Capítulo 5

Johana casi pensó que había entendido mal. Pero no lo hizo. Matthew hablaba en serio y estaba a cargo ahí.

—¿De verdad?

Matthew se encogió de hombros, como si nada de esto le importara, como si no estuviera acostumbrado a acostarse de esa manera en el pasado, como cuando contaban las estrellas y se besaban cada que pasaba una estrella fugaz. Entonces, Johana lo miró. La única razón por la que lo haría, es porque Francis era su patrona y por algún incentivo que Matthew debió darle, el dinero sería bastante y si era verdad que tendría toda la noche con ella. Johana se levantó, poco a poco dejó caer su vestido, revelando su ropa interior y continuó con su ropa interior sexi hasta quitarse todo. Acto seguido, Matthew se desabrochó su pantalón y su enorme excitación saltó animosa hacia afuera. Johana lo miró, era increíble. Antes solo se daban besos franceses, ni siquiera llegó a tocarlo.

Como cambiaformas lobo, podía oler y sentir todo de ella. Calor corrió a través de su cuerpo y no pudo contenerlo. La chica conocía la capacidad que Matthew tenía para oler a distancia, sobre todo si se trataba del deseo. Ahora, él le pidió hacerle sentir bien, aunque si se tratase de otra persona, no sucedía nada, pero era Matt; su primer amor.

—Bien, lo haré —dijo Johana con determinación, mientras que esperaba que su exnovio soltara alguno de esos suspiros que antes hacía, cuando ella se acercaba demasiado. No había casi nada del chico que ella amó cuando ambos eran jóvenes. Deseaba que la versión antigua de Matthew estuviera por ahí. No tenía voz ni voto dentro de esas paredes. Johana se hincó a la altura de la excitación de Matthew, siguió mirándola y sonrojó. Él encontró divertido eso.

—Aún te sonrojas hasta el pecho. ¿Sientes algo por mí ahora? —Matthew expresó con una sonrisa ladina.

—¿Qué? Claro que no, tengo 30 años, esas cosas ya no pasan.

—Tienes 29 años. Tu cumpleaños es el mes que viene. —Agregó. No podía creerlo.

—No puedo considerar que recuerdes mi cumpleaños.

—No es como si fuera un día fácil de olvidar y esto es todo lo que voy a hablar con alguien que se supone tiene que estarme chupando la…

Antes que Matthew siguiera hablando, Johana se metió lo que pudo de la excitación de Matthew en la boca. Un grito asustado del hombre la animó.

—Eso es, debiste ser más eficiente antes.

—¿Perdona? —Se alejó ligeramente—. No es precisamente mi deber hacerlo en ese entonces.

—Solo guarda silencio y haz tu trabajo.

Johana mantuvo la boca cerrada. No debía estar discutiendo ahora con el cliente. Si Matthew se molestaba y daba quejas a Francis, seguro ella la castigaría, no quería hacer enfadar a su jefa. No quería volver a las calles. Se tragó sus palabras como pudo y se juró a sí misma que se lo devolvería a Matthew.

Sus uñas arañaron suavemente el cabello de la morena. Era una sensación placentera, ya que traía más de esa sensación de cosquilleo a su cuero cabelludo, y al resto de su cuerpo, erizándolo de manera magnifica. Matthew nunca supuso que su exnovia tuviera tanto talento.

Dos horas después de una noche desenfrenada. Johana estaba agotada, intentó alejarse, pero no pudo, los brazos de Matthew estaban amarrados en su cintura, si fuera otra situación, se hubiera ruborizado hasta las orejas, pero ahora estaba intrigada. Ella recordó, que una vez Matthew le dijo que los lobos como él, cuando se apareaban, el nudo se extendía y tomaba unos minutos volver a su forma normal. Johana tosió y volteó su rostro. Aún estaba Matthew dentro y no sabía qué hacer. Pero Matthew si sabía.

—Recogerás tus cosas y te irás conmigo.

Johana sintió erizarse. Volteó su rostro de nuevo.

—¿Qué?

—Hablé con Francis y desde hoy dejarás de ser prostituta pública.

—Hablas como si fuera contadora o algo así.

—En sí, la prostitución es una profesión, requiere esfuerzo y mucho coraje —afirmó.

Johana no comprendía la voz de robot que hizo. Eso no era lo que le estaba importando ahora.

—¿Por qué quieres que me vaya? Puedes venir siempre que quieras.

Matthew sintió una oleada de gratificación y a la vez furia. Apretó su agarre en la cintura de su amante mientras gruñía en silencio. Parecía que quería que continuara visitándola, hubiera estado bien si fuera exclusiva solo de él, pero Johana quería seguir aquí y estar con hombres. Eso no podía torearlo.

—Exclusivamente estarás conmigo y es mejor que ya no estés aquí.

—¿Y Francis estuvo de acuerdo?

Matthew asintió.

—¿Cómo es posible…?

—Le di tanto dinero que no te necesitará.

—¿Por qué haces esto Matthew? ¿Eres algún tipo de psicópata? ¿Estás jugando conmigo?

—Si fuera tú, deberías agradecerme por esto. Considerando que te salve de esos dos cambiaformas y que ya no estarás aquí con hombres todos los días.

—Pero me gusta mi trabajo.

Matthew gruñó. El gruñido retumbó en toda la habitación y alertó a Johana.

—¡Harás lo que dije!

El nudo se fue y Matthew se levantó de inmediato, antes de que no pudiera levantarse en toda la noche. No le importó cuando la mirada de Johana era de terror. Solo quería una cosa nada más… su contrato exclusivo.

Cuando Matthew se fue, Johana se vistió de inmediato y salió enojada hacia la oficina de Francis. No tocó.

—¿Qué significa esto Francis? ¿Por qué me traicionas de esta manera?

Francis escribía en su laptop. Aun cuando Johana se dirigía allá dando taconazos, ella no desvió su mirada del ordenador.

—No lo hago, solamente elegí al mejor cliente para que te vayas con él.

—¿Cómo pudiste?

—Me lo agradecerás después. Ahora recoge tus cosas y ve a la entrada, un chofer te espera para llevarte al departamento de Matthew, claro.

—¿Qué?

“¿A su departamento?”

Matthew vivía en una lujosa mansión ¿Cómo es que Matthew estaba en un departamento? ¿Qué tipo de departamento? ¿Qué estaba sucediendo en su vida?

—¿En dónde está Matthew?

—Tuvo que salir, él te espera en su departamento.

Johana hiperventiló antes de escuchar un consejo de Francis.