Capitulo 12

Ernesto se encontró con Clarisa por el pasillo, estaba furiosa, echando fuego por la boca, por lo visto su gran amigo había ganado la apuesta, ella pasó por su lado empujándolo, lo que le causó gracia, pues su gran amigo debió descubrir que su virginidad era mentira y la humilló.

Al poco rato se encontró con su amigo, quien tenía una gran sonrisa.

Ernesto: Pues a vista de los resultados, has ganado la apuesta.

Bruno: Así es, así que me debes una semana entera de vacaciones en la casa de la playa de tu familia, ojo, con todos los gastos pagados.

Ernesto: incluso bebidas y mujeres.

Bruno: Correcto mi gran amigo.

Ernesto: Pero dime algo, al menos disfrutaste el estar con tremendo bombón.

Bruno: Mi estimado Ernesto, yo no pude intimar en lo más mínimo con aquella dama, al contrario, solo ver su agilidad e iniciativa en la cama, me provocó repelencia hacia ella.

Ernesto: Me estás diciendo que no pudiste.

Bruno: Lo sé, lo sé, incluso cuando le dije que no era virgen, ella insinuó que era gay.

Ernesto: ¿Y lo eres?

Bruno: Tú que crees.

Ernesto: No lo sé.

Bruno: No te das cuenta de que tú eres mi tipo, me encantas.

Ernesto: No empieces con tus malos chistes.

Bruno: Pues si sabes la respuesta, no hagas preguntas idiotas.

Ernesto: Lo sé, lo sé, pero desde Paola, tú no has tomado a ninguna mujer en serio.

Bruno: Paola es un mal capítulo en mi vida, pero al final debo agradecerle que me hiciera abrir los ojos y ver que ninguna mujer vale la pena.

Ernesto: Hay Bruno, te ciega tanto el dolor qué te causo esa mujer, pero verás que algún día menos pensado, llegará una mujer qué te vuelva loco y te enamores perdidamente de ella.

Bruno: Eso jamás pasará, jamás querido amigo.

Ernesto: Ya veremos, ya veremos.

La velada siguió sin ningún contratiempo, todos disfrutaban amenamente, Clarisa se había retirado del lugar, lo cual hizo sentir tranquilo a Bruno, llegada la media noche la fiesta continuaba, Pero Bruno se retiró para ir a descansar, ya que tenía que despertarse bien temprano para ir a la empresa a tomar posesión de su puesto como presidente.

Apenas salía el sol, él ya estaba de pie, se disponía a tomar una ducha y arreglarse para ir a la empresa, cuando una notificación llegó a su teléfono.

*La exitosa modelo Paola Ríos se casó este fin de semana con el magnate*

Esto lo lleno de rabia y aventó el teléfono a la cama, continuo con su rutina, salió de la casa sin despedirse de nadie, pues sabía que su familia también estarían enterados de la noticia, y trataría de darle consuelo, consuelo que según él no necesitaba.

Antes de ir a la empresa decidió pasar por el gimnasio, un poco de ejercicio haría que toda su rabia y frustración se fueran, así podría trabajar con tranquilidad. Hizo varios ejercicios,nuevamente tomo una ducha, ya que estaba algo sudado y se cambió a su traje impecable, tomo rumbo a la oficina.

Ahí todos los empleados esperaban su llegada, las mujeres al verlo por poco y se desmayan, para ella era todo un Adonis, lo cual le provocó un poco de molestia a Bruno, pues le parecía una respuesta superficial.

Al llegar a la oficina comenzó a empaparse de la situación actual de la empresa, ya que estuvo muchos años fuera, la verdad les estaba yendo muy bien, sus ventas eran bastante buenas, pero habían perdido un gran cliente, la casa de moda Caruso.

Pero aún no podía ir a visitarlos personalmente. Ya que debía ponerse al día con todo lo administrativo, le tardaría a más tardar una semana en ponerse al día con todo.

Así que sin más se dedicó completamente a su trabajo, lo cual hacía que saliera muy temprano por la mañana y llegará por altas horas de las noches, casi no veía a su familia, pero para el era lo mejor, no lo quería ver, pues sabía cuáles serían sus reclamos y su insistencia a qué se case lo más pronto.

Él estaba cansado de la insistencia en especial de su madre, cada que le veía, enseguida le decía que tal jovencita estaba disponible para poderse casar, que la hija de tal persona estaba en la ciudad, que le planificaba cenas para que pudiera elegir una chica para poder casarse.

Un día por casualidad paso por la casa de moda Caruso, ahí miro a una bella chica, la cual le llamo mucha la atención, pero tenía prisa en llegar a la oficina, toda la mañana no podía quitarse de la mente a esa mujer, había algo que le tenía intrigado, pero al final se dijo así mismo, todas las mujeres son iguales, todas son unas interesadas.

Al fin llegó el día de visitar a su cliente más importante, aunque algunos de sus empleados se ofrecieron para visitarlos. Bruno se negó rotundamente, era un cliente muy especial, gracias a Massimo Caruso su padre pudo hacer surgir su empresa, debía ir personalmente.

Al llegar noto que todo estaba tranquilo, había pocos empleados, en ese momento la chica que le había robado la tranquilidad apareció, su voz era dulce y cálida, su sonrisa aria que cualquiera se enamore de ella, sus ojos eran hermosos, pero demostraban una profunda tristeza.

Alena: Buenas tardes, en qué le podemos ayudar.

Bruno: Buenas tardes, busco al señor Caruso.

Alena: Está por llegar, tome asiento mientras lo espera

Bruno: Prefiero esperarlo en su oficina.

Alena: Creo que eso no va a ser posible señor.

Bruno: A ver niñita, no sabes con quién estás tratando, así que mejor, llévame a la oficina del señor Caruso, y tráeme un late descafeinado sin azúcar, entiendes.

Alena: a ver, creo que el que no entiende es usted, el señor Massimo no se encuentra, usted no puede pasar a la oficina de él, y yo no soy su empleada para estarle trayendo ningún café, así que ubíquese.

Bruno: Me estás alzando la voz, niña malcriada.

Alena: Si, no voy a permitir que una persona como usted, con aires de don Juan me quiera humillar.

Bruno: No sabes con quién estás hablando señorita.

Alena: Ni lo sé, ni me interesa lo más mínimo.

Bruno: Puedes arrepentirte de esto.

Alena: No le tengo miedo a tipos como usted, hombres como usted deberían dejar de existir.

Bruno quedó completamente anonadado al ver que por primera vez una chica no le rendía pleitesía, o que se derrita por el, al contrario, se notaba que aquella mujer sentía un desprecio profundo hacia el, y eso le hacía sentir algo, algo que solo una vez sintió.

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