Capitulo 9

Alena estaba tan feliz, no podía creer que en un segundo su vida cambiará tanto, solo hace unas pocas horas ella estaba sufriendo una agonía, y ahora tenía la oportunidad de poder tener un trabajo digno, una casa hermosa dónde vivir, y en especial encontró su pasión, el diseño.

Terminaron de almorzar, así que salieron de la casa y el chófer ya los estaba esperando, Alena quedó completamente sorprendida, de dónde salieron los empleados, si por la noche cuando trajo al señor herido no había ni uno, y ahora había mucama, cocinera y hasta chófer.

Massimo: No te preocupes ragazza, ellos son mi personal de confianza, llegaron hoy, mientras tú estabas en el estudio.

Alena: Comprendo.

Subieron al auto, Rolls-Royce, quedó impactada con ese auto tan lujoso, y al sentarse era inmensamente confortable, sus pensamientos fueron interrumpidos por el chófer que le pregunto a dónde se dirigían, Alena le dió el nombre del hotel donde se había hospedado, e inmediatamente salieron para allá.

Todo el camino Alena iba disfrutando el paisaje, miraba de una manera distinta las calles, antes las veía como un camino sin rumbo, oscuras, sin sentido, calles que no le llevaban a ningún lugar, pero en ese momento todo era distinto, ahora esas calles le daban otras sensaciones, caminos llenos de oportunidades, lleno de esperanza, de una vida diferente.

Llegaron al hotel, Alena bajo con un gran entusiasmo, ingreso para poder sacar sus pertenencias, no tardó mucho, al salir el chófer la esperaba en la puerta del hotel, tomo su maleta y fue a colocarla en la parte de atrás del auto.

Mientras tanto Alena se despedía de la generosa señora que la atendió, pero esa sonrisa pronto se borraría de su cara. El sonido de unas sirenas hicieron que todo su mundo se fuera para abajo.

Primo: Esa es la ladrona señores policías, llevenla presa.

Policía 1: Señorita usted es Alena.

Alena: Yo, yo.

Lucrecia: Señores policías ella es la ladrona, yo que fui tan buena con ella, abrí las puertas de mi casa, le di de vestir, de comer, y me paga tan mal.

Policía 1: Señorita le repito nuevamente, ¿usted es Alena?

Sin más remedio, y resignada al dolor, sabía que tanta felicidad no era para ella.

Alena: Si señor policía, yo soy Alena.

Policía 2: Señorita Alena, usted queda arrestada, tiene derecho a guardar silencio, todo lo que diga puede ser usado en su contra.

Mientras procedían en colocarle las esposas, el señor Massimo se acercó a ellos, muy enfurecido.

Massimo: ¿Cosa está succedendo qui?

Primo: hey anciano, no te metas en lo que no te conviene.

Policía 1: Joven más respeto con el señor.

Primo: Lo siento.

Policía 2: La señorita está siendo detenida por robo, e intento de homicidio.

Massimo: Puedo saber cuáles son las pruebas.

Policía 2: No le podemos decir, debe acercarse a la comisaría con un abogado para informarles completamente del caso.

Massimo: Entiendo, entiendo.

Alena: Señor Massimo, no se preocupe por mí, es mejor que siga su vida, no pierda el tiempo con un ser insignificante como yo.

Máximo: no digas eso ragazza, nos veremos en la comisaría.

Fue ingresada al patrullero, inmediatamente el señor Massimo llamo a su asistente para que enviara al abogado a la comisaría y defienda a Alena, mientras ordenaba al chófer que le llevará tan bien a la comisaría, no pensaba dejar a esa muchacha indefensa sola, esa era su misión, proteger a esa niña, así recompensará sus errores.

En las afueras de la comisaría, el señor Massimo esperaba la llegada del abogado, tardó algo, pero al fin había llegado, este saludo al señor e inmediatamente entro a la comisaría, para poder saber de qué se trataba el caso, después de unos veinte minutos salió.

Abogado: Señor Caruso, la señorita Alena está acusada de varios delitos. Robo de un celular, algunas joyas de valor y de intentar matar al prometido de la señora Lucrecia.

Massimo: Pero ese infelice intentó abusar de la pobre ragazza.

Abogado: Eso me lo contó Alena, me dijo que nunca tomó alguna joya, que el golpe con el florero era en defensa personal, pero que si tomo el celular, pues el primo de este individuo estaba grabando la agresión contra ella.

Massimo: Pues si hay un vídeo de la agresión, no sería magnífico.

Abogado: Lo sería, pero no tenemos el celular para comprobarlo.

Massimo: Las pertenencias de Alena están en el auto, puede ser que ahí esté este celular.

Abogado: Entonces busquemos ese celular.

Rápidamente, fueron al auto, pidieron al chófer que sacará la maleta de Alena, la llevaron a la comisaría, solicitaron un peritaje, así que agentes especiales lo realizaron. También solicitaron que dicho celular sea investigado, el primo del prometido, al enterarse se negó rotundamente, incluso se notaba bastante nervioso.

El abogado del señor Massimo, realizó algunas llamadas importantes y en media hora ya están la autorización de un ingresar el celular para peritaje, por más que el joven se opusiera, todo intento era en vano.

Los minutos se hacían eternos para Alena, de pronto llegó la hija de doña Lucrecia con su prometido, quien tenía vendada su cabeza, está al ver Alena sentada, quiso caerle a golpes, por suerte varios policías no le permitieron cumplir con su objetivo de agredir a Alena, pero no impidieron que la insultara hasta más no poder.

Varias horas pasaron, ya había caído la noche, y de pronto fueron llamados a una sala de audiencia, el primo del prometido estaba muy nervioso, el prometido ni se diga, puso la excusa que le dolía mucho la cabeza y que quería irse ya, pero la policía no le permitió irse.

Juez: Buenas noches con todos, daremos paso rápido a esta denuncia, ya que se encontraron fuertes anomalías.

Lucrecia: Que anomalías señor juez, está niña se robó joyas y un celular, y casi mata a mi querido yerno.

Juez: Señora le pido que haga silencio, con respeto a la denuncia contra la señorita Alena Ruales, queda desestimada.

Prometida: ¿pero por qué señor juez?

Juez: en cambio, se procede al juicio contra los dos hombres.

Lucrecia. ¡Que!

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