...XII...
El lado popular de la ciudad es toda una diversidad de gente y maravillas, por todo lado existe ruido y se siente la vida abriéndose paso. Aquí no existen clases sociales ni la rigidez de una sociedad estricta y agobiante. Todo se sentía más orgánico, incluso las risas y las expresiones de júbilo de algunos.
―Una vez más lamento haberlo obligado a venir aquí ―digo abriéndome paso entre la multitud que vienen a nosotros en sentido contrario ―. No pensé que habría tanta gente.
Aunque debí haberlo supuesto.
―Descuide Selenia ―responde en una sonrisa ―. Me estoy divirtiendo en su compañía, Por cierto ¿Cuál era el lugar que desea visitar?
―Una tienda de libros ―respondo.
―Aquí hay una, tal vez debamos entrar y ver si encuentra lo que está buscando.
Al ver el lugar señalado por Lindel compