Sentada en uno de los sofás que estaban junto a la ventana de mi dormitorio, miraba el inmenso jardín mientras los trabajadores hacían sus respectivas labores, pensaba en la conversación de hace unas horas.
...UNAS HORAS ATRÁS......
Aparté su mano de mi barbilla de un manotazo y lo miré incrédula, podía sentir el ardor en mis mejillas por la vergüenza a sus extrañas palabras.
Seguro que solo quería desestabilizarme.
—¿Qué tonterías estás diciendo? ¿Cómo vas a amarme sin tan siquiera saber de mi existencia?
—ya te dije que eso no es así ¿verdad?
Lo miré con mala cara, inspeccionando su rostro que se mantenía serena y tranquila.
—quieres condenarme a una vida miserable por tu propio beneficio, ¡eso es ser egoísta!—grité molesta.
—te hablaré claro, que se hiciera este matrimonio fue culpa de tu familia, mayormente de tus padres, por no cumplir lo acordado—explicó algo molesto.
—¿Qué? ¿De qué estás hablando?—pregunté confusa, sin entender qué estaba diciendo.
—supongo que por la expresión de tu cara nadie te lo contó.
—¿contarme qué? ¿No se suponía que esto era por culpa de mi abuela?
Él suspiró y se sentó a mi lado, apoyando los brazos en el banco y tirando la cabeza hacia atrás, estirando sus piernas hacia adelante, cerró los ojos.
Era realmente guapo y esa palabra le quedaba muy corto, su cabello estaba un alborotado, seguramente por estar tocándolo en exceso.
En serio, por qué los hombres más imbéciles tienen que ser los más guapos? Esto no es justo.
Mientras seguía lamentando lo poco generoso que fue Dios al crearnos, su rostro que antes estaba tranquilo e impasible, ahora mostraba una pequeña sonrisa, como si se estuviera contenido de no reírse.
¿Por qué siento que se está riendo de mí? Bueno, como sea.
No es tiempo de admirar su belleza sino de respuestas.
—oye, no me has respondido a lo que te pregunté—insistí una vez más volviendo al tema.
—no es algo que necesites saber por ahora—respondió sin abrir los ojos.
—¿cómo que no? ¡Claro que lo tengo que saber! Pretendes que me case contigo sin decirme las cosas, ¿estás loco? No voy a aceptar eso, ¡quiero irme de aquí!—dije con la voz cargada de desesperación e impotencia.
Cubrí mi cara con las manos, al percatarme que ya era demasiado tarde para evitar que mis lágrimas cayeran por mis mejillas.
Ethan se acercó a mí, apartando mis manos de mi cara con suma facilidad a pesar de que puse toda la fuerza que pude para evitarlo.
Levantó mi cara y se me quedo mirando con cierta tristeza, para luego limpiar mis lágrimas.
—¿tanto odiarías estar casado conmigo?
—si—dije sin pensar.
Estaba enfadada porque me obligaban a estar con alguien que no amo, en un lugar desconocido, donde tendría que vivir para siempre, lejos de mis amigas y los lugares que conozco.
¿Quién no odiaría algo así?
Él me soltó y se apartó de mí, con un suspiro.
—Hay una manera de anular todo esto—dijo de a nada.
Mis ojos se iluminaron con un brillo de esperanza, quizás todavía no era tarde para mí.
—Mi padre es alguien muy estricto y bastante rencoroso y no le gustó mucho la tracción de tu abuela, pero como no es justo que te condenen por los pecados de otra persona, pude llegar a un acuerdo con él—explicó.
—¿Qué tipo de acuerdo?—pregunté con nerviosismo.
—siempre y cuando puedas darnos un heredero para la familia serás liberada—concluyó.
¿Cómo qué heredero? ¿Los demonios podías tener siquiera hijos?
Se me cayó el alma a los pies.
—pero, los demonios pueden…
—¿Tener hijos? Niña tonta, claro que podemos, ¿cómo crees que existo?
—¿y yo que sé? No tengo un máster de esto, no hace poco que me he enterado de su existencia.
—ya tendrás tiempo de estudiar toda nuestra historia, además no somos demonios del todo—explicó.
—¿a qué te refieres?—pregunté curiosa.
—ya tendrás tiempo para saber todo eso.
—pero sigue habiendo otro problema.—dije.
—¿cuál?
—¿cuál va a ser? Soy humana y tú eres un demonio, nuestras razas obviamente son incompatibles, ¿y si muero antes siquiera de dar a luz?
Me miró con cara incrédula, frunciendo el ceño de mala daña.
