CAPÍTULO 7
Edrick Acher
Desde que tengo memoria siempre he vivido enamorado de Alessa, nos conocemos desde pequeños. Fui mi primera amiga, mi única confidente, en sí fue el escape de la realidad en la que vivía.
Mi padre, el Emperador, nunca me trató como un hijo, sino como la persona que en un futuro lo sustituirá. Siempre trató de moldear mi personalidad al de un príncipe perfecto, uno sin errores, inteligente, audaz, respetuoso, pero también debía tener una personalidad fría y reservada. Siempre exigiendo y exigiendo.
Quería tan sólo intentar vivir con tranquilidad. ¿Por qué habría de serme tan difícil?
Sin embargo, con ella pude ser quien realmente soy, ella estuvo para mí cuando más lo necesitaba, siempre dándome su apoyo. Así que la manera en como quería retribuir al menos un poco de todo lo que me ha dado era haciéndola mi Emperatriz. Porque ¿De eso se trata el amor, no? Dar lo que recibes.
Por lo contrario a lo que yo planeaba, gracias a Sophie se arruinaron mis planes, a ella la conocí en un banquete real, me la presentó su hermano, en aquel entonces mi mejor amigo, Jefferson Myers, el ahora General Imperial y heredero del Marquesado Myers. Cuando la vi por primera vez, lo primero que me llamó la atención fue el color de sus ojos, es muy inusual el color de ojos gris, solamente había una familia que los tenía, lo cual resulta extraño porque ella no pertenece a esa familia. Pero perdió todo el encanto cuando vi su mirada, era la misma que la de las demás nobles, una en donde mi reflejo es el de un príncipe perfecto que mi padre se empeñó en moldear. Ella veía algo que no era.
Cuando mi padre falleció y subí al trono. La corte se empeñó en que la Emperatriz fuera Sophia, traté de todas las maneras posibles evitarlo, pero como su padre, a pesar de ser solamente un Marquez, es uno de los hombres más influyentes del Imperio, le resultó más fácil, puesto que es respetado por todos, ya que lo consideran un hombre sabio. Por eso cuando me enteré que estaba apoyando a su hija para que fuera la Emperatriz, me decepcioné de él. Él y mi padre eran grandes amigos, él fue mi maestro , mi modelo a seguir, era como un padre para mí, él sabía que yo quería a Alessa, de hecho aún sigo sin comprender por qué hizo lo que hizo, él más que nadie sabe que su hija no tiene el perfil para ser una Emperatriz. Su personalidad inocente, ingenua, alegre, no encuadra para vivir en el palacio.
Aunque a veces sientía que fingía su personalidad, el ser una persona buena porque obviamente no lo era, una persona así no es egoísta y ella lo fue al sacrificar mi felicidad y la de Alessa por la suya. Porque yo se lo dije, cuando me enteré de sus sentimientos e intenciones, le hice saber que amaba a alguien más, pero poco le importó. Sus únicas palabras fueron: “majestad, yo lo único que quiero es estar a su lado el resto de mi vida y la única manera de hacerlo es siendo su Emperatriz, así que lo siento mucho”.
Cuando Alessa se enteró de ello, no se enojó, ni me reprochó nada, ella más que nadie sabía que era muy difícil ponerla en la posición de Emperatriz siendo la hija de un vizconde sin mucha influencia. Le prometí que cuando tuviera más poder político me divorciaría de Sophia y me casaría con ella, pero que por lo mientras, como su padre la quería casar con alguien más, le sugerí que fuera mi concubina y ella aceptó.
Con el pasar del tiempo me vi obligado a tomar más concubinas por presión de la corte para asegurar el linaje, por supuesto nunca tuve intimidad con ellas, ni siquiera pasé con Sophia la noche de bodas, esa noche estuve trabajando toda la noche, ya que tenía mucho trabajo acumulado a causa de la muerte de mi padre.
Lo peor de todo es que Sophia jamás cambió su manera de ser. No sé si estaba enamorada de mí o no, pero sé que siempre tuvo una idea equivocada de mí, para ella era el hombre perfecto que tenía que estar a su lado, aunque yo no lo era, ni quisiera estaba cerca de serlo. Y nunca le interesó conocerme, se quedó con la idea de lo que todos creían de mí, por eso nunca traté de llevarme bien con ella
Es por ello que cuando despertó del accidente que tuvo, me sentí integrado debido a su cambio, al principio no le quise dar importancia, pero desde que despertó no me ha sonreído ni una sola vez, y eso es lo más raro viniendo de ella, puesto que esa era su característica más representativa de ella, pasara lo que pasara, nunca perdía su sonrisa o la felicidad que emanaba, o al menos eso es lo que aparentaba, puesto que nunca me mostró una mirada enojada o de seriedad, ni siquiera triste, que eso es lo peor. No soportaba ver como ella estaba bien mientras yo tenía que ver como Alessa era tratada como una más. Por eso siempre traté de darle su lugar, en los bailes o reuniones, hacía ver a todos los demás que quien me importaba era Alessa, no Sophia.
Edrick — Habla Alessa trayéndome a la realidad. — ¿Me estás escuchando? — Si no me hace esa pregunta, ni sabría que estaba hablando sobre algo.
— Perdón, ¿Qué decías? No te estaba escuchando.
— Es lo que me di cuenta, estás muy distraido. ¿En qué tanto piensas?
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Nunca me había detenido a mirarla detenidamente, pero desde aquí puedo ver cuanta elegancia desprende, y debo admitirlo, ese vestido la hace ver aún más hermosa.
— Saludos al sol del imperio. —Saluda con tanta seriedad, insisto, no la reconozco. Aunque razonándolo mejor, no sé si la conocía. A lo mejor era como yo, que aparentaba ser una persona que no era. A lo mejor siempre se escondía detrás de una sonrisa la cual era su mejor arma. No lo sé, y tal vez nunca lo sabré. Nunca nadie sabe a la perfección los demonios que cada persona carga.
— Ya viene el carruaje, Alessa regresa a tu lugar. — Me despido de ella, mientras el carruaje se detiene frente a nosotros.
— Saludos al sol y la luna de este imperio.- Habla Dominick
— Es un gusto tenerlo de vuelta. — Hace algunos años cuando era más joven vino al Imperio junto con su padre, el Rey en ese entonces. Por lo que se dice de él es que a lo largo de los años se volvió un mujeriego.Y viéndolo bien, tiene toda la facha de ser uno.
— A mí me alegra estarlo. — Dominick dirige su mirada hacia Sophia. — ¡Vaya! Me habían dicho que la Emperatriz era muy bonita, pero creo que esa palabra le queda muy corta. Sin duda es usted una mujer muy hermosa. — ¡Confirmado!, es todo un mujeriego. ¿En serio? ¿Coquetea con mi esposa en mis narices? Si no fuera porque no tenemos una relación amorosa, esto me hubiera enojado y. no porque le haya dicho hermosa, sino por el descaro con el que lo dice. Lo bueno es que Sophia nunca ha caído ante este tipo de personas. Volteo mi mirada hacia ella, y no lo puedo creer. ¡Está sonrojada! ¿En serio? Aunque rápidamente reacciona y lo disimula.
— Se lo agradezco, pero pase, el banquete en su honor iniciará pronto.
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Comments
cupid@💘
no hermano,no que patético
2023-08-19
5
cupid@💘
Este no está enamorado,es solo cariño fraternal
2023-08-19
0
Daniela
😐🖕
2023-08-11
1