"Y si la luz se desvanece de mis ojos ¿Quién me recordará?"

...XVIII...

Alertada por la llegada del duque rápidamente me escabullo hacia mi recamara antes de que él se percate de que fui a ver a mi mamá. Por fortuna ni el duque ni Amanda logran darse cuenta de lo su cedido y logro pasar desapercibida.

―Señorita Selenia ―dijo una de las sirvientas quien al verme llegar da un gran suspiro de alivio ―. Creí que el duque se daría cuenta agradezco a los cielos que todo haya salido bien.

― ¿Me harías un favor? ―digo ―. ¿Me dices donde esta Sophie?

―Fue asignada a la señorita Amanda ―responde ella ―. El duque ordeno que Sophie la atendiera en todo.

―Entiendo, por favor cuando el duque, Amanda y yo salgamos llévale algo a mi madre esta tan débil y necesita comer algo.

―Lo hare señorita ―con esa promesa me quedo un poco más tranquila.

A pedido del duque salgo de mi recamara y me dirijo a la entrada. Al poco rato como si de una princesa se tratase Amanda desciende con un vestido color oro y su cabello hermosamente arreglado. Su padre la recibe con orgullo y sujeta su mano con cariño, Amanda sonríe de forma graciosa y camina con gracia. Es una imagen triunfal la que proyecta y ella lo sabe muy bien, sabe que en esta noche la fortuna le sonreirá una vez más y se convertirá en la mujer más Amanda del reino.

Al pasar por mi costado ella me dedica una sonrisa de burla antes de salir de la mansión, el duque le ayuda a subir al carruaje y el hace lo mismo después de Amanda, por mi parte yo lo hago al final ayudada solo por el cochero quien muy gentilmente corrió en mi auxilio, le agradezco y la puerta del carruaje se cierra en el acto. En todo el trayecto reino el silencio, mientras el padre y la hija se muestran emocionados por esta importante noche mi mente en cambio divaga por los sucesos que están a punto de acontecer. Los recuerdos no dejan de invadirme inconscientemente vuelvo a revivir los sucesos de mi primera línea de tiempo.

Al llegar somos anunciados por el mayordomo del palacio e inmediatamente las miradas curiosas no tardan en hacer que me sienta incomoda y como si fuese alguna especie de entretenimiento para ellos. Amanda parece disfrutarlo, ¿y en su lugar quien no? Ella recibe todos los comentarios de apoyo y las muestras de afecto. Las personas la compadecen de tener una hermana como yo y solo desean que sea ella la elegida por Gregor para ser la futura reina.

Amanda se muestra complacida, su enorme sonrisa resplandece y toda su presencia destella como un pequeño pedazo de sol. Todos la adoran y disfrutan de su presencia y calidez, Amanda al igual que yo también ha regresado y es más que obvio que utiliza su encanto y capacidad para atraer a las masas de seguro aprendida cuando ejerció como reina. Es astuta y encantadora e imposible desenmascararla.

La llegada de Gregor y el rey Gerald es anunciada y todos abren espacio para que sus altezas reales ingresen a ocupar el lugar de honor. Llama la atención la ausencia del Archiduque ya que se supone que hoy sería su ultimo día en el reino antes de su partida mañana a primera hora. Pero esta noche también se anunciará oficialmente a Gregor como el príncipe heredero y futuro sucesor del rey Gerald.

―Amanda ―el príncipe se apresura a ir al encuentro de su querido ángel luciendo un traje a juego con el de ella.

―Gregor esto es tan hermoso ―exclama Amanda con una bonita sonrisa ―. Parece un cuento de hadas.

―Tú eres la joya que más resplandece en este lugar, no hay nada ni nadie que se te compare.

―Buenas noches su majestad ―hago una reverencia saludando a mi futuro ex prometido, pero él ignora mi saludo como si yo no estuviese presente en cambio sujeta las manos de Amanda y la mira directamente a los ojos.

Ambos se alejan sin decir palabra alguna y quedo completamente sola en aquel salón. El baile continuo las parejas danzan y yo apartada de todos soy una paria a la que nadie desea ver ni tratar. Tampoco deseo estar en este lugar y no es como si hubiese tenido alguna opción. Si me hubiesen dado a escoger en estos momentos preferiría estar con mi madre preparándonos para nuestra partida.