—no me mires así, ¿acaso no pensaste en eso?
Se llevó la mano a su rostro frotando sus sienes, algo irritado.
—parece que tendrás mucho que aprender antes de ser mi mujer...
Me inundó la irá.
—¡no me voy a quedar el tiempo suficiente para ello!—lo interrumpí.
—¿piensas que soy un útero con piernas? Primero me secuestras, trayéndome al culo de la vida y luego pretendes traficar con mi vientre ¿Y vosotros no os consideráis monstruos?
—si me dejaras terminar…
—¡No voy aceptar nada que salga por esa boca!
—solo escúchame, por favor.—pidió cubriendo mis labios con su dedo índice.
Me miró fijamente, con una leve sonrisa.
—a mí tampoco me gustó esa idea.
—¿Por qué?
—quizás consideres que soy un desalmado, Pero no te obligaré a hacer algo que no quieres, si tuviera que tener hijos contigo me gustaría que fuese porque ambos así lo deseamos.
¿Acaso no ve lo hipócrita que estaba siendo?
Que secuestrarme no es obligarme a hacer algo que no quiero, ¿casarme en contra de mi voluntad no se consideraba algo que me estaba obligando hacer? Si todo eso no lo era, no quería saber cuándo de verdad me obligaría a algo.
Me alejé de él, levantándome del asiento y empezando a dar vueltas de un lado a otro, con la en la cabeza, mi cerebro iba a toda velocidad, no me quedaba tiempo y debía pensar con rapidez, que es lo que me convenía o lo que más me perjudicaría en un futuro.
Suspiré vencida, todo sea por salvar a Keira.
—de acuerdo, acepto el matrimonio.—dije al fin.
Y vi claramente como sus ojos se iluminaban cuál puesta de sol, aunque su cara quería hacer ver lo contrario.
—pero hay condiciones.—me apresuré a decir.
—no esperaba menos—soltó con voz divertida.
Paciencia, paciencia, a pesar de que se merezca un buen golpe en la cara no es momento, debo centrarme.
—para empezar, no debo recibir daño alguno, ya sea físico o emocional. Segundo: nadie pondrá en peligro a nadie que resulte importante para mí, de ser tendría todo el derecho de poder deshacer todo e irme. Tercero: quiero poder vivir en un lugar que no esté lleno de Demonios. Cuarto: necesito mi libertad y mi espacio, no quiero un marido controlador...
Me detuve por un segundo al decir la palabra marido, se me hacía raro solo pronunciarlo.
Quinto: esto será solo un matrimonio por conveniencia, no habrá amor ni nada que tu mente pervertida pueda imaginar. No soy un juguete.—zanjé.
—¿sabes que cuando se dice esas palabras ambos acaban enamorándose?
—no será nuestro caso—le aseguré.
—¿estás segura? ¿Crees que puedas resistirte y no caer ante mí?—me provocó.
Maldito narcisista¿Todos los demonios serán así?
—más quisieras, quizás las mujeres con las que has estado, pero no soy tan fácil.
—así será más divertido ¿Qué seria de la vida sin poco de obstáculos?
...PRESENTE......
Suspiré apesadumbrada, después de aquella conversación, él me prometió que traería a Keira aquí, estaba impaciente y nerviosa.
Solo habían pasado unas horas y ya me estaba arrepintiendo de la decisión que había tomado, pero dentro de mí sabía que no tenías más remedio que aceptar.
De la nada sentí una punzada repentina en el pecho, era como si me estuvieran arrancando parte del corazón con las manos, era tan doloroso que me caí al suelo perdiendo el equilibrio.
Era realmente agónico, me costaba mucho respirar y sentía el latir de mi corazón disminuir por momentos. Nunca había sentido nada igual.
¿Qué demonios era eso?
Si esto me estaba pasando debía ser porque algo le pasó a Keira, estoy segura.
—no será que…
Abrí los ojos sorprendidos y asustada, me incorporé como pude y salí del dormitorio como una bala.
Esto solo podía significar una cosa.
—¿¡cómo habéis podido?!—gritaba a todo pulmón por los pasillos, con los ojos empañados de lágrimas y los puños apretados.
Iba por los pasillos gritando como una demente, insultando y maldiciones, hasta que irrumpí en una de las salas que me encontré, abriendo la puerta y lo que vi a continuación era tan desgarrador como repúgnate.
—¡Asesinos!
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 54 Episodes
Comments
MarylunA 💋
ahora sí , ya se armó 🤕
2022-09-18
1
la propia
jaaaaaa
2022-09-13
0
Melina Miers
jajajaja
2022-09-08
0