesto: Está bien, tengo unas hermosas mujeres esperando.

Bruno: No me interesa.

Ernesto: Es verdad lo que estoy escuchando, rechazando una salida con mujeres hermosas.

Bruno: No estoy de humor para tus bromas.

Ernesto: Es mi idea, o estás rechazando una salida por esa joven que nos presentaste, allá en el jardín.

Bruno: No quiero saber de ella.

Ernesto: Ya entiendo, esa noviecita te la impuso tu madre, dime dónde está, la invitó a salir, y así te va a dejar en paz.

Bruno: No te metas con ella, por qué te juro que ahí se acaba nuestra amistad.

Ernesto: Huy que te pasa, por qué tan agresivo, tranquilo, bro.

Bruno: Jamás en la vida te metas con ella, ella es solo mía, mía, entendido.

Ernesto: Te entendí, te entendí, pero si no te conociera tanto, diría que estás enamorado de esa dama.

Bruno: Si fuera así, que te importa.

Ernesto: Mucho, querido amigo, recuerdo que prometiste no volverte a enamorar después de lo que pasó con...

Bruno: No me la menciones, ya suficiente tengo por hoy.

Salió a paso apresurado, no quería seguir enfrentado a su amigo, aunque no podía ni con el mismo, no sabía que le estaba pasando, apenas y conocía a esa mujer, era antipática, rebelde, altanera, y no se caía derretida a sus pies, quizás eso era lo que le llamaba la atención, el que ella era diferente, que ella era auténtica.

Llegó a su apartamento, inmediatamente se fue a dar una ducha, quería liberar su mente de todo aquel pensamiento que tenga que ver con Alena Caruso, pero todo fue en vano, cada segundo la pensaba más y más, su cuerpo se estremecía solo en pensar tenerla en sus brazos, era algo diferente, no solo era placer, era un sentimiento de protección, de que si ella no estaba a su lado, nada tendría sentido.

Rápidamente recordó las palabras de su amigo Ernesto, el prometio nunca más volverse a enamorar, aunque se decía a si mismo, que jamás se enamoraría de una niña como ella, pero lo mejor era poner distancia, para su suerte tenia que hacer un viaje al extranjero por un proveedor muy importante.

Por su parte, Alena, estaba completamente confundida, ella odiaba a los hombres, todos los que pasaron por su vida, siempre le quisieron hacer daño, incluso su propio padre, así que debía desechar toda aquella idea de enamoramiento que se le hiciera en la cabeza.

Así que decidió poner su mente ocupada en otras cosas, como encontrar a Miguel, poder agradecer por salvarle de ese infierno, a su hermana, y si su madre estaba dispuesta, a ella también, así que se puso manos a la obra.

Al iniciar la semana solicito a Fausto que le ayude a contratar a un investigador, para que le informe sobre sus seres queridos, lo cual fue acatado rápidamente, dado el primer paso, siguió con sus estudios, ya tenía cerca los exámenes de la universidad, y ella quería aprobar con la mejor nota.

El tiempo pasaba tan rápido, llegó el día del examen, le fue estupendo, logrando llenar de orgullo a su nuevo abuelo, estaba tan feliz, así que con más energía se dedicó a sus responsabilidades, los días pasaban y eran súper ajetreados para Alena, entre la casa de moda, la universidad.

Esto hacía que ella no tuviera tiempo para pensar en sus sentimientos por Bruno, su vida había dado una cambio radical, ahora todo en su vida era paz, alegría, todo gracias a dios personas que se cruzaron en su camino, a las cuales estaba muy agradecida.

Los meses pasaron, todo iba muy bien, pero por unos breves minutos, Alena se preguntó, que había pasado con Bruno, por qué nunca más la busco, lo más seguro era que al ver que no pudo cumplir su objetivo, dejo desistir, sentía un alivio, pero a la vez le dio una gran tristeza. De pronto entro Fausto interrumpiendo los pensamientos de Alena.

Fausto: Señorita Alena, buenas tardes.

Alena: Buenas tardes, Fausto, que lo trae por aquí.

Fausto: Señorita, el investigador ha llamado, al fin tiene noticias.

Alena: Eso son buenas noticias.

Fausto: Creo que es mejor que salgamos en este momento, y pueda hablar personalmente con el investigador.

Alena: ¿Sucede algo?

Fausto: Es mejor que hable con él personalmente, el señor Massimo ya nos espera en el auto.

Alena: Me estás asustado Fausto, así que vamos, lo mejor es aclarar esto lo más pronto posible.

Salieron rápidamente de la casa de moda, subieron al auto, y este arranco de inmediato, tanto Fausto y el señor Massimo se mantenían en un silencio abrumador, esto puso los nervios de punta, era más seguro que había malas noticias.

Su camino les llevaba a las afueras de la capital, a un pueblo un poco apartado, el corazón de Alena palpitando a mil por hora, no sabía a qué tenía que atenerse, al fin pudo ver al investigador en la puerta de un centro de salud, haciendo que Alena pensara lo peor.

Massimo: calmati, figlia mia.

Alena: No se que pensar nonno, no se que pensar.

Massimo: Siempre estare a tu lado, calmati.

Investigador: Buenas tardes, señor Caruso, señorita.

Alena: Buenas tardes, señor, que noticias me tiene.

Investigador: Bien, iremos al grano, he encontrado al señor Miguel.

Alena: Dígame, ¿dónde está?

Investigador: Está hospitalizado en este centro de salud.

Alena: ¿Hospitalizado?, ¿por qué? ¿qué le paso?

Investigador: Los resultados de mi investigación, nos arroja que, el padre del señor Miguel, Don Melquíades, le propinó una golpiza, con la intención de acabar con su vida.

Alena: Cómo pudo hacer eso a su propio hijo.

Investigador: El señor Melquíades descubrió que su hijo le había ayudado a escapar de su casa, aunque el señor Miguel huyó también esa misma noche, su padre pudo dar con él, y le propinó los golpes.

Alena: Pero el esta bien ¿verdad?

Investigador: Me temo que no.

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