Cinco

Quedé estático unos segundos «¿Cómo quién es Elizabeth?».

—Vos, vos sos Elizabeth— ella me miró sorprendida.

— ¿A sí?— no me digas que no se acuerda de nada.

—Yo soy Ray White, tengo veinte años y actualmente soy estudiante en una universidad, vivo con mi mamá— le comenté y ella se sentó y acomodó en la cama apoyando su espalda en la alta cabecera de mi cama— ¿Y vos? Contame algo— acerqué la silla giratoria y me senté cerca.

—Bueno, al parecer soy Elizabeth y... Y eso— fruncí el entrecejo.

— ¿Nada más?— negó con la cabeza.

— Para ser te sincera, tengo la mente en blanco— ¿Esto es en serio?— ¿Vos sabes algo de mí?— habló pausadamente.

«Oh, claro que sí» No quiero parecer más acosador de lo que sé que soy. Sé de ella, pero dejando eso de lado, está muy tranquila, como, muy cómoda ¿Seguirá drogada?

—Bueno, te estuve investigando— frunció el entrecejo y miró con desconfianza.

— ¿Me secuestraste?

— ¿Qué? No, bueno sí, pero para salvarte, creo— respondí con rapidez.

— Oh, Dios— se sentó en la cama del lado contrario donde estaba yo y se paró— Estás es graves problemas— quiso caminar pero inmediatamente se volvió a sentar.

— ¿Estás bien?

— Me mareé— tomó aire por la nariz y lo soltó por la boca— ¿Cómo dijiste que te llamabas?

— Ray White

— Bien, Ray, dame tu mejor razón para creer que secuestrarme y borrar la memoria es salvarme— me exigió, o así lo sentí por su tono de voz.

—Primero, no te borré la memoria— aclaré— Segundo, no sabría decir bien si te salvé, pero el lugar donde estabas inconsciente era bastante feo— remarqué la palabra inconsciente, para que sepa que ya la encontré así— Creo que lo demás es mucha información.

—Entonces explícame despacio, puedo con todo, después de todo, estoy hablando civilizadamente con mi secuestrador.

—Creeme que es mejor estar conmigo que con los que estabas anteriormente.

—Entonces estás obsesionada conmigo— bufé.

—Mira, creo que es mejor que vayas, te bañes y te cambies de ropa, capaz, si tenés hambre, comer algo y te explico todo— me miró desconfiado, bajo su mirada a lo que tenía puesto y asintió.

—Acepto, pero necesito ropa.

—Te presto de la mía, después de todo esta de moda la ropa holgada— me levanté de la silla directo al ropero.

Saqué una remera negra lisa y unos jeans que no usaba porque eran medios ajustados para mí, caminé al cuatro de mi madre con ella siguiéndome atrás.

—Puede que sea algo grande, pero es la única ropa interior femenina que hay en casa— abrí los cajones para ver donde estaban las prendas y cuando las encontré lo dejé abierto— Elegí vos— me miró y después se agachó a elegir.

—Los corpiños son grandes— agarró uno y se lo puso sobre el pecho— Parece que tengo, pero apenas tengo algo— sonrió. Es una chica rara, tengo que decirlo.

Una vez con la ropa en la mano se metió a bañar, mientras yo estaba sentado en el borde de mi cama, caí en cuenta que podrían venir a buscarnos. Ya había alguien cuando saqué a Elizabeth de ese lugar, posiblemente vio mi matrícula, la tenían monitoreada ¡La estaba conservando! Me voy a morir, me metí en algo que va más allá de mis manos ¿Y ahora qué? ¿La devuelvo? Ya escucho los gritos de mi mamá al ver mi cuerpo sin vida en el piso. Siento que me va a dar algo, no lo pensé, solo actué, y ahora me van a venir las consecuencias de mi impulsividad. No, tengo que hacer algo, sería una injusticia.

Me paré, agarré mi mochila y la vacíe para meter cosas esenciales, como el celular, plata, cargador, las llaves del auto de mi mamá porque tienen la matrícula del mío ¿Qué más?

— ¿Ray?— mire a Elizabeth quien tenía el pelo húmedo y se sostenía el pantalón con una mano— ¿De casualidad no tenés un cinturón?

—Busca en el cuarto de mi mamá, el cuarto donde sacaste la ropa interior— asintió— Yo voy a buscar comida en la cocina— salí apurado.

Le deje cereales y leche en un plato hondo con una cuchara, después me puse a buscar comida que pueda llevar y no agarre mal olor o se venza ¿Fideos, vamos a comer fideos crudos? Mejor llevo algunas papas fritas, no es sano, pero después compraré algo. También separé botellas de agua, era lo primero que tenía que separar.

—Ahí te dejé leche con cereales— le señalé el plato.

—Gracias— se sentó y empezó a comer.

Mientras dejaba las cosas arriba de la isla de la cocina sentía su mirada sobre mí, mueva donde me mueva, me ponía más nervioso. Traje la mochila e iba a poner las botellas dentro, pero se me ocurrió meterlas en directamente en el auto.

— ¿Qué haces?

—Preparo suministros— le respondí dudoso— Creo que me metiste en problemas— frunció el entrecejo.

—Yo no te dije que me salvarás— suspiré. Técnicamente sí, sí lo hizo, pero no parece recordar.

—La cuestión es que vamos a tener que irnos— dejé la mochila a un lado— No estamos seguros.

— ¿Y mi explicación?

—Vas a poder hacerme todas las preguntas durante el viaje.

—No me da mucha confianza— cansado, me senté al lado de ella.

—Mirá, la cosa es así, los que te secuestraron te tenían en una especie de cápsula y te monitoreanban, estoy muy seguro que no son amigables y menos ahora que te saqué— hable con paciencia pero mi voz salía tensa— ¿Querés estar inconsciente bajo las manos de ellos? o, podes venir conmigo y recuperar tu memoria— pensó.

—Bien, voy con vos, pero al primer movimiento sospechoso te noqueo— siguió comiendo.

Me ayudó a bajar las cosas al estacionamiento, guardar el bolso con ropa en el baúl y los "aperitivos" en los asientos de atrás, la mochila con mis cosas la tenía colgada en el hombro derecho. Me paré un minuto para descansar y miré a Elizabeth, yo soy alto y le saco media cabeza nada más, lo peor es que, mi ropa, la que le entra grande, la luce más que bien, mejor que yo.

Volviendo al tema.

— ¿Lista?— le pregunté y ella asintió.

—Lista.

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