Clases de etiqueta.

En las próximas semanas sentí que iba a morir, comenzaron con las clases de etiqueta. El cómo debía sentarme en la mesa, la forma de en la que debería hablar la clase social alta de las diversas razas más poderosas.

Tuve que aprender varios bailes de salón, entre ellos había tres que eran de suma importancia.

El primero de ellos era “l'appel, à l’aube”, era el primer baile, que consistían en que ambos prometidos hacen para brindar y mostrar su compromiso y hacerlo oficial a toda la corte, era un baile tradicional que se ha hecho desde hace siglos.

El baile en sí, no era muy complejo, consistía en hacer diversos pasos suaves y rítmicos sin que ambas partes tuvieran el mínimo contacto, tan solo a través de la mirada, simbolizando el vínculo y conexión entre ambas partes.

Lo triste era que mi prometido y yo no teníamos aquella conexión mágica y mística que se hacía mención en los libros.

El segundo baile "plénitude de la lune” el baile consistía en un hermoso vals, la cual los esposos, ya casados, pueden mostrar que se han vuelto uno con la vida y la tierra como una luna llena.

Y el tercero llamado “pacto de sangre” es el que más miedo me da, en sí no se trata de hacer un baile, pero si los casados en su noche de bodas debían beber de la sangre del otro, para así crear un vínculo irrompible entre ambos, haciéndose más fuertes.

Por suerte, me dijeron que este último “baile” hacía muchos siglos que no se hacía, ya que es algo sagrado, e irrompible, puesto que estarás atado a aquella persona para toda la eternidad.

Me sentía aliviada. No quería tener que vincularme a nadie más y menos con alguien que solo me usaría como herramienta.

También aprendí más sobre la jerarquía y la historia de ellos, resulta que Ethan y Eider no eran demonios completos, sino mestizos, ya que su madre si era un demonio, pero su padre es un vampiro.

Este planeta tenía de nombre Beleriad, y estaba compuesto por tres reinos, y estos eran Nephyr, reino de las criaturas de aire.

Arcir, reino del las criaturas del mar y Veritas, reino de las criaturas de tierra.

Este último, al ser el más poderoso, es quien gobierna sobre los otros dos, ya que unificó la raza demoniaca y vampírica y donde yo me encontraba viviendo, era la capital Stalia.

Y estos son tan temidos como venerados, porque son la única familia que ha logrado tener descendencia nacida biológicamente.

También descubrí que los vampiros no les quema la luz del sol como tantas películas mostraban, pero si les debilita considerable, reduciendo su poder casi en un ochenta por ciento.

Al parecer hay razas las cuales siguen oponiéndose a este gobierno, ellos son; los hombres lobo, las brujas y los súcubos.

Eso era uno de los motivos por los cuales nuestro compromiso estaba siendo acelerado de esta manera, para evitar alguna rebelión.

Supe que Beleriand y la tierra estaban conectadas, con portales, que no eran visibles a la vista del ojo humano, pero que no todas las razas tenían permitido cruzar, ya que podrían querer ir a causar caos allí.

Suspiré dolorida, estaba en el suelo masajeando mis pies, que amenazaban con romperse un día de estos si no me dejaban un día de descanso.

Estaba sola en esta sala grande y enorme, sentaba en la fría tarima rodeada de mil espejos, mi aspecto estaba demacrado, había adelgazado varios quilos a causa del estrés.

Me tumbé mirando al blanco y reluciente techo, me sentía sola, Keira todavía estaba en cama por mi culpa y aún no habría los ojos y hoy Ethan se había ido a atender unos asuntos en el mundo terrenal, que para mi sorpresa no tenía idea que eran tan conocido en mi ciudad donde crecí.

Resulta ser que es uno de los empresarios más cotizados y aclamados, tiene una empresa que está dedicado a avances tecnológicos, lo que hace que viene muy seguido.

Para mi tranquilidad lo prefiero, es mejor tenerlo lejos que esté merodeando cerca de mí y poniéndome nerviosa.

La puerta hizo un ruido irritante abriéndose y entro uno de los dolores de cabeza de mi día a día, unas de las nobles vampiras y ahora mi tutora de enseñanza, la condesa Dalia, su comportamiento era frío, rígido y estricto.

Sé que no la agradaba, el hecho de ser forzada a tener que enseñar a una persona de un rango más bajo que tú, supongo que eso debe molestar, pero al menos podría fingir un poco su comportamiento conmigo.

—es hora—anunció, me levanté del suelo sin muchas ganas, pasé por delante de ella sin mediar una palabra.

Nuestra convivencia siempre fue así, hablar lo justo y necesario, pero me sentía un poco feliz por qué al menos iba a hacer algo un poco diferente y no tanta etiqueta.

Hoy era el día que tendría que elegir mi vestido para la ceremonia de compromiso.

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