Los murmullos continúan, puedo sentir las miradas acusadoras y el deseo de que me retirase del salón, el ambiente es tan hostil que una dama de carácter más sensible no hubiese podido tolerarlo y es probable que abandonase. Yo no voy a hacerlo, no voy a seguir huyendo.

―Veo que tiene el valor de venir al palacio a pesar de todo lo que se habla de usted ―una de las damas presentes y seguidora de Amanda me enfrenta a la vista de todos ―. ¿No tiene vergüenza lady BellaFleur?

― ¿Por qué habría de avergonzarme? ―digo sin dejarme intimidar por alguien tan maleducado como esa mujer ―. No he hecho nada malo ni he dañado a lady Amanda y respondiendo a su comentario sobre mi valor al atreverme a venir a la despedida del archiduque le respondo querida que como aun prometida del príncipe tengo más derecho que usted.

―Atrevida ―exclamo la otra dama ofendida con mi respuesta ―. Y encima tiene el descaro de mostrar altanería, veo que usted lady Selenia carece de decencia y de vergüenza y no sabe cómo compadezco a su padre y a su hermana al tener que soportar a un monstruo como usted.

― ¿Indecencia y vergüenza? ―digo con un rostro frio y una mirada endurecida ―. Mi señora, creo que esas palabras la definen perfectamente a usted quien está apoyando un acto tan inmoral como es la infidelidad y no tiene vergüenza alguna en negarlo.

El rostro de la mujer muerta un profundo odio hacia mí, la he humillado cuando ella pretendía hacer lo propio conmigo, pero debe de saber que con Selenia nadie puede meterse, no soy Amanda ni cualquier otra dama que se dejaría intimidar. Amanda tiene razón después de todo y es que no puedo ocultar a la verdadera Selenia. No dejare que nadie ensucie mi nombre ni me trate de esa forma.

―Tendrás tu castigo ―dice la mujer ―. No creas que has ganado ya que todo el daño que le estas causando a la pobre señorita Amanda lo vas a pagar envidiosa bruja.

Puede que tenga razón, si todo sale como Amanda desea esta noche Gregor me exiliara, puede que ella intente mover todo a su favor para cambiar el exilio a la pena de muerte, pero tengo que saber mover muy bien mis fichas para poder conservas mi vida e irme exiliada de este reino, prefiero eso a morir.

― ¿Qué es lo que está diciendo usted lady Rossette? ―como un caballero protector lady Aria viene en mi auxilio, se ubica cerca de mí con elegancia y agitando su abanico como un orgullo pavo real sus plumas. Señal de que están a punto de atacar ―. Creo escuchar una amenaza a lady Selenia eso sería muy mal educado de su parte.

― ¿Lady Giovanna? ―por el semblante de la dama me percato que no se esperaba que Aria saliera en mi defensa, es de esperarse ya que nuestra enemistad duro mucho tiempo y apenas y hace unas semanas nos hemos reconciliado ―. No sabía que simpatizara con lady Selenia.

―Es mi amiga más preciada ―dice Aria ―. Y me pareció oír una amenaza dirigida a ella, pero creo que oí mal, ya que no concibo que algo tan vulgar como una amenaza a la prometida real pueda venir de usted querida lady Rossette, eso es tan escandaloso ―Aria le dedica una pequeña risilla fingida, su abanico no deja de agitarse.

―Veo que lady Giovanna tiene amistad con una mujer tan viciosa como lady Selenia, no me extraña ya que oí rumores sobre tu intimidación a lady Amanda.

―Veo que defiende mucho a lady Amanda querida Rossette ―dice Aria ―. No me extrañaría que usted también forma parte de aquellas que apoyan ciegamente un acto tan inmoral como el que comete la buena señorita Amanda.

―Prefiero a la señorita Amanda como reina que a una malvada y envidiosa mujer como lady Selenia.

―Pues yo prefiero la verdad, ante todo.

Lady Rossette sonríe de lado para luego alejarse de nosotras. Al reunirse con las demás damas y caballeros recibe el apoyo de todos mientras que Aria y yo somos apartadas del resto.

