Me llevó en silencio en su auto a un departamento finamente decorado que se encontraba en la zona más adinerada del centro de la ciudad. Era espacioso y elegante, daba un ambiente de intimidad con colores térreos, olor a canela y una suave luz cálida a medio encender que me hizo sentir tan relajada que al fin rompí en llanto. Lex me dirigió al sillón suavemente con sus manos grandes y frías por la estación invernal que atravesábamos y enjugó mis lágrimas con un pañuelo.
—¿Te hicieron daño? —preguntó con su voz grave y cautivadora.
—Estoy... Estoy bien —dije intentando hablar con claridad.
—¿Qué ocurrió? —me arropó con una manta que olía a recién lavada.
—Mi... Padrastro... Me... —recapacité sobre todo lo que había ocurrido.
Sentí nuevamente las manos duras del "cerdo" forzándome y tocándome donde no debía. Me sentí vulnerada y miserable. Ahora estaba completamente sola en el mundo, ¿a quién rayos le podría importar mi existencia desde este momento en adelante? ¿Le importé a alguien alguna vez? Despejé los pensamientos existencialistas. Lo relevante ahora era sobrevivir: tenía trabajo y podía mantenerme a mí misma, ahora necesitaba encontrar un lugar donde quedarme.
—Mi padrastro me expulsó de casa —dije avergonzada. No me atreví a dejarle ver lo débil que fui al no poner al viejo en su lugar, tampoco quería apelar a su compasión—. ¿Podrás... prestarme este lugar solo por hoy? —puse mi pelo tras mi oreja coquetamente de la forma en que me había enseñado a actuar la vida cuando tenía que conseguir algo.
Lex me dio una mirada piadosa. Acercó sus manos a mi pecho y automáticamente hice un gesto para apartarlo. Aún estaba en shock por lo ocurrido anteriormente y no podía pensar con claridad, estaba en modo defensivo.
—¿Abusó de ti? —preguntó de forma natural mientras se acercaba, esta vez lentamente como si yo fuera un perro herido, para abotonarme la blusa que, recién había notado, dejaba ver gran parte de lo que debía cubrir.
No pude contestar y me largué a llorar nuevamente cubriendo mi rostro con mis rodillas. Él vio a través de mí que había ocurrido algo de lo que no quería hablar ni hoy ni en mil años.
—Puedes quedarte —
me dijo sin pedir más explicaciones.
Se dio media vuelta para abrir un licor costoso. Prendió una chimenea eléctrica que simulaba una real y puso música suave mientras yo estaba tendida como inerte, arropada con la exquisita manta cálida y llorando con la mirada perdida. Quedé ensimismada un buen tanto cuando de pronto se acercó a mí con un vaso de jugo. Me incorporé suavemente y nos quedamos sentados bebiendo, yo mi jugo y él su licor, uno junto al otro sin más sonido que la música de fondo.
“¿Qué estará pensando Lex en este momento? ¿Que soy un fastidio? Realmente no quiero molestarlo”. Me sentía tan agradecida y me quedé mirándole como a un príncipe salvador. Aún llevaba su camisa y pantalón de trabajo que lo hacían lucir demasiado guapo. Nunca pensé que me gustaría un hombre mayor, solo había salido con compañeros de clase, los que ahora me parecían tan insulsos. ¿Cómo podría volver a ver atractivos a otros hombres después de conocer a Lex? “Torpe Mireya, ni siquiera conoces a Lex, estás creándote una tonta fantasía alrededor de un cliente que te prestó un poco de atención”. Quería agradecerle por rescatarme y darme asilo, pero las palabras no me brotaban debido al agotamiento mental y físico.
—Mireya... Mireya —repitió mi nombre sin mirarme—. Es un nombre tan encantador... —hizo una larga pausa—. ¿Diecisiete? ¿Dieciocho? —Preguntó y tomó un largo sorbo acabando así por completo su trago.
Me costó comprender que se refería a mi edad. Lo ignoré mientras admiraba sus labios delgados y rosados que me parecían demasiado apetecibles. "Soy una pervertida" me dije y dirigí mis ojos a su supuesto anillo de boda para reprocharme dichos pensamientos. Quería preguntarle quién era su esposa, cuánto llevaba casado, si tenía hijos, si sentía algo por mí… se seguían inmiscuyendo esos pensamientos autorreferentes y me llenaba de fantasías bobas en las que él me declaraba su amor. “¿Por qué siempre me llamas a que sea tu anfitriona en el Club? ¿Qué sentimientos causo en ti?”. Me di cuenta que me estaba quedando dormida en medio de mi ilusa imaginación.
De pronto posó su vaso en la mesita junto al sofá y me desperté de un salto con el ruido. Se quedó mirando a un punto fijo, casi sin respirar y volteó a mirarme fijo.
—Es peligroso y de mal gusto que estés aquí sola con un hombre —iba a levantarse pero me aferré a él con ambas manos. “No me dejes sola”, pensé. Realmente necesitaba que alguien me acogiera entre sus brazos y que me dijera que todo iba a estar bien. Me sentía desolada y lo miré suplicante—. Mireya ¿Por qué me pones las cosas tan difíciles? —tocó mi barbilla con sus largos dedos y sorpresivamente sentí sus labios suavemente sobre los míos.
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Comments
Elizable Diana Elizable
las mujeres tienen que superar todos
2024-02-14
2
💙Yizumi💜
Me parecio un lindo tema,pero a las vez un tema frio,pero muy bueno
2023-08-05
0