Han pasado dos días desde que estoy en este cuerpo, por suerte nadie ha venido a molestarme así que he podido descansar estos días, pero ya me estoy aburriendo. Aparte necesito poner en marcha mi plan, el cual es conseguir todo el dinero que pueda, divorciarme, y si no puedo, fingir mi muerte. Después iría a vivir al imperio vecino e iniciar un negocio para poder vivir tranquila.
— Isla, voy a salir un rato al jardín. — Me encuentro sentada mientras mi doncella está cepillando mi cabello después de haberme dado un baño.
— ¿Al jardín imperial? ¿Está segura majestad? Estamos en pleno invierno y afuera hace bastante frío, temo que pueda pescar un resfriado. — dice preocupada.
— No te preocupes, iré solamente un rato a despejar mi mente, ya me siento bien así que no creo enfermarme. — digo para tranquilizarla, Isla es una buena compañía, durante el poco tiempo que he compartido con ella me he dado cuenta que es una joven muy amable y sincera, se nota el cariño que le tenía a la antigua Sophia. Aunque sé que ese cariño no es para mí, se siente bien recibirlo, pero claro, debo recordar que no tengo que encariñarme con ella.
— De acuerdo majestad, enseguida le traigo un abrigo. — habla mientras se dirige al armario.
Después de unos minutos me encuentro en el jardín, un lugar bastante amplio y espacioso, se logra ver como la nieve ha cubierto todo, desde las plantas más pequeñas y delicadas hasta los arbustos más robustos han sido cubiertas totalmente por pequeños cristales de hielo. Desde que reencarne en este cuerpo no había salido de la habitación porque todavía estaba asimilando lo que había sucedido en los últimos días. Así que, al sentir la brisa del invierno se siente realmente bien, es como si mi alma se sintiera más fresca y renovada y que, aunque sé que vivir o sobrevivir en este cuerpo no me será nada fácil, tengo una pequeña pizca de esperanza y entusiasmo por un nuevo comienzo. Es una de las razones por las cuales amo este clima, me ayuda a aclarar mis ideas.
Aunque en este momento no me está agradando del todo el clima, ya que debido a ello, tengo que usar un enorme y pesado abrigo. <
Como ya me siento cansada por el abrigo decido regresar, al ir por los pasillos puedo ver que el castillo es lo suficientemente amplio y lujoso, hecha de piedra preciosas y oro puro que le da un aspecto glamuroso. << aquí no escatiman en gastos.>>
— Por cierto Isla ¿Acaso no tengo deberes como Emperatriz? - Pregunto ya que en la novela mencionan que la Emperatriz jamás se hizo responsable de las obligaciones que le correspondían, puesto que no sabía como hacerlas y por ello prefirió delegar todo el trabajo a su mayordomo, solo que nunca especificaron qué tenía que hacer.
— Por supuesto majestad, dentro de las amplias obligaciones que tiene como Emperatriz, se encuentra el administrar el palacio de la Emperatriz y del Emperador, eso incluye los gastos que se tengan que hacer, como es el pago de los sirvientes, las reparaciones o remodelaciones, así como entregar las mesadas de cada concubina, entre otras cosas, pero como nunca lo ha hecho majestad, no tiene que preocuparse por ello ahora. - Vaya, lo último que dijo me hizo ver como una persona holgazana que le deja sus responsabilidades a otras personas, y aunque sí lo era la antigua emperatriz, ya no más, yo no soy ella.
— Isla, dirigeme a la oficina del mayordomo. Necesito hablar con él.
— ¿Ahora mismo? ¿Si quiere podemos ir mañana? ¿No se siente cansada por haber salido? Recuerde que su condición aún no es muy buena.
— Haz lo que te digo. — Lo bueno de ser la Emperatriz es que puedo mandar y están obligados a obedecerme. Una gran ventaja.
— Como ordene su majestad. — Me guía hacia la dirección opuesta a la que ibamos, cuando voy llegando hay guardias custodiando la puerta.
— Saludos a la Luna de este Imperio a la Emperatriz Sophie Myers de Acher. - Dicen los dos guardias al unísono. ¿Acaso ensayan para que les salga perfecto? — ¿Qué desea su majestad? — habla uno de los guardias.
— Dile al mayordomo Peyton que su majestad la Emperatriz desea hablar con ella. — Habla Isla.
— Lo siento su majestad, pero el mayordomo no puede atenderla en este momento, es mejor venir otro día ya que está muy ocupado. — Dice el otro guardia.
— ¿Acaso estoy pidiendo permiso? — Digo algo irritada. — ¿En serio me están negando a mí, la Emperatriz de ver a MI mayordomo? - Hago énfasis en el MI.
Veo desconcierto en sus rostros, claro, como la Emperatriz siempre era muy amable y hacía todo lo que los demás le dijeran tomaron por sorpresa mi actitud.
— No su majestad, claro que no, en un momento le informo al mayordomo. — dice rápidamente el guardia entrando a la oficina de éste.
— Su majestad, puede pasar. — Después de un rato sale el guardia, ¡vaya! hasta que se digna, pensé que me iban a dejar esperando toda la tarde.