― ¿Se encuentra bien? ―dice Aria preocupada por mí.

― ¿Cuándo alguna vez me he dejado intimidar por alguien? ―sonrió ―. Esta no hubiese sido la primera vez.

―Es cierto ―dice mi amiga ―. Pero aun así se me hace muy mal educado que no respeten su posición y se sientan con el derecho de ofenderte solo porque se creen las mentirías de lady Amanda.

―Tienes que admitir querida Aria que Amanda es una persona muy astuta y que inspira protección en momentos de vulnerabilidad.

―Me sorprende su manera de expresarse, he de suponer que al fin ha visto la verdad en mis palabras y ahora cree en ellas.

¿Cómo decirle que era más que eso? De seguro se sorprendería y seria ella la que dudase de mis palabras.

―Sí ―respondo ―. Y no solo es eso, he descubierto que Amanda es la que está tras los rumores sobre mí.

―Eso no puede ser ―exclama Aria indignada ―. Es algo despreciable tenemos que exponerla Selenia antes que sus mentiras la perjudiquen irreversible.

― ¿Y quién nos creerá Aria? ―digo ―. Tu misma dudarías de mi palabra si no hubieses oído por ti misma las calumnias y mentiras que Amanda levanto en contra tuya. Todos la adoran y todos la ven como la dama a la que hay que proteger y con el favor de Gregor ella no puede ser tocada.

La impotencia de Aria al verse sin alternativas es muy visible, su abanico se agita aún más.

―No puedo creer que ella gane al final ―dice ella ―. No puedo creer que una dama como lady Amanda haya atraído el afecto del príncipe Gregor y controle a todo el mundo como si estos fuesen marionetas.

Al final Amanda es la futura reina y es natural que todos se encuentren maravillados con ella. Incluso me atrevo a pensar que ese sería el caso de Aria si no hubiese oído los falsos rumores directamente de los labios del adorado ángel del reino Castiello.

Mientras todos bailan, mientras Amanda sonríe y Gregor le muestra su afecto sin inhibiciones de forma pública y en frente de su padre yo continúo pensando en mi madre y su salud, me pregunto si al fin ha logrado probar alimento. Espero que se recupere pronto y podamos empezar a reparar nuestra relación.

De todos los lugares desearía poder estar junto a Lindel, me pregunto que estará haciendo ¿Se habrá olvidado de mí? Desde su última carta no he vuelto a tener noticia alguna y estoy empezando a creer que no volveré a saber de él. La ausencia del Archiduque me hace suponer que su partida fue inevitable y no tuvo más remedio que seguir a su señor y retornar a su hogar, aquel imperio lejano hogar también de mi verdadero padre, puede que después de mi exilio regrese a la nación de mi familia paterna, tomare el apellido Sidérea y empezare de nuevo.

Si tuviese un único deseo sería que Lindel pudiese estar conmigo en aquella nueva aventura que emprenderé, no me importa si es plebeyo o un noble de rango inferior. Solo deseo permanecer a su lado porque cuando lo necesité él se mantuvo a mi lado, cuando llore sus manos secaron mis lágrimas. Me hizo comprender que incluso una mujer nacida para ser una villana como yo puede aspirar también al amor.

Amanda susurra algo al oído de Gregor, observo sus lágrimas caer y este le abraza en ademán protector, sé que Amanda le ha venido diciendo de todas las supuestas intimidaciones de las que ha sido víctima y estoy segura que le acaba de informar del incidente en la plaza de la ciudad. Con testigos que declararán mi culpabilidad no tengo opción de salir inocente de dicha acusación.

Mi momento se acerca, desearía sentir el calor de su mano para hacer esto al menos más tolerable.

Gregor me observa con furia y se aproxima a mi encuentro como el héroe de la historia que protegerá a su amada de las despiadadas garras de la bestia.

—¡Selenia BellaFleur! —escucho mi nombre ser pronunciado y todas las miradas se posan en mí incluida la del rey Gerald.

Gregor con un rostro de total desprecio me observa de forma acusadora, Amanda se encuentra a su lado sujetada de su brazo e intentando escudarse tras él como si yo representase un peligro para ella.

Al fin ha iniciado.

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