— ¡Te amo, mi bebé!— gritó mi mamá a unos metros de mí y me tiró en beso con su mano desocupada.
—¡Y yo a vos!— contesté con una sonrisa divertida y saludando con la mano. Me miró por última vez con una gran sonrisa y caminó para entrar al avión. Bajé la mano al perderla de vista y caminé rápido al coche, tenía una hora de viaje y mucho por investigar.
Ni bien llegué a casa, fui casi corriendo a la habitación de mi madre, la caja estaba dentro de su ropero. La saqué y me arrodillé. Revisando la caja de recuerdos de mi mamá mientras dejaba las cosas tiradas en el piso, encontré un papelito doblado dentro de un cuaderno.
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"Vamos a tu casa, yo vivo en departamento y los vecinos son ruidosos"
"Bueno, de paso te muestro algunos de mis libros ;D"
"Dale! pasame tu dirección"
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¡Bingo, la dirección de la mansión Nilsson! Tengo que admitir que la letra de Elizabeth es hermosa ¿Acaso prepararon a esta chica desde que nació? Guardé el papelito en mi bolsillo y miré las cosas a mi alrededor, después ordeno, total, mamá regresa la semana que viene. Con la mochila en los hombros y las llaves en la mano salí del departamento decidido a visitar la mansión que todavía no sé si alguien la habita, pero, allá voy, y todo por alguien que no conozco y solo soñé.
«¿Quién sos Elizabeth Nilsson y por qué yo?»
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Golpeé las palmas de mis manos llamando a alguien en el portón de los Nilsson después de comprobar que no el timbre no andaba. Golpeé por segunda vez cuando uno de los portones se abrió un poco rechinando, parece que no hay nadie, desde acá la casa se ve fea y hay mucho silencio. Tome valor y entré, nunca en mi vida había entrado a una casa sin permiso, estoy nervioso, no voy a mentir.
«Todo va estar bien» Mantuve mi respiración calmada hasta llegar a la puerta principal, la abrí lentamente sin pensar.
— ¿Hola? ¿Hay alguien?— pregunté pero no hubo respuesta— Me tomé la libertad porque nadie me atendía— expliqué por las dudas, pero parecía estar gastando saliva inútilmente.
La entrada era tan grande que mi voz hacía eco. Con unas escaleras altas a unos poco metros, umbrales de puertas a mi derecha e izquierda, y una cerrada al frente. La cuestión es encontrar la habitación de Elizabeth. Por instinto opté por subir las escaleras con precaución, son de madera y parecen inestables, por pura suerte llegué arriba. Al llegar arriba y dar el primer paso escuché un crujido y al instante mi sentí como caía.
El dolor, el dolor era insoportable, miré cuanto caí, y era bastante, del la segunda planta a vaya saber donde. Sentía que se me iba el aire y solo podía toser, ya que caí de espaldas, trataba de respirar hondo y soltar el aire lentamente. Después de unos minutos pude dejar de toser y recuperé, no del todo, mi respiración normal, traté de sentarme, como no sentí ningún hueso roto, me paré. Me costó un rato darme cuenta de la situación, puedo deducir que caí en un sótano... ¡Caí de un segundo piso a un sótano y sigo vivo! Es algo increíble, podría decir que estoy ileso, ni yo me lo creo. Dios, pero el dolor de espalda se hace notar.
Mientras movía los hombros de manera circular hacía atrás y adelante para calmar el dolor, miré a mi alrededor, noté algo brillante. Consumido por la curiosidad caminé hasta allí, parecía unas de esas camas-cápsulas que se ven en las películas futuristas. Una vez al frente de esto, pasé mi mano por el vidrio empañado y me congelé a ver lo de adentro
Esa cara... Elizabeth. No, no puede ser, capaz que en un maniquí que quedó cuando todos se fueron. Pero, parecen tan real. Vi en la máquina de al lado, una máquina que controlaba pulsación con otros botones. Dios, es Elizabeth ¿Pero no debería estar más adulta? Parece tan joven, como si la conservaran. Busqué desesperadamente como abrir la puerta apretando los botones de al lado hasta que la puerta se abrió haciendo un sonido gaseoso y dejando salir vapor, sí, exactamente como en las películas. Con miedo me acerqué, pero el sentimiento no era suficiente como para detenerme y evitar abrir por completo la cápsula, porque lo hice y me quedé contemplando a la chica. Esto es totalmente increíble, por eso desapareció tan misteriosamente la tenían encerrada para mantenerla joven ¿Pero por qué? Siento que me va a explotar la cabeza.
