A pesar de la insistencia de Conner, no pude decirle una palabra sobre Lex. "Al demonio, tengo que superarlo", me convencí. Era un amor irracional. Habíamos compartido momentos agradables en el Club, pero el resto era pura fantasía mía. "Ya se me pasará".
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Al día siguiente ya estaba instalada en mi nuevo hogar. Una pieza pequeña y cómoda en el centro, dentro de un complejo de departamentos.
Al principio estaba asustada por todos los cambios por los que estaba atravesando, pero ahora me sentía aliviada y contenta con los pasos que ya había superado. Con mi trabajo iba a ser suficiente para poder vivir allí sola cómodamente y la independencia me sentaba de maravilla.
Aún tenía muchas cosas qué comprar. Hice una lista y ordené los puntos por prioridad: Número 1. Una copita menstrual (Me acababa de bajar el periodo, retrasado por el estrés vivido, y la que tenía había quedado en casa de mi mamá). Número 2. Un método anticonceptivo. Me quedé mirando el papel. Pensé en Conner y me sonrojé "Ay, Mireyaaaa, deja de pensar en sexo". ¿Cómo sería nuestra primera vez? Mis experiencias anteriores habían sido... aburridas. Quizás estaba poniendo demasiadas expectativas en Conner. Me lo imaginaba excitado, subiéndose lentamente la polera, besándome el cuello, descendiendo con sus manos... "¡Aaaaaah!" Me golpeé el rostro para volver a la realidad, pero la fantasía continuaba: me subía sobre él, sentía el centro de su entrepierna con la mía, me giraba para ponerse encima, miraba sus grandes y fuertes brazos, su pecho trabajado, me rasgaba la ropa y yo gritaba y... un momento. Ese cabello rubio, esos ojos violeta, esa mirada sensuaaaaaal.
—¡¡¡Aaaaaaaaaah!!! ¡Idiota, idiota, idiota! —Me levanté velozmente a mojarme el rostro. Lex se había apoderado y reemplazado a Conner sin mi consentimiento en mis propios pensamientos.
Me senté, respiré e intenté continuar con mi actividad, jadeando enojada conmigo misma.
Bien, bien, prioridad número 3. Un cable de teléfono. Número 4. Ropa. Definitivamente necesitaba salir a comprar. Llamé a Laura, y de un brinco me dirigí emocionada al centro comercial.
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—Entonces... tú y Conner, cochina —me dijo cuando nos sentamos a descansar con las bolsas de compras mientras esperábamos un pedido de sushi.
—Sí. Conner y yo... —me vino un sentimiento de vergüenza y timidez no experimentado antes.
—Sabía que le gustabas, pero pensé que tú ya lo habías dejado ir.
—Nos unimos bastante la semana que estuve con él y... se dieron las cosas...
—Pensé que te gustaban... más maduros —ya sabía hacia dónde se dirigían sus intenciones, le había contado sobre Lex anteriormente.
—Ah... supongo que me gusta de todo —dije mientras fingía estar interesada en el local de comida.
—¿No crees que Conner es un chico... demasiado bueno para...?
—¿Para mí? —le clavé la mirada con agresividad. Me hizo sentir herida aunque yo pensara exactamente lo mismo
—Noooo... No quería decir eso. Pero tú... ya sabes. No eres una palomita inocente y Conner es un santo
—A ver, Laura —me estaba fastidiando—. Primero, esa es decisión de Conner. Si le gustan las zorras como yo es su problema.
—No te dije zorra en ningún momen--
—Segundo, no me ando encamando con medio mundo. He tenido dos estúpidos e infantiles novios. Ya está hecho y no lo puedo cambiar.
—Mireya, no te enojes.
—Y tercero: Conner me gusta y lo respeto. Solo tenemos un noviazgo como cualquier otro, estamos conociéndonos mejor en este tema, los dos somos aún... inexpertos en el amor... —sentí pesar por mis decisiones, por mis sentimientos, por mi incapacidad de separar lo que sentía por Lex en cada conversación sobre el amor y Conner.
—¡Ya, mujer! No te enojes conmigo. Conner también es mi amigo y no quiero que sufra. Hace años que está embobado contigo y quizás se sobreexija para complacerte.... Ya sabes, sueles ser bastante exigente con tus "amantes"
—¡¿Mis qué?! —ya estaba enojada cuando vibró el aparato que indicaba que nuestra comida estaba lista. Laura se salvó de mi ira. De verdad que siempre me decía a mí misma que yo era una "suelta", pero no me esperaba que mi amiga también lo pensara... Claramente no merecía a un chico tan sano como mi amigo…
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Mi rutina se estableció más rápido de lo esperado. Lavaba mi ropa durante los fines de semana, intentaba ordenar y limpiar un poco cada día; hacía trámites, iba al médico, hacía compras después del colegio cuando correspondía, y a veces después del trabajo me esforzaba por cocinar algo decente para cenar, pero generalmente no me alcanzaban las fuerzas y terminaba durmiéndome sin comer.
—Así que un novio, Mireyita —me dijo Emilia, mi compañera de trabajo, con sus enormes pechos sobre la mesa. Ella estaba en su último año de colegio y tenía mucha más experiencia que yo en todo, así que la consideraba una figura materna a la cual recurrir... a veces... bueno, ya no me quedaban muchas opciones.
—Sí. Nos divertimos mucho —dije mientras acomodaba unas copas.
—¿Y? ¿Qué tal el sexo? —me atoré y pedí perdón a los clientes que me miraron exaltados.
—N-No hemos... Ay, Emilia, tenemos quince.
—Y yo que tenía mis huevos puestos en la canasta llamada Leeeex, él ya te hubiera hecho ver el cielo repetidas veces —se rio fuerte mientras yo la golpeaba disimuladamente.
—Ya te conté todo lo que pasó con él, no fue nada. Y-y-y... ya ves que no ha venido desde hace un par de meses.
—Estoy segura de que lo vi hoy —tomó la bandeja que debía llevar a su mesa.
"Seguramente lo dice para molestarm--". Antes de terminar mis pensamientos Emilia volteó con una pícara sonrisa.
—Mira la pantalla —me dijo—. Adivina quién te pide en su mesa, chica buena.
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Comments
Myrian Lezcano
15 AÑOS YA ADULTA NIÑA FEO PERO ES TU LIBRO Y LO LEO❤️🫶🤪🙄
2024-11-13
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