capítulo 9

Abrí los ojos pensando que Rita estaría a mi lado, pero no, estaba solo en la habitación. Me levanté, sentía una paz interior, como si la decisión de Hane fuese un mandato divino que debía aceptar y que mi matrimonio tenía que terminar para poder comenzar un nuevo ciclo. Lavé mi cara, me coloqué una bata y bajé hasta la sala, allí estaban Rita y Jade.

Jade preguntó y luego Rita:

_ ¿Cómo te sientes Damir?

_ Si amor, ¿Cómo te sientes?

_ Estoy bien no se preocupen, ya el mal rato pasó.

Contesté a ambas, pero lo que a continuación escucharon las dejó paralizadas también:

_ Si Hane quiere irse del país y llevarse a los niños yo acepto, si eso la hace feliz y le da tranquilidad, quién soy yo para detenerla, Jade, ¿Puedes coordinar todos los trámites?

Jade todavía impresionada:

_ Por supuesto que sí, pero ¿Estás seguro de lo que dices y de lo que me pides?

_Sí, estoy muy seguro de lo que acabo de decir, le voy a firmar el permiso para que se vaya y se lleve a los niños.

_ Bueno entonces me encargaré de todos los trámites para que ellos se vayan sin ningún problema y te los traeré para que se despidan de ti, pediré a Hane que por compromiso personal los niños no deben perder el contacto contigo ni conmigo.

_ Si Jade, por la tranquilidad de Damir.

Pidió Rita.

_ ¿Podemos ir a comer? Tengo hambre.

_ Claro vamos a cenar, la comida debe estar fría.

Invitó Jade.

Fuimos a la mesa y mientras Rita calentaba en el microondas Jade me miraba sin decir nada, como esperando una reacción, pero ya no sentía aquella presión en mi pecho, estaba tranquilo y sereno.

Rita sirvió la cena y comimos hablando sobre la remodelación del nuevo edificio.

_ ¿Cuánto dinero has gastado en toda la remodelación?

_ Eso no es problema tuyo Damir, tu preocúpate por mantener la firma en pie.

_ Perdón señora Jade, no fue mi intención ofenderla, jajaja.

_ Respeta a Jade, ¿No ves que es la benefactora que nos está ayudando?

Intervino Rita.

_ A esta mujer yo la adoro Rita, si la hubiese conocido antes que José la hago mi esposa.

_ Ahora si te estás volviendo loco Damir.

Terminamos la cena y luego de ordenar la cocina subimos a las habitaciones, esta vez con más calma, encendí la TV, me acosté y apagué la luz, me arropé y me quedé pensando:

<< Volveré a mi vida de soltero después de tantos años casado, volver a comenzar, ¿Será con Rita que voy a compartir mis próximos años? >>

No encontré nada interesante en la TV, la apagué y me dispuse a dormir, y como cosas del demonio se abre la puerta, entra alguien a quien no distinguí por lo oscuro de la habitación. Enciendo la lámpara de noche, allí estaba Rita frente a mí al pie de la cama. Tenía puesta una bata de dormir color naranja claro, sin sus feos lentes y con esa mirada atrevida que tanto me perturba. Quitando su bata lentamente me dijo:

_ A partir de esta noche este cuerpo será tuyo, no quiero que estés triste ni llorando, mírame, soy toda para ti.

Al quitarse la bata pude ver que tenía puesto un brassier transparente y una tanga tipo hilo que le hacía juego. Sus enormes y firmes tetas estaban frente a mí, dando una vuelta dejó ver lo pequeño de su tanga, sus blancas y redondas nalgas trazaban una curva que terminaba en su fina cintura, sus hermosas y bien formadas piernas huérfanas de ropa esperaban ser cubiertas por las mías.

Colocó un pie al borde de la cama y de un solo impulso quedó parada en mis pies. Semejante espectáculo de mujer muy dispuesta a entregarlo todo. Mi piel se erizó, me costaba un mundo mantener la boca cerrada, un cosquilleo comenzó a bajar desde mi pecho recorriendo mi abdomen hasta llegar a mi entrepiernas, sentí al instante como mi miembro dijo presente.

_ Rita, ¿Me quieres decir que está pasando, qué quieres hacer?

_ Está pasando que... tengo algo que llevo muchos años guardando, y que hoy voy a sacar para ti, eso está pasando.

_ Tú… ¿Tú crees que sea el momento propicio para que suceda?

_ No sé si es el momento propicio, pero esta noche me voy a entregar a ti.

