Capitulo 7

Llegó al restaurante, era pequeño, pero acogedor, el mesero se acercó a ella a tomarle la orden, pero ella se asustó, fue como instinto su reacción, después se calmó y pudo ordenar, aunque un poco nerviosa.

Al momento de que le sirvieron los alimentos, fue una chica, Alena se sintió más tranquila, en su mente se dio cuenta de que con todo lo que había pasado, comenzó a tener pánico a todos los hombres.

Termino su cena, canceló en caja y salió del restaurante. Para poder llegar al hotel podía cortar camino por un pequeño callejón, estaba tan cansada, a pesar de haber dormido todo el día, así que decidió ir por ahí, caminar rápido sería útil, pero para su sorpresa, encontró un señor tirado en el piso, por su aspecto parecía de una edad más o menos avanzada.

Se acercó lentamente y con mucha precaución, como se encontraba boca abajo, trato suavemente de darle la vuelta, para su sorpresa, era el mismo señor con el que había tropezado antes.

Alena: Señor, ¿se encuentra bien?

Desconocido: Me duele todo el cuerpo.

Alena: ¿Que le pasó?

Desconocido: me robaron, pero por mala suerte no me mataron.

Alena: ¿por qué dice eso?, debería estar agradecido de que lo dejaran con vida.

Desconocido: Si supieras de mi dolor no dirías eso bambina, por cierto me haces familiar, te he visto en algún lado.

Alena: Si, el otro día nos tropezamos, le ayude a alzar sus pertenencias.

Desconocido: Ya te recuerdo, eres la ragazza dulce, gracias por tu ayuda niña.

Alena: Permítame ayudarle a ponerse de pie.

Desconocido: Gracias, bambina, eres muy amable.

Alena: debe sostenerse fuerte, seré su apoyo.

Desconocido: Ya que serás mi apoyo, me podrías decir tu nombre.

Alena: me llamo Alena.

Desconocido: Tienes un bellíssimo nombre, digno de ti.

Alena: Muchas gracias, también me podría decir su nombre.

Desconocido: Por supuesto, que falta de respeto la mía el no haberme presentado, me llamo Massimo Caruso.

Alena: mucho gusto señor Caruso.

Massimo: el gusto es mío. podría abusar de tu bondad y pedir que me lleves a mi casa, claro informando a tus padres, claro está, para que no se preocupen.

Alena: ¿Mis padres?, yo no tengo padres.

Massimo: Mil disculpas ragazza, algún familiar al que devas informarle.

Alena: No tengo a nadie, vivo sola.

Massimo: Cuántos años tienes bambina.

Alena: 18 años, señor.

Massimo: eres una picola.

Alena: ¿Perdón, que significa eso?

Massimo: ¿picola?, o cierto, cierto, picola en Italiano significa pequeña.

Alena: ¿Usted es italiano?, que maravilla.

Massimo: Ser Italiano es una maravilla, pero ser yo es una maldición.

Alena: No diga eso, además su familia debe estar muy preocupada por usted. Es muy noche ya.

Massimo: mía familia, cuesta vita maledetta, me ha quitado a mi familia, al igual que tú, estoy solo en este mundo.

Sentía su corazón partirse en dos, al ver aquel hombre de avanzada edad llorar, y a la vez compartir su dolor, los dos no tenían familia alguna que les hiciera compañía, o se preocupe por ellos, en esos momentos Alena siento que no solo ella sufría en este mundo, también había más personas padeciendo desgracias, diferentes, pero duras a la vez.

Acompaño al señor a coger un taxi para que pudiera ir a su casa, pero el señor cada vez se ponía peor por los golpes que había recibido, así que inconscientemente decidió acompañarlo y dejarlo personalmente en su casa.

Al llegar se sorprendió al ver lo grande y hermosa que era la casa del señor Massimo Caruso, era como sacada de un cuento, era la primera vez que ella veía una casa así, bajaron del taxi, ella ayudo al señor entrar, le recostó en la sala, y el estaba casi inconsciente.

Alena: Señor, señor, hemos llegado a su casa, pero ningún empleado ha salido a recibirlo.

Massimo:Ho licenziato tutti i dipendenti.

Alena: No le entiendo, ¿qué me quiere decir?

Massimo: Que yo, he despedido a todos.

Viendo como estaba la situación, Alena no tuvo más remedio que encargarse ella misma, así que pidiendo disculpas al señor, se dirigió a la cocina, curioso en los cajones y anaqueles, encontrando un botiquín, una caja con varios sobres de té, así que puso manos a la obra.

Mientras se preparaba él té, ella volvió a la sala a curar las heridas del señor Massimo, este estaba casi inconsciente, pero con la poca fuerza permitió que la muchacha le limpiará sus heridas, luego le llevo él té. Con bastante dificultad hizo que se lo bebiera, después de eso el señor prácticamente se desvaneció.

Alena no tenía la fuerza suficiente para cargarlo y llevarlo a una habitación, así que con mucho cuidado lo acomodo en aquel sillón, que era bastante amplio y se veía muy cómodo, luego con mucho recelo subió las escaleras e ingreso al primer cuarto que vio.

Era un cuarto enorme, la cama era bellísima, tenía una televisión de última generación. Unos muebles elegantes, y la ventana era enorme, quedó tan impresionada por tanto lujo, que se perdió por varios minutos recorriendo esa bella habitación, ingreso al baño, era espectacular, prácticamente estaba con la boca abierta.

Luego de haber disfrutado de un pequeño tour por esa elegante habitación, Alena recordó por que había subido, con mucha delicadeza tomo la manta de aquella cama, y regreso a la sala, arropó al señor Massimo, y con mucho cuidado se acomodo en la alfombra, hasta quedar prácticamente dormida.

Sintió como una mano le movía su hombro, pero se sentía tan cómoda que no quería despertar, pero esa mano era muy insistente, así que a regañadientes se despertó.

Massimo: ragazza, ¿Qué haces dormida ahí en el suelo?

Alena: Perdón, señor perdón, pero estaba muy cansada y no pude irme, perdóname por quedarme en su casa sin su permiso.

Massimo: no bambina, yo no te reclamo por eso, tú debías haber subido y dormir en alguno de los cuartos.

Alena: No, como cree, aunque si subí, pero fue solo para traerle una manta y se pudiera abrigar.

Massimo: Hay ragazza, ragazza, te agradezco molto por tu ayuda, así que permiteme recompensarte.

Alena: No, no se preocupe, yo ahorita me voy para.

Massimo: Para donde bambina, si tu no tienes familia que te espere, al igual que yo, ven vamos a desayunar, y así aprovechamos y me cuentas de tu vita.

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