Capitulo 8

Se dirigieron a la cocina, muy lentamente, ya que el señor estaba delicado y débil por los golpes recibidos, al llegar Alena lo sentó en la barra que tenía la cocina, y apresurada se puso a preparar el desayuno.

Massimo: Eres una ragazza muy inteligente y ágil, pero dime, que te ha pasado en la tua vita.

Alena: no sé por donde empezar, la verdad, mis padres aún viven, tengo una hermana mayor que se llama Clara, mi padre la obligó a casarse con un señor mucho mayor a ella.

Massimo: continúa, continua.

Alena: Mi padre golpeaba mucho a mi madre, también a nosotras, cuando me gradué, él me vendió como esposa al hijo más feo del dueño de la licorería del pueblo donde vivíamos.

Massimo: fue como un trueque.

Alena: Prácticamente, así fue, la primera noche que fui a la casa de ese señor, él, él.

Massimo: El intento de aprovecharse de ti.

Y mientras desayunaban, Alena le relataba todo lo que había pasado desde aquella noche, como Miguel lo ayudo a huir de ese infierno, como conoció a doña Lucrecia, como el prometido de su hija intento abusar de ella.

El señor Massimo quedaba cada vez más sorprendido con cada cosa que aquella joven muchacha le contaba, al ver que en tan corta edad había tenido que vivir, no solo una, sino varias experiencias crueles y dolorosas, en especial el maltrato de su padre, y el quemiinportismo de su madre, ver hasta donde llegaba el machismo y la sumisión.

El corazón de aquel hombre se partía más y más al saber la trágica vida de esa pequeña muchacha, y de repente le nació la necesidad de protegerla, de no permitir que nadie más la haga daño, en su mente sintió que era un ángel enviado por Dios para corregir su pecado, poder morir con el perdón de Dios, y estar a lado de sus seres queridos.

Massimo: Ragazza, ¿en qué te graduaste en la escuela?

 Alena: Bueno yo me gradué en corte y confección, era la única carrera que mis padres, mi hermana Clara estudio contabilidad, eso le costó muchísimos castigos.

Massimo: ¿Tan estrictos eran i tuoi genitori?

Alena: ¿Perdón?

Massimo: tus padres.

Alena: has, si, en especial mi papá, incluso cuando mi madre saludo a un vecino le golpeó tanto hasta el punto de romperle la nariz.

Massimo: Che terribile, ven acompáñame.

Alena: Está bien, pero ¿a dónde vamos?

Massimo: vamos a la sala de diseño, ya lo entenderás.

Alena: Como usted diga.

Se dirigieron a una oficina, era hermosa, tenían unos ventanales inmensos, en los cuales se podía ver un hermoso paisaje, era el patio trasero de aquella mansión, tenía incluso una piscina, una barra cerca de ahí, unas sillas de playa con parasol, quedó maravillada con tantas cosas que comenzó a conocer.

Luego se acercaron al escritorio, ahí el señor Massimo saco unos bocetos que tenía de la nueva colección que estaba trabajando, pues él era el dueño de una casa de moda, muy distinguida a nivel mundial.

Alena estaba maravillada al ver los dibujos, ver los diseños de cada vestido, los colores y más, tanto así que sin pensarlo dos veces tomo una hija y los lápices y comenzó a dibujar, el señor Massimo solo miraba atentamente cada trazo que realizaba aquella joven entusiasmada, y cada vez estaba más que convencido de que decía apadrinar aquella niña, pues era toda un prodigio en lo que se trataba de diseño.

Las horas pasaban, pero Alena no levantaba la mirada de aquella hoja, a momentos se detenía y miraba fijamente su dibujo, hacia algunas muecas y volvía a su labor, el señor Massimo esbozaba una pequeña sonrisa en sus labios, en su larga trayectoria no había conocido un diseñador que se autocritique tan fuerte como lo hacía ella, pues con todas las acciones, pues si una línea no estaba correctamente, Alena lo analizaba profundamente y lo volvía a repetir.

Tanta era su concentración que no noto cuando el señor salió de la habitación para poder realizar algunas llamadas.

📲 Halo

Massimo: encontré a mi nueva diseñadora.

📲 Señor, ¿es en serio?

Massimo: lei è un prodigio.

📲 Dígame, ¿Qué tengo que hacer?

Massimo: enviarme a todo el personal de la casa, súbito.

📲 En este momento.

Paso una hora y el personal ya estaba en la casa, formados en una línea, esperando las indicaciones de su jefe, estaba la cocinera, la mucama, el chófer, dos personas de seguridad, el mayor domo, el por qué ellos llegaron tan rápido, simple, ellos fueron despedidos hace un mes, y a pesar de eso, tenían un gran aprecio al señor Massimo, además entendían el por qué de sus acciones, incluso compartían su dolor.

Massimo: buongiorno a tutti, gracias por estar aquí, gracias por ese cariño, pero en estos momentos necesito toda su colaboración y comprensión.

Empleados: Si Señor.

Massimo: Señora Genoveva, por favor prepare la comida para dos personas, tengo una invitada especial, al resto por favore guardar todas las cosas de mia figlia el altillo, dónde nadie lo encuentre, entendido.

Empleados: si señor.

Todos inmediatamente se pusieron a realizar sus labores, así que más tranquilo el señor Massimo regreso al estudio, ahí estaba Alena, sumergida en sus bocetos, hasta que al fin alzó la vista, al mirar la seriedad con la que el señor le miraba, pensó que había hecho algo mal, lo que le puso muy nerviosa.

Massimo: ragazza, sabes lo que acabas de hacer.

Alena: Señor, perdón, es que me gustaron sus dibujos, y bueno me dio unas ideas, y, bueno, quise dibujar, le pido mil disculpas por mi atrevimiento.

Massimo: No tienes por qué pedir disculpas, sabes, ese diseño que acabas de dibujar es un lavoro d'arte.

Alena: gracias, muchas gracias.

En eso alguien golpeó la puerta, el señor Massimo dió la orden de que pasará, era una de las mucamas, para informar que la comida estaba lista, así que se dispusieron ir al comedor.

Massimo: Alena, querida, Io te tengo una propuesta.

Alena: Una propuesta ¿para mí?

Massimo: si, así es, tienes un talento innato para el diseño,¿te gustaría trabajar en mi casa de moda?

Alena: Me encantaría.

Massimo: excelente, pero con una condición, tienes que vivir aquí, pues yo seré tu maestro y puliré tu don.

Alena: Me encantaría, es lo mejor que me ha pasado en la vida.

Massimo: Perfecto, terminamos de comer e iremos por tus cosas, para que te instales en esta casa.

Alena: si señor.

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