Masacre.

Me quedé tan paralizada que no sabía si estaba en una horrible pesadilla, teniendo aquella escena a mis ojos.

La escena era tan repugnante, como lasciva, no sabría decir si era una orgía o una matanza en grupo. El lugar estaba plagado tanto de demonios como de vampiros y por supuesto humanos, pero estos tenían la mirada perdida, como si estuvieran en un trance, quizás fuese obra de los demonios, no lo sabía con certeza. Mientras los vampiros clavaban sus constantes colmillos sobre ellos sin fin.

—mira quien tenemos aquí—un hombre de cabello negro que estaba semi desnudo.

—¿Y esa quién es?—soltó una mujer de cabello rojo y ojos del mismo color.

Las comisuras de sus labios tenían sangre y esta provenía de un humano que estaba inconsciente.

—¿Ya nos vas a cambiar por otra?— dijo otra chica con el mismo color de pelo que la otra, eran bastante parecidas.

—¿Celosas?

Sin quitar la mirada de aquella chica con la ropa prácticamente desgarrada y dos agujeros en su pecho, tan finos que parecían lunares. La besó mordiendo su labio dejando otro hilo de sangre es este.

Me cubrí la boca evitando vomitar allí mismo.

—¿Qué tanto miras? No pensé que esta estúpida humana fuera una mirona pervertida.

—no soy yo quien está desnuda encima de otra persona.

La mujer de cabello rojizo me fulminó con la mirada, colocándose en una posición de ataque, mostrando sus colmillos.

Moví la cabeza, apretando los puños, ignorando aquella vampiresa, revisé la sala una vez más en busca de Ethan, pero no había rastro de él, no sabía por qué, pero sentí un inmenso alivio al saber que no estaba allí y me di la vuelta para irme.

—¿Quién te crees que eres ignorándome?

Sentí una mano en mi hombro que me detuvo en seco, no tenía tiempo para estupideces.

—¡no me toques!—grité sacudiendo mi brazo, zafándome de su toque, caminando decidida en busca de Ethan.

—¡Te dije que esperes!

—¡Y yo te dije que no me toques!—grité con todas mis fuerzas, volteé hacia ella, empujándola con fuerza, mi poder salió instintivamente y esta voló varios metros, impactando contra la pared.

El impacto hizo que escupiera sangre a borbotones y se quedará inmóvil e inconsciente en el suelo.

—¡Hermana!

La otra chica que estaba a su lado intentando reanimar a su inconsciente hermana, pero eso no me importaba.

Caminé con paso decido, recorriendo por los pasillos, abriendo cada puerta que entraba a mi paso en busca de ese traidor desgraciado, que me había mentido.

—eso sí, fue impresionante.

El chico de antes estaba apoyado en una de las columnas que decoraban los pasillos, me miraba de arriba abajo con una sonrisa burlona, parecía que mi comportamiento le estaba divirtiendo.

—¿dónde está Ethan?

¿Por qué la insistencia en encontrarle? Oh... tú debes ser ese nuevo juguete del que oí hablar.—soltó para provocarme.

—¿nuevo juguete? Así que eso es lo ese bastardo ha estado diciendo a todos de mí, mientras yo, estúpida, creyendo en sus falsas palabras y promesas.

Apreté con tanta fuerza los puños que sentía como mis uñas se clavaban en mi piel.

Algo me decía que este tipo solo quería molestarme, así que opté por ignorarle y retomar, mi caminó, pero me bloqueó el paso.

—¡Apártate!—dije con voz amenazante apretando con fuerza mis puños.

—hey, hey, relajé, no soy tu enemigo, si me dices lo que pasa te ayudaré, puedo ser mucho mejor que ese rey arrogante.—aseguró.

Se acercó peligrosamente a mí, tomando un mechón de mi cabello entre sus manos.

¡Esto era tan repúgnate!*

Y no solo por el hecho que podía sentir el hedor a sangre seca en él.

—si quieres ayudarme, solo déjame en paz.—pedí de mala gana.

Por suerte logré zafarme de él y alejarme.

—y yo que pensé que querías saber qué le pasó a tu guardián.

Me detuve en seco con los ojos abiertos como platos, encarándome a él.

—¿qué es lo que sabes? ¡Dime!

—ahora que recuerdo, los rumores decían que los guardianes solían ser horribles, pero resulta ser que no todos son así, si sabes a lo que me refiero.

Se relamió los labios mientras decía aquellas palabras, mi mente se imaginó lo peor, pero él no se detuvo y siguió hablando.

—no te imaginas cómo gritaba una y otra vez mientras la torturamos, eso era tan…

Todo mi ser se retorcía de rabia, minutos después me di cuenta de que todo el suelo estaba temblando. Miré al demonio que tenía frente a mí que se reía a carcajadas, por mi expresión de horror.

Alcé mi mano hacia su dirección y con un solo pensamiento, empecé a hervir la sangre de su interior, poco a poco el hombre empezó a mostrar signos de cansancio, dolor y angustia, todo aquello se reflejaba muy bien en su rostro, lo que a mí.

Lo elevé en el aire a una altura bastante considerable, mientras su sangre salía por todas partes de su cuerpo. Después de haber drenado prácticamente toda su sangre, lo dejé caer al suelo.

Lo dejé caer al suelo como si de un trapo se tratara y avance hacia delante, en mi mente solo había un sentimiento “matarlos a todos”.

Mi mente estaba nublaba, mi cuerpo se movía por si sola, como si estuviera en un trance. Regresé una vez más a aquella sala, he hice lo mismo que con aquel hombre.

No me importó si eran humanos, vampiros o demonios, solo quería aliviar este horrible dolor que se extendía por mi pecho desgarrándome.

Para cuando terminé todo estaba hecho un desastre, pero para mi desgracia no estaban ninguno de los que me interesaban destruir. Salí de allí.

Se iban a arrepentir por haberme mentido, y subestimado.

Esas palabras inundaban mi mente, sin dejarme ver más allá. Llegué al salón principal y cundió el caos, los gritos de ayuda, la gente corriendo de un lado a otro sin parar, era como ver el infierno en la tierra, elevé mi mano para dar comienzo a la siguiente masacre, pero alguien cubrió mi vista y me inmovilizó, con una agarre firme pero suave.

—¡déjame ir!—repetía una y otra vez, forcejeando, sin éxito de soltarme.

—suficiente—susurró cerca mi oído, era la voz de Ethan.

Salí de mi trance, tan rápido como había entrado, toda mi fuerza y la adrenalina se disolvió, desplomándome en unos brazos.

.........

Desperté con un terrible dolor en la cabeza, froté mis ojos y me asombré al darme cuenta de que estaba en mi habitación, en mi casa, en mi amada cuidad. Mis ojos se llenaron de lágrimas y cubrí mis ojos con mi brazo.

¿Acaso todo había sido una horrible y espeluznante pesadilla?*

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