Propuesta tentadora.

Después de otra discusión más con Ethan, aquí estaba yo, explorando una vez más este inmenso castillo y gracias a ello, descubrí algunas cosas interesantes.

Cómo que el palacio estaba protegido por magia para evitar intrusos, aunque esto ya me lo había dicho Ethan tiempo atrás y supongo que funcionará de la misma forma a la inversa.

La magia se sentía un poco más débil en los jardines. Por lo que deduje que el campo de nervios estaba más concentrado en el palacio que en los alrededores.

El palacio estaba compuesto por más de cien sirvientes, las cuales eran diferentes tanto de día como de noche.

Por no hablar por los guardias, estaban los diurnos, que lo custodiaban durante el día, y los nocturnos. También había unos pocos guardias seleccionados por el mismo Ethan, que estaban en las sombras, se podría decir que eran los espías que estaban dispersados a lo largo Beleriand...

—espero que, en lo que estés pensado tan profundamente, sea en mí.

Sacándome de mi meditación profunda, Eider, me miraba divertido.

—¿Qué haces aquí?

—esta es mi casa, ¿tan pronto ya quieres echarme de ella?

Inspiré hondo, era inútil gastar energía por él.

—¿Qué quieres?

—vengo a proponer algo.—dijo con voz melosa y sonrisa inocente.

Pretendía verse confiable e inocente, pero cada poro de mi cuerpo me decía que no me fiara de esa propuesta, pero al final la curiosidad era mucho más fuerte que yo.

—¿Qué propuesta?

—tiene que ser muy aburrido, estar aquí todo el día sin poder salir, ¿verdad?—manifestó.

No le llevé la contraria, por qué sabía que había dado en el blanco.

—me tomaré tu silencio como que tengo razón entonces, ¿Te gustaría acompañarme a un lugar?—sugirió.

—¿Qué sitio?—quise saber con desconfianza.

—tengo que hacer unos recados en la ciudad, me vendría bien un poco de ayuda ¿Qué te parece?

La propuesta era claramente tentadora y tenía razón con que me estaba aburriendo mucho y también me serviría en saber qué tipo de gente había en este reino.

—acepto tu propuesta, pero…

—¿Te preocupas por tu amor?—dijo molestándome.

Lo miré con mala cara.

¿No se cansará de burlarse de mí o qué?

—no tengo que pedirle permiso para todo lo que haga, no soy su perro y él no es mi amo.—manifesté cruzándome de brazos molesta.

—esa es mi cuñada, entonces ¿vamos?

Me tendió su mano, que miré por unos minutos dubitativa, pero al final me decidí y le tendí la mano.

No creo que fuera a pasar algo malo.

—oh, se me olvidaba, tienes que ponerte esto.

Me extendió una capa de color negro sobre mis hombros, cubriéndome hasta la cabeza, era extrañamente ligera, liviana, cómoda y cálida.

—¿Por qué de esto?

—es una capa imbuida en magia, solo es por seguridad, no creo que nadie se atreva a hacerte algo estando yo delante, pero nunca está de más ser previsor.—explicó.

—¿Ves como te cuido? Ahora me querrás un poco más, ¿verdad cuñada?—soltó molestándome una vez más.

—si no quieres que me arrepienta antes de salir, deja de llamarme así.

—en serio, qué mujer tan cruel eres.

Se llevó la mano al pecho, de forma muy dramática, fingiendo estar herido.

Contuve la sonrisa que amenazaba con salir.

Era tan diferente de su hermano, eran como el sol y la luna.

...-TIEMPO DESPUÉS-...

Al llegar a la pequeña cuidad, mi estómago se revolvió el estómago y las ganas de vomitar se hicieron palpables.

Esto de viajar a través de portales, no pensé que fuera tan horrible, además no era la primera vez.

Bueno, teniendo en cuenta que aquella vez estaba inconsciente, supongo que no contaría mucho, aunque ahora desearía haber estado dormida.

—toma bebé esto.

Me tiró un frasco pequeño de cristal, el contenido de la botella tenía un color amarillo intenso. Miré el frasco y luego él.

Ya había aprendido la lección de no beber cosas de extraños.

—no es veneno, solo una poción de sanación, te ayudará con los efectos secundarios de viajar entre portales.—explicó.

Abrí el frasco sin darle demasiadas vueltas y bebí de un trago, el sabor era algo dulzón, como a gelatina.

Poco a poco fui sintiéndome un poco mejor, y el estómago ya no se sentía tan revuelto.

—¿Mejor verdad?

—Gracias.

—no fue nada, hora en marcha, tenemos muchas cosas que hacer hoy.—proclamó.

Miré la increíble ciudad desde lo alto del acantilado donde nos dejó el portal, era hermosa y parecía sacada de un cuento de hadas.

Eider, tiró de mi brazo sin esperar que respondiera. Lo seguí sin oponer resistencia.

—hoy será un día interésate.—declaró divertido.

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