Los sonidos de música ambiental, movimiento y conversaciones se apagaron. Solo oía mi respiración y el golpeteo de mis tacones avanzando a través del pasillo del Club de Anfitrionas que me dirigía a la mesa donde me solicitaron para acompañar. Me acomodé la minifalda y apreté el lazo de mi blusa. Recogí una botella de licor y me enfrenté a mis miedos.
—Hola, chicos, ¿les sirvo? —dije con la mejor de mis sonrisas (sonrisa falsa, claro, estaba al borde del desmayo). Me recibieron entre gritos y vítores.
—Mi amigo Lex no puede vivir si ti, mujer.
—Estás más bella que antes, Mireya.
—Dame, sírveme por favor.
—Siéntate en mis piernas, cariño.
Se mezclaban sus palabras mientras me saludaban, les serví sus tragos e intenté hacerme un espacio en medio de dos de ellos, pero un fuerte brazo me tomó de la cintura.
—Yo te llamé. Siéntate junto a mí —miré impactada y nerviosa a Lex. Le retiré el brazo suavemente.
—Usted bien sabe que no me puede tocar o lo van a expulsar del lugar —"debe haber bebido de más", pensé—. No hay necesidad de impacientarse, Lex, mi turno recién comienza —me senté a su lado, lo más alejada posible de sus sensuales piernas contenidas en sus jeans ajustados.
Conversé como siempre lo hago, con desplante, ironía, alegría y entusiasmo. De pronto, cuando los clientes se distrajeron conversando entre ellos sobre experiencias amorosas fallidas, Lex rompió el silencio murmurando junto a mi oreja.
—Disculpe, no le entendí —respondí al susurro.
—Te pregunto si el chico es tu novio —me dijo en una voz casi inaudible.
—No sé de qué habla, Lex —lo miré directo a los ojos. Me sentía confundida. Por una parte deseaba verlo, estaba feliz de haber sido llamada nuevamente por él después de tanto tiempo; pero él me había rechazado abiertamente y me invadía la culpa de seguir queriéndolo estando yo en una relación. "¿Qué quieres de mí? ¿Esto es un juego para ti mientras vas a tener un hijo?" pensé; a pesar de la intensidad de la atracción, no deseaba involucrarme en tamaño conflicto.
—Tutéame —tomó un largo sorbo de su vaso. Admiré sus dedos largos y su hermosa muñeca que lucía un reloj brillante de una marca reconocida.
—Bien. Puedo tutearte. ¿La mujer que te llevó aquel día del brazo es tu esposa? —Miré fijo su anillo dorado que comenzó a girar con su otra mano.
—Sí —volvió a beber.
—Y vas a ser padre... con ella... —mi sonrisa era cada vez más fingida, pero la mantenía estoicamente mientras me aseguraba de que el resto de los hombres no se diera cuenta del comprometedor contenido de nuestra conversación.
—Es mi segundo hijo —dejé de respirar un momento. Nos quedamos en silencio un buen rato.
—Felicidades —no sabía qué decir.
—¿El chico es tu novio? —repitió.
—Qué podría importarte lo que hace una chiquilla como yo en su vida privada?
—Mireya —tomó mi muñeca con fuerza por debajo de la mesa. Intenté liberarme y me apretó más.
—Suéltame —le dije con la misma sonrisa invariable.
—Me vuelves loco —debía gritarle al gerente, soltarme a la fuerza y salir corriendo, pero me gustaba, me encantaba, me descontrolaba que me estuviera sometiendo. ”Ay, Mireya, estás enferma". Así que me mantuve allí forcejeando suavemente para que se impacientara más.
—Disculpa, Lex, ya manifestaste el dolor de cabeza que significa mi edad para ti y claramente llegas tarde. Además eres un hombre casado, y hace bastante tiempo, al parecer —me soltó la mano para terminar su trago y me hizo un gesto para que le sirviera más—. Creo que has bebido suficiente.
—Si te pido que me sirvas... —tenía razón, tenía que cumplir con mi trabajo.
—Disculpe si me entrometí de más. Permítame —fijé mi mirada en el hilo de alcohol que caía en su vaso. Pensé en sus labios que ya había probado. Cuando de pronto interrumpió mis pensamientos, esta vez sin disimular frente a sus compañeros.
—¿A qué hora termina tu turno?
—Disculpe, señor, pero no hago horas extra.
—Hablemos después de tu turno.
—Disculpe, señor, no hago trabajos especiales.
—Mireya, solo quiero que hablemos. Te esperaré en mi auto cuando acabe tu turno.
—Disculpe, señor, no tengo nada que hablar con us--
—¡Deja de decirme "señor"! —su grito fue como una gota de aceite cayendo en agua: todos quedaron en silencio y dirigieron su mirada hacia nosotros. Solo atiné a sonreír y tras el incómodo instante sus colegas comenzaron a mofarse del estado de ebriedad en que se encontraba. La atmósfera del Club se relajó, era normal ver clientes embriagarse, y todo siguió su curso común. Lex tragó el contenido de su vaso de una sola vez y me dijo al oído: "23.30". Comprendí que se refería a la hora en que debíamos vernos.
—Disculpe, SEÑOR, puede regresar otro día para continuar nuestra conversación —Lex apretó los labios, se levantó dejando generosa propina y salió del lugar.
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Updated 73 Episodes
Comments
Eugenia Venegas Oyarzo
ya era malo Casado y con un hijo en camino pero Dos hijos 🤦🏼♀️💔 de por sí ya es Imposible y Prohibido 😤
2023-02-07
6
Quetzal Androide
👏👏👏 ¡Eso Mireya! Haz que sufra tantito 🤣
2022-10-10
4