Entro a la oficina y logro ver una cabellera blanca atrás de un escritorio, y digo cabellera porque la fila de papeles y carpetas le tapan el rostro. <<¡Vaya! al parecer aquí no hay nada de trabajo que hacer.>>
— Su majestad, ¿Qué desea?— Habla con un tono de voz cansado. Se para, toma una fila de papeles del escritorio y los lleva a otra mesa para que podamos hablar sin que los papeles obstaculicen su vista. En cuanto se sienta puedo ver un hombre de aproximadamente 50 años, con muchas ojeras en los ojos, algo flaco, posiblemente de que no come como debería por tanto trabajo. Ahora me siento mal por él.
— Vine a ver cómo va…todo. —
— Va como siempre su majestad, los mismos problemas y las mismas diligencias. Así que, si es lo que le preocupa, todo está en orden, así que puede irse tranquila. — Fue un <
— No, eso no es todo, he venido para ocuparme de mis obligaciones como Emperatriz.
— Su majestad, esto no es ningún juego, sé que no sabe nada de administración y por eso me ha dejado todo el trabajo a mí.
— Efectivamente, pero quiero aprender, así que dime qué es lo que tengo que hacer.
— De acuerdo, sólo espero que esta vez se lo esté tomando en serio porque no quiero volver a perder mi tiempo. — ¡puf!, otra vez con esa actitud, pero la verdad tiene sus razones, piensa que no sé nada. Y es que antes Sophia al principio le enseñaron qué es loq que debía de hacer, pero nunca le puso el mínimo empeño, pero al menos yo sé defenderme, en mi otra vida iba en noveno semestre en la carrera de administración de empresas, estudie esa carrera porque mis padres tenían una empresa no muy grande y en mi tiempo libre ayudaba en el área contable. Nunca fui la mejor de la clase y por ello siempre salía regañada, pero no era porque fuera menos inteligente que el resto, sino porque habían algunos días en los que faltaba para ir a la empresa a realizar el trabajo de mis padres porque ellos se iban de viaje y en muchos de esos días eran cuando tenía que entregar trabajos importantes o realizar algún examen parcial y eso afectaba en gran medida mis calificaciones, pero claro está que mis padres nunca lo tomaron en cuenta a la hora de castigarme severamente.
— No te preocupes, haré mi mayor esfuerzo. — Digo con una expresión seria a causa de recordar esos amargos momentos.
Y así pasé toda la tarde, viendo explicar al Mayordomo Peyton todas las cosas que debo de hacer, a decir verdad, esto consume mucho tiempo, con razón se ve tan decaído el pobre.
— Ten esto ya está listo. — Después de decirme lo que tenía que hacer, y enseñarme lo básico, me dio unas hojas para revisar si había algún error con respecto a la contabilidad, son los gastos de una construcción, ya que no sólo tengo que administrar los palacios del Emperador y de la Emperatriz, sino también el palacio de las concubinas, el de verano, el palacio Cristal, y todas las mansiones que le pertenecen a la familia real, y algunas obras que están en construcción. Lo bueno es que también me enseñó todas las monedas que se usan y cuanto vale cada una.
Toma el papel y comienza a revisarlo, veo como su cara seria y aburrida la va transformando poco a poco a una de asombro al ir leyendo los papeles. - Esto está bien hecho, pudiste detectar en qué se estaba gastando de más y qué es lo que faltaba para agilizar la construcción. — sigue diciendo eso impresionado, me acabo de dar cuenta que él jamás creyó en mí, me dio los papeles para ponerme a prueba y de que desista de seguir con esto. <
— Por supuesto, era fácil eso. — Expreso con aires de grandeza. — Pero tengo una pregunta, ¿me pagan algo por mi trabajo? — pregunto, ya que tenía planeado vender todas las joyas que tengo e irme, pero si puedo conseguir más dinero, no me vendría nada mal.
Me mira con desconcierto. — Por supuesto majestad, se le da una comisión al final de cada asunto, aparte de su mesada claro está. — ¡Genial! ¡Genial! ¡Genial! Tengo que apurarme entonces a acabar todo esto para conseguir lo más pronto posible más dinero y poder irme de este lugar.
— Tengo otra pregunta, ¿tengo una oficina?
— Sí majestad, pero como nunca la ha usado, en estos momentos no está en condiciones de ser ocupada. — Me imagino, hace años que nadie entra ahí.
Entra mi doncella a la oficina. — Su majestad, el mayordomo Chester ha informado que el Emperador requiere de su presencia en su oficina.
— ¿El Emperador? ¿Ha dicho para qué? — Digo desconcertada.
— No, su majestad, solamente dijo que era urgente. — Vaya, vaya, al parecer voy a conocer al protagonista.
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Comments
cupid@💘
hay tan feliz que estaba,y aparece el prota
2023-08-19
4
Monikita
aish pobre mayordomo lo tenía metido con todo el trabajo de la otra que vivía en las nubes por eso no confía en esta nueva versión que si factura
2023-05-12
0
~√{©£¢%}✓¶🌟💖
Bueno emperador, y ahora que aras con la nueva emperatriz 😊😃
2022-09-27
11