Capítulo 15

Maratón: parte 2

¿Creen en los fantasmas? Yo sí. Cuando veo una película de terror ya no puedo dormir en la noche, ni en la oscuridad. Tenía que prender una lámpara para poder dormir. Sé que muchas personas dicen que las películas de terror no dan miedo, pero a mí si me daba. Recuerdo que una vez vi una película donde a una niña le jalaban los pies de la cama. Créanme, viví traumada por mucho tiempo creyendo que mientras durmiera el muerto me iba a jalar los pies.

Así que como comprenderán, no pude evitar gritar al escuchar una voz al lado mío, ¿Quién no lo haría? Es medianoche, está todo oscuro, y lo peor, se supone que estoy sola. Por supuesto que iba a gritar como loca.

Siento como alguien pone las manos en mi boca, no puedo ver qué es porque en primera, todo está oscuro y aunque no fuese así, tengo cerrados los ojos. Me da miedo abrirlos y que vea algo que me traume de por vida.

Empiezo a tratar de alejarme y a forcejear, pero se sube encima de mí.

¡Maldita sea! ¡Se me acaba de subir el muerto!

- Deja de gritar, soy yo. - ¡Ay no! Me sigue hablando. Padre nuestro que estás en el cielo… Lo único que se me ocurre es rezar, eso hacían en las películas, pero cierto, que no hay cielo, ni infierno… Señor administrador de los mundos que estás en el lago, ayúdameee…

- Soy Dominick, abre los ojos. - ¿Dominick? Después de escuchar eso empiezo a abrir lentamente los ojos. Cuando mi vista se aclara y puedo ver por la poca luz que entra por la ventana que efectivamente es Dominick.

- Su Majestad, ¿se encuentra bien? Hace unos instantes escuché unos gritos. - Habla el guardia afuera de mi habitación.

- Sí, todo está bien, solamente me espanté porque vi una araña horrible, pero ya la maté. No tienen de qué preocuparse. - Les inventó lo primero que se me viene a la cabeza. Se me olvidaba que afuera hay guardias custodiando.

- Idiota, ¿Qué haces? - Le susurro a Dominick mientras lo empujo para que no esté arriba de mí. - Casi me matas de un susto.

- No sabía que ya nos llevábamos así. - Se refiere a la grosería que le dije. - Además, tampoco sabía que eras tan miedosa. - Dice mientras se acuesta de lado y recarga su cabeza con su mano.

- No soy miedosa, lo que pasa es que me agarraste con la guardia baja. Pero no me cambies el tema, ¿Por qué estás aquí?

- Claramente, vine a verte, pero como aún no llegabas y no me quería ir. Decidí esperarte y me quedé dormido

- ¿Y en mi cama?, ¿por qué no lo hiciste en el sofá que está allá?. - Le digo mientras señalo a la esquina.

- Es que tu cama es muy cómoda. -

- ¡Verdad que sí! - No es por alardear, pero en verdad es cómoda y suave. Hasta dan ganas de quedarse todo el día aquí. - Bueno, pero dime, ¿Para qué has venido a verme? No creo que haya sido para saber cómo estaba.

- No, vine para otra cosa. ¿No te lo imaginas? -

- Bueno si has venido por eso, temo decirte que has venido de en vano. Estoy cansada y mañana tengo que despertarme temprano. Así que lo mejor será que te vayas. - Además, solo me quedan dos noches con él. Quiero disfrutarlo por más tiempo. - Por cierto, ¿Cuándo te vas?

- ¿A mi reino? Probablemente, sea en dos o tres semanas. Aparte del tratado de paz también vamos a hacer uno comercial. Se tiene planeado que en la frontera haya una ruta comercial que una a los cuatro reinos, los cuales son, el Imperio Mongolia, el Reino Armenia, el Reino Dehmoit y el de Forvik. Este último es el más pequeño. De hecho supe que muchos nobles, en especial el duque Stone, le habían cuestionado al Emperador el por qué no mejor invaden el reino, ya que como es uno reino pequeño no tiene tanta fuerza militar y fácilmente los derrocarían. Pero él se negó rotundamente alegando que no hay necesidad de hacer eso, solamente se perderían vidas sin ninguna razón. Lo mejor era hacer una alianza. Y tiene razón el Duque. Fácilmente, pueden tomar ese Reino, por eso respeto al Emperador. Cualquiera, al menos con un poco de ambición, lo haría para hacer crecer su imperio. Pero él eligió que ambos reinos prosperaran. - No me sorprende, por algo es el protagonista. Debe ser un buen y justo gobernante.

Y de hecho si es un buen plan, todos los reinos saldrían beneficiados, lástima que no se haya logrado. En la novela el Rey de Dehmoit no aceptó el trato. Ese reino siempre ha tenido conflictos con el nuestro, pero cuando el anterior Rey falleció y Frederik subió al trono, pensaron que podría haber una oportunidad para aliarse.

Lo poco que se llegó a decir de él en el libro es que es un hombre bastante serio, jamás lo vieron sonreír. Con respecto a su vida amorosa incluso muchos suponían que no le gustaba las mujeres, ya que nunca se le vio con una. Lo que nadie sabia era que él sí se había enamorado. Cuando iba a la Academia se enamoró perdidamente de una chica, pero nunca fue correspondido. Y esa chica no es mas ni menos que nuestra queridísima protagonista. Por eso no aceptó el tratado comercial. Por el hecho de que no quería tener ningún tipo de contacto con la familia imperial, y además sumándole que su padre le había inculcado que no debe depender de nadie, ni pedir ayuda, él y su reino debe prosperar solo.

- Ya veo, espero que sí puedan conseguirlo.

- Yo también, si el Rey de Dehmoit acepta saldríamos beneficiados todos. Pero bueno, ya que no será posible está noche, me dormiré otro rato. Descansa.

- Vale, cierras la ventana cuando salgas.

- Dormiré aquí. - Lo dice mientras se tapa con las cobijas.

- ¿Estás loco? ¿Por qué lo harías?

- Ya te dije, tu cama es muy cómoda.

- ¿Acaso solo vienes poe eso? Si ese es el caso, mañana mismo hago que te cambien de cama. Pero no puedes dormir aquí, tienes que irte.

- No te preocupes tanto por eso, me iré antes de que amanezca. - Ese maldito. No puedo simplemente sacarlo, ya que afuera hay guardias. A menos que lo arrastre y lo empuje por la ventana.

¡Pero qué cosas dices!, no puedo hacer eso. No seas burra, eso incluso haría más ruido. Suspiro resignada. No me queda de otra que aceptar que se quede a dormir.

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