Un ruido me hizo despertar, pasos ¿Y ahora qué? La miré, me mordí el labio inferior indeciso y seguí mi impulso, la tomé en mis brazos y busqué una salida alterna pero no encontré, acomodé a Elizabeth y escuché que los pasos iban hacía otro sitio. Tome el riesgo de subir y salir por la puerta principal. Hoy es mi día, no había nadie afuera pero si vi otro coche estacionado.
—Mierda— susurré. Quien haya llegado sabe que hay alguien más.
Sin perder más tiempo, acomodé a Elizabeth en los asientos de atrás de mi coche, cerré la puerta y subí de piloto, aseguré las puertas y me puse en marcha a mi departamento. «¿Qué estoy haciendo? ¿Por qué estoy haciendo esto?» Mientras daba golpecitos al volante di una mirada rápida por el espejo retrovisor a la chica «Estoy loco», si mamá se entera me mata. Por suerte está vestida con un conjunto sin mangas y de pantalones cortos pegando al cuerpo, parece una malla.
Estacioné el auto en el estacionamiento del edificio, lo más cerca posible del ascensor, tomé a Elizabeth y entré con ella. Subimos solos, al abrirse las puertas, miré para ambos lados del pasillo, al verlo despejado caminé rápido a mi departamento. Parezco un secuestrador, nunca me vi metido en esta situación.
La dejé acostada en mi cama y yo me dejé caer con un gran suspiro en mi silla giratoria de escritorio. Pasé mi mano por mi pelo sin saber que hacer, mi mente estaba en blanco, si llamaba a algún médico y no sé nada sobre ella ¿Qué va a pasar? Me irán a tachar de sospechoso ¿Qué iba a decir? "La encontré tirada en un callejón y decidí traerla a mi casa en vez de llamar la ambulancia en ese momento" ¿Y si tiene algún tipo de droga en el cuerpo? Me van a echar la culpa y voy a terminar arrestado.
«¿¡Qué hago!?», escuché un quejido por parte de ella. La miré moverse levemente sobre la cama con una mueca de dolor en la cara «Mierda ¿Y ahora qué?», va a pensar que soy un degenerado, alguien que la secuestró ¿Hasta que momento de su vida se acordará? Al ver que trataba de abrir los ojos, me apresuré a pararme y caminar lentamente hacia ella.
— ¿Hola?— mi tono de voz delataba mi nerviosismo— ¿Elizabeth?— soltó un quejido con la boca cerrada y me miró con los ojos entreabiertos.
—Tengo sed...— susurró apenas audible.
—Sí, enseguida— corrí a la cocina y agarré la primera botella de agua que vi en la heladera. Volví con ella y la ayudé levantando un poco su cabeza y dándole de beber. Se relamió los labios cuando terminó, tomó más o menos un tercio de la botella.
— ¿Dónde estoy?— preguntó después de unos segundos.
—En mi casa, mi cuarto específicamente— contesté todavía nervioso.
— ¿Tu cuarto?- asentí— ¿Acaso vos y yo...?
—Oh, no, nada de eso— me apresuro a aclarar— Se podría decir que te rescate de una situación algo turbia— cerró los ojos.
—¿Qué? ¿Qué me pasó?
—Es difícil de explicar, cuando estés mejor te lo digo, permiso— puse mi mano derecha sobre su frente comprobando su temperatura, parece estar bien.
— ¿Quién es esa tal Elizabeth?
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