_ Esto no va a terminar bien Rita.

_ Seguramente que no, mañana amaneceré adolorida y siendo toda un señora, ¿Recuerdas la vez que me pediste que fuera a comprar algo y me dijiste que comprara algo para mí? Y que me tarde un poco y cuando regresé me preguntaste y jamás te mostré lo que había comprado

_ Si Ri… Rita lo recuerdo, ¿Pero qué tiene que ver eso en este momento?

_ Compré este brassier y está tanga tipo hilo. Desde entonces han estado en mi cartera, hasta hoy que decidí ponérmelos para que tú los disfrutes así como disfrutarás de este cuerpo.

Yo estaba bañado en sudor, tembloroso, no sabía qué hacer, solo la miraba mientras ella se acercaba a mí.

Se colocó de rodillas y caminó como una gata, una gata que tenía la perversidad en su mirada. Cuando sus t.t.s rozaron con mis piernas, un impulso eléctrico subió hasta llegar a mi columna.

_ Por Dios Rita ¿Qué… qué haces?

_ Hoy seré tuya Damir, de mi no te escaparás, aquí nadie nos va a interrumpir.

Sus t.t.s seguían rozándome al paso que ella iba subiendo, chocaron con mi masculinidad que estaba a punto de explotar, siguió subiendo y cuando sus enormes y firmes t.t.s llegaron a mi pecho, sus labios decididos y calmados encontraron los míos temblorosos e inseguros.

_ Rita me estas torturando, me vas a provocar un infarto.

_ No te mueras que aún no me conviertes totalmente en mujer.

Comenzó a besarme y dejó caer todo su peso sobre mi cuerpo, cuando mi masculinida estuvo entre sus piernas exclamó:

_ Dios mío dame fuerzas, que rico se siente.

Sentía como mi p.n. palpitaba apretado a ella.

_ ¿Rita tú estás segura?

_ Yo sí, pero al parecer quien no está seguro eres tú. Quítame el brassier por favor.

Llevé mis manos hasta los broches, los solté, sus t.t.s quedaron libres, luego apreté sus nalgas y la contraje hacia mí, ella dejó escapar un suspiro, no sé si de emoción o de miedo, bajé su tanga con uno de mis pies. Completamente desnuda sentía su cuerpo sudoroso igual que el mío, tomé mi miem... con una mano y con la otra jugaba con uno de sus pezons, lo llevé hasta su entrada y ella me dijo.

_ Espera un momento por favor.

Soltando otro suspiro.

_ ¿Qué pasa Rita, te arrepentiste?

_ No amor, ¿Me imagino que después de aquí no hay marcha atrás?

_ Pues no, de aquí en adelante pasarás a ser toda una mujer.

_ ¿Y me dolerá mucho amor?

_ No sé Rita, yo solo sé que estoy que no me aguanto.

_ Bueno, esto me lo busqué yo solita.

Y cuando me disponía a pen.trarla tocaron a la puerta varias veces, le tapé la boca y pregunté:

_ ¿Eres tu Jade, te sucede algo?

_ Sí, disculpa que te despierte, ven un momento, escuche ruidos extraños afuera.

_ Dame un segundo y salgo.

Rápidamente me coloqué la bata y salí.

Cuando me vió preguntó:

_ ¿Estás bien? Te veo algo sudoroso.

_ Estoy bien, vamos a revisar las cámaras del área externa, allí veremos si hay alguien tratando de entrar.

Fuimos hasta la sala de monitores y chequeamos, eran unos perros jugando en las jardinerías, encendí los riegos automáticos y al sentir el agua corrieron lejos de la casa.

_ Ya puedes quedarte tranquila, todo está bien.

_ Gracias a Dios, ¿Y Rita dónde está?

_ Debe estar en su habitación, gracias a Dios no se despertó, porque coge a dar gritos.

_ Qué bueno que era solo eso, disculpa por despertarte.

_ Tranquila Jade, gracias a ti por avisarme.

Aliviada se fué a su habitación y yo fuí a la mía. Cuando entré Rita ya no estaba, la busqué hasta en el baño, pero no encontré, en ese momento suena mi teléfono, era un mensaje suyo:

_ Me vine a mi habitación. Mañana si tenemos oportunidad conversamos de lo sucedido hoy, te quiero, te amo y te deseo con todas mis ganas.

Contesté:

_ Hasta mañana, feliz noche y que descanses.

Tomé mi toalla y otra vez a la ducha, a darme otro baño, esta vez de agua fría para quitarme la calentura que me dejó Rita.

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