Capítulo 19

Le dije que hiciera pasar a mi madre mientras Lady Rosetta Alba se retiraba.

- Saludos a la Luna del Imperio.

- No hay necesidad de ser tan formal, después de todo antes de ser la Emperatriz, eras mi madre. - No me gusta llamarla así porque no lo es, pero tengo que hacerlo.

- Está bien cariño, pero dime ¿Cómo te encuentras? ¿Ya te sientes mejor? - Pregunta mientras se sienta en los sillones.

- Sí, me estoy recuperando poco a poco. Pero sabes, tengo curiosidad sobre algo. - Digo mientras me siento a su lado. - Y espero que tú me puedas ayudar.

- Si puedo, lo haré. Yo lo único que quiero es tu bienestar.

- Hoy tuve una pesadilla y tengo la impresión de que no es un simple sueño sino recuerdos. Y quiero confirmarlo contigo, dime una cosa, ¿Yo quería casarme y ser la Emperatriz? ¿Yo en verdad amaba a Edrick? -

Desvía la mirada y se separa de mí. - ¿Por qué quieres saber eso?

- Necesito respuestas. No sé nada de mi pasado y eso me atormenta. No sé ni por qué estoy en este lugar. Pero tengo la seguridad de que no es por amor.

- Sabes, por una parte, me alegro de que hayas perdido la memoria. Al menos por un tiempo no te atormentará tu pasado.

- ¿De qué hablas?

- No necesitas saberlo, al menos no ahora. Créeme cuando te digo que eso no te ayudará en nada, sino todo lo contrario. Solo vive como lo has estado haciendo. No le des más vueltas al asunto. Trata de vivir bien.

- Pero...

- Me tengo que ir Sophia. Solo vine a ver como estabas. Me alegra que te estés recuperando. - Suelto un suspiro. No insistiré en preguntarle, siento que en este momento no me dirá nada. Aunque siendo sinceros. Ya no sé si en verdad quiero saber. Tengo la impresión de que si logro saber todo el trasfondo de esto cargaré con más angustias y sufrimiento. Un sufrimiento que no me pertenece y no tengo por qué cargar. Ya tengo suficiente con el mío.

- Está bien. Ve con cuidado. - Lo mejor será dejarlo por la paz. No tengo una vida tranquila como para complicarla más. - Tyria, acompaña a mi madre a su carruaje.

- Claro Majestad.

- Por cierto, Isla. Necesito que consigas la mejor cama que puedas, una muy suave, incluso más que la mía. Se la mandas de regalo al Rey de Armenia.

- ¿Una cama? ¿Por qué el Rey necesitaría una? ¿No le gusta la suya?

- Dile que es para que esté más cómodo en su estadía en el Imperio. - Por supuesto no le respondí a sus preguntas. ¿Qué le digo? Que Dominick duerme en mi cama porque es suave y como yo no quiero que lo haga le doy de regalo una.

- Está bien Su Majestad. - Sigue parada en mi oficina. Creo que aún espera la respuesta a sus preguntas. Como se ve que no le gusta el chisme. - Es para hoy ¡eh!

- Perdón, Su Majestad. En seguida lo hago.

Después de pasar toda la tarde en mi estudio resolviendo pendientes, he decidido venir a pintar un poco. Todo eso de ser una Emperatriz es estresante. A pesar de haber adelantado los asuntos pendientes. Hay otros problemas que incluso llevan meses archivados. Por ejemplo, algunas clínicas de salud. Hay muy pocas para los plebeyos y no están en las mejores condiciones. Ya llevan un tiempo pidiendo más presupuesto para poder subsistir, pero Peyton ni siquiera las ha tomado en cuenta. Tendré que pedirle razones de ello, pero será mañana. Ahora estoy sentada terminando los retoques del retrato de Dominick. Pensé que había perdido la práctica, pero ya vi que no, aún recuerdo como hacerlo, es como si no hubiera pasado años en tocar un pincel.

- Anoche fui a verte y no me abriste. - Escucho cómo me hablan al oído y por ello pego un leve grito. Cuando volteo veo a Dominick. Al parecer ya se le está haciendo costumbre asustarme.

- Deja de hacer eso.

- ¿Hacer qué?

- Asustarme

- Nunca ha sido mi intención. Aunque no voy a negar que te ves tierna cuando te asustas. Pero no me has contestado. ¿Por qué cerraste la ventana anoche?

- Entonces eras tú quien estaba tocando. - Decido ignorar lo primero que dijo. - Pensé que solamente era un animal. - Le digo mientras vuelvo a tomar el lápiz de carboncillo para seguir en lo que estaba haciendo.

- Era yo. Fui para decirte que esta semana no podré ir a verte.

- Entiendo. - Digo sin mucha importancia.

- Al parecer te da igual, ¿no?

- Pues es que no tienes que dar explicaciones. Si no puedes, no vayas. No es como si fuéramos pareja o algo por el estilo.

- Eso lo sé Su Majestad. Únicamente no quería que se hiciera una idea errónea. Por eso decidí informarle antes

- ¿Una idea errónea? ¿En qué podría pensar mal de esa supuesta situación?

- Podría llegar a pensar que solamente la utilicé. - No puedo evitar reírme internamente. En todo caso si uno de los dos utilizó al otro. Esa sería yo.

- Entiendo. Pero no lo haré, así que puedes estar tranquilo. Por cierto, quería hacerte una pregunta, ¿Cuándo llegarán el Rey de Dehmoit y el de Forvik para el tratado comercial?

- En semana y media. Por eso mismo estaré ocupado todo este tiempo. El Emperador y yo partiremos dentro de dos días a la frontera que une a los cuatro reinos para ver en qué condiciones está la ruta alternativa y si es factible poder cruzar por ahí. La primera opción es por el mar, pero si en el determinado caso que el Rey de Dehmoit no acepte el trato. Haremos uno los otros tres Reinos, por eso iremos a ver otra ruta, pero el lugar está lleno de montañas y hay más posibilidades para los bandidos poder asaltar. Por eso tratamos de idear un plan. - De hecho por eso mismo fracasa su trato comercial. Como no aceptó Frederick, tomaron esa ruta, pero los bandidos fácilmente asaltaron a los comerciantes, incluso teniendo seguridad, ya que debido a los árboles pueden atacar mejor gracias a los arqueros que no son fáciles de ver.

Bueno pero entonces nuestro queridísimo Rey de Dehmoit está por venir. Él se me hizo un personaje muy interesante. Lástima que esté enamorado de Alessa.

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