Capítulo 7

Parecía estar en sus asuntos, pero no dejaba de escuchar el corazón latiendo de esa chica. No podía ignorarlo. Su lobo se lo decía. Tomó su ropa y se fue a su habitación sin mirar atrás, dejando a la muchacha hecha un lío. Ella lo comprendió al poco tiempo de llegar, estaba aquí para cumplir una fantasía de venganza de Matthew y para tener un techo en donde vivir.

Esa noche soñó con Matthew, con el joven cambiaformas, el chico de su misma clase social que se le había declarado cuando se volaron una clase. Era el primer amor de Johana. Era evidente que la odiaba por dejarlo. No obstante, el Matthew del pasado se peleaba con sus compañeros por cualquier cosa y siempre aparecía con nuevos vendajes y moretones. Johana había intentado acercarse a él, estaba preocupada porque siempre estaba herido y le daba lástima. Pero Matthew siempre la ignoraba.

Un día atrapó a Matthew fuera del club cuando él se había escapado de una de sus clases de golf. Tenía un ojo negro y estaba tan enfadado que las orejas de lobo estaban presentes, su cabello era gris y tenía un cigarro en la boca.

—¿Bien? ¿Qué quieres niña? —Matthew espetó.

Johana señaló la clase de golf.

—Yo… voy tarde.

Matthew estaba malditamente cerca de reírse.

—¿No me digas? Ya pasa de media hora que inició la clase.

—¿Ah?

Ella miró su Rolex de oro. Era verdad. Se quedó de pie sin saber qué hacer. Matthew la miraba intrigado, estudiando cada expresión suya.

—Bueno, pues, ¿puedo quedarme aquí a esperar? Si no quieres no…

Matthew iba a rechazarla nuevamente, pero no lo hizo. Estaba algo curioso por saber cómo era ella, sí era como las otras posiblemente no le hablaría mucho. Matthew era muy guapo, pero todas huían de él como si fuera un ladrón, y la fama se la ganó solo por quitarle su almuerzo a un chico que le caía mal. Pero sorprendentemente se sintió cómodo con ella.

Pasaron los días juntos, en el escondite de Matthew. Decía que no asistía a esas clases porque era para idiotas, entonces Johana lo acompañaba únicamente para estar con él, pues le agradaba mucho y consideraba que él se ve sexi todo desaliñado.

Cierto día, las cosas se fueron poniendo calientes entre ellos y Johana lo besó, pero retrocedió únicamente para mirar la cara de Matthew. ¡Era su primer beso! Los besos se hicieron todavía más calientes y cuando Matthew quiso algo más, Johana se detuvo. A Matthew no le molestó en absoluto, se conformaba con besos, acompañados de abrazos y caricias, pero jamás se tocaron íntimamente o se vieron desnudos. Matthew era realmente espléndido, caballeroso y educado con ella. Era increíble que con ella fuera así y con el resto era agresivo, la hacía sentir muy especial.

Y despertó de su sueño. Volver al pasado con solo dormir, era lindo, pero se sentía doloroso al despertar.

El departamento entero olía a huevos, con tocino, eso conllevo a Johana caminando como zombie hacia la cocina y se detuvo al ver a Matthew cocinando. Le tomó varios segundos salir de su asombro. Matthew escuchó sus latidos de su corazón y se volvió al instante.

—¿Te quedarás ahí o vendrás?

—¿Ah? Yo… si voy.

 “Eres un estúpido”

—Déjame en paz.

—¿Perdón? —preguntó la aún perturbada chica.

—Nada.

Estaba loco ¿O qué?

Johana creyó que Matthew hablaba con su lobo, únicamente por un segundo.

Tenía escuchado de su padre, que sus accionistas hablaban solos a veces, en ocasiones hasta discutían en silencio. La razón: sus animales.

Y como era de esperarse, ese recuerdo apagó el entusiasmo de la mañana. El ambiente se puso tenso, Matthew lo sintió. Cuando comía su desayuno, ninguno dijo algo sobre nada. El desayuno no fue tan increíble como Matthew lo había planeado porque Johana no volvió a decir nada más. Ella miraba su comida, perdida en sus recuerdos más tristes, pero continuó comiendo de una manera voraz. Sin embargo, Matt no apartó la mirada de ella hasta que sintió que la contemplaba.

—¿Qué me ves?

Matthew negó, no le había invitado a cenar anoche, tal vez estaba realmente hambrienta.  Cuando terminó, se puso de pie. Matthew la miraba con una mezcla de sentimientos, en los cuales predominaba el enojo.

—Necesito ir a descansar, ¿puedo?

Johana estaba tratando de evitarlo, no quería estar cerca de él, no lo soportaba. Eso le hizo enfurecerse y a duras penas se contuvo a sí mismo de gruñir a la mujer o gritarle un sinfín de cosas. Johana estaba cerca de echar humo también. Estaba enfadada porque ella no pensó que se iba a sentir tan indefensa en su vida. No incluso desde que… lo que sea. No importaba. Finalmente, Matthew le dio permiso de ir a descansar, por lo que ella no perdió un minuto más para retirarse.

Se había metido en esto y aun así, cerraba de golpe los cajones del ropero.  Odiaba que Matthew no fuera como solía ser y que él estuviera de acuerdo con todo lo que decía.

***

—Hola Guī Xián. ¿Qué tal? ¿En qué puedo ayudarte?

“¿De nuevo él?”

El apuesto hombre llegó a la oficina de Matthew. Esos fueron amigos desde la universidad.

—¿No puedo visitarte?

—Claro, pero siempre vienes a pedirme dinero. ¿Esa es la razón? Si estoy en lo correcto, aquí tienes.

Matthew le entregó un sobre, Guī Xián negó.

—Tengo suficiente dinero, mi padre no ha escatimado en gastos desde que me enteré de que se metió con la empleada de servicio, no quiere que le diga a mi madre.

—Eso es trágico, tu madre es la mejor esposa que he conocido.

Su enojo volvió al acordarse de Johana, ella ponía distancia cada que podía hacerlo. No actuaba ni actuaría jamás como la madre de Guī Xián, aquella dama era digna de ser llamada esposa.

—Lo sé y francamente me molesta mucho, pero qué más da, un millonario jamás es fiel.

—¿Cómo tú?

—¿Yo? No tengo novia.

Matthew bebió su taza de café sin dejar de mirar a Guī Xián. Conocía el romance que Johana tuvo con él, aunque este jamás se enteró de que a ella le gustaba. Francis podía ser un poco chismosa, a veces únicamente con las personas seleccionadas.

—Ya veo. ¿Cómo te va?

—Bien, pero algo dudoso.

Matthew lo miró intrigado.

—¿No has ido al burdel? —Guī Xián preguntó.

—No. ¿Por qué?

—Nada es que… parece que falta alguien ahí.

“¿Alguien? Menudo idiota, ahora veo porque se llevan entre sí”

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