Traición.

—!¿Cómo pudiste?!

Intentaba zafarme del agarre de Eider, por qué quería arrancarle a cabeza Ben, por haberme traicionado de esta manera y haberme metido en este lío, sobre todo por su culpa, Keira estaba en serios problemas.

—¡Suéltame! Tienes suerte que no pueda usar mi magia por qué sino…

—incluso si pudieras, no hay nada que podrías hacer.—soltó con una sonrisa engreída.

Lo miré con odio apretando los puños y los dientes por la importancia que estaba sintiendo, mi magia estaba bloqueada por su culpa, resulta que lo que me había dado de beber aquel día…

Como una tonta confíe en él.

—¿Por qué lo hiciste?

—diría que por venganza, pero no es algo tan simple como eso.—aseguró.

—¿Sabes por cuántos años mi familia tuvo que sufrir por este trato? Lo único que hice fue acelerar las cosas.

—¿Acelerar las cosas?—inquirí.

—exacto, ¿Por qué todo un aquelarre de brujas y brujos debían ser sacrificados por alguien tan insistente como tú? ¿Por qué tanto escándalo por una simple bruja? Por muchos años, me pregunté eso hasta que comprendí la razón detrás de todo eso.

—¿De qué estás hablando? ¿Que razones? —quise saber.

Se me quedó callado mirando a mi espalda.

¿Qué estaba pasando?

Me giré en dirección a su mirada y allí estaba él, mi supuesto prometido, Ethan estaba parado a mitad de las escaleras con los brazos cruzados mirando fijamente a Ben de forma amenazante.

Todo mi ser se erizó, con esa mirada daba bastante miedo, pensé que esto solo era saldar una cuenta pendiente, pero parecía que el asunto iba más allá y yo estaba involucrada.

—Que es lo que sabes Ben.

No sé si me zafe o simplemente Eider me soltó, pero caminé con rapidez hasta donde se encontraba Ben, agarrándolo de las solapas de la chaqueta que llevaba mirándolo a los ojos.

Este simplemente desvío la mirada sacudiéndose de mí, dando varios pasos hacia atrás.

—deberías tener cuidado en brazos de qué hombre te echas, vas a casarte.—dijo con indiferencia, mirándome con una sonrisa vacía.

—ya no tengo nada que hacer aquí, me iré, este lugar plagado de demonios y vampiros me repugna.

—¡No! ¡No me dejes aquí sola! Somos familia…

—¿Familia? Nunca te vi como tal cosa.—sentenció.

Su mirada de desprecio hacia mí me dejó helada.

¿Qué le había hecho para que me hiciera algo así?

Mis ojos se llenaron de lágrimas.

Ethan con la mirada afligida extendió su mano a mí, pero la aparté y salí corriendo de allí, no quería que me tocara, que nadie se acercara a mí.

No sabía siquiera hacia dónde iba, solo sabía que quería estar lo más lejos posible de todos ellos, corrí en dirección a lo que pensé, que era la cocina más grande que había visto en mi vida.

Abrí la puerta trasera, saliendo al exterior, a unos hermosos y bellos jardines. Me adentré en un laberinto y aminoré el paso caminando sin rumbo alguno hasta que mis piernas no lo pidieron aguantar más y me desplomé en el suelo.

Abrazando mi cuerpo, me dejé ir, lloré desconsolada, deseando que el dolor se fuera con cada lágrima que derramaba.

¿Debía pasar aquí el resto de mis días?

.......

...-varios días después-...

^^^.^^^

Después de asimilar la situación, intenté por todos los medios escaparme, buscando algún punto ciego para poder huir, pero poco después me di cuenta de que este lugar era fortaleza, estaba protegido por una barrera muy potente, haciendo imposible el poder salir o entrar.

Además, que por culpa de estar alejada de mi familiar, eso limitaba mi energía, sin mencionar que por culpa del bastardo de Ben, mis poderes seguían sellados, imposibilitando aún más mi escapada.

Y para añadir más sal a la herida, no podía demorar más mi respuesta, ya que podía sentir cómo la esencia de Keira iba desaparecido, ya no la quedaba mucho.

Si lo alargaba mucho más, ella definitivamente iba a…

No sé en qué momento me quedé dormida, pero desperté con hermosa iluminación del jardín, tumbada en un banco, con una manta que me cubría el cuerpo, se sentía tan cálido que solo cerré los ojos oliendo ese aroma tan dulce que procedía de la manta.

—me alegra que mi olor te guste.

Me sobresalté con tanta brusquedad que mi cabeza empezó a dar vueltas y perdí el equilibrio.

—ten cuidado, no quiero que te lastimes.

Tomando de mi mano, Ethan me acercó a su pecho para no perder el equilibrio.

—¡No! Suéltame.

Intenté alejarle con mis manos, pero no sé movió ni un centímetro.

—¿Por qué tan agresiva? No pretendo hacerte daño.

—eso es mentira, sois todos unos mentirosos, unos monstruos que matan humanos.

—Los humanos también matan humanos¿y ellos no son monstruos? No deberías juzgar a los demás solo por su apariencia.

Extendió su mano hacia mi mejilla que acarició con sumo cuidado, de la misma forma que días anteriores, lo que más me extrañó fue la calidez que emitía.

—soy sincero cuando digo que no quiero hacerte daño, no tienes idea de lo importante que eres para mí, además eres mi prometida, no sería bueno si lastimo a mi mujer, ¿no?—susurró con una voz suave.

—dices eso, pero me estás chantajeando y obligando a que me casé contigo usando a alguien que me importa.—le reproché.

Se me quedó mirando fijamente y esta vez sus ojos no reflejaban emoción alguna.

—si no quieres que eso pase, ya sabes lo tienes que hacer y tendrás a tu lado a esa persona que tanto aprecias.—prometió.

Me zafé de él poniendo distancia entre nosotros, miré al suelo apretando mis manos.

—quieres que acepte casarme y convertirme en una prisionera.

—¿Qué te hace pensar eso? No eres ni serías una prisionera—soltó con voz molesta.

Ya claro, todo el palacio está protegido con una barrera anti-magia, no me tomes por tonta.

—no lo hago, la barrera no es por ti, estaba mucho antes que llegarás, tengo muchos enemigos, solo es para que nadie se cuele sin permiso en mis dominios.—explicó.

—¿Entonces quieres decir que me van a dejar irme a donde quiera?

—seguramente sí te dejará salir de aquí, tratarías de escapar, ¿me equivoco?

Desvíe la mirada con las mejillas enrojecidas.

¡Claro que me iba a escapar! Lo más rápido que pudier.

pero sabía en lo más profundo de mí que eso no daría resultado.

—incluso si intento hacer eso, me encontrarían así que…

—que bien que estás empezando a entender, puedes ir a donde quieras siempre y cuando no intentes escaparte.—prometió.

No creía en sus palabras, seguro solo era un farol, para engatusarme, pero no me iba a rendir sin luchar y como si leyera mi mente añadió.

—Créeme, no te miento.

—no me amas, y al mismo tiempo yo tampoco lo amo, ¿Por qué condenarnos a un matrimonio sin amor?

—entonces… Si te dijera que llevo amándote desde mucho antes que nacieras, ¿Qué responderías a eso?—soltó de la nada.

¡Q-Que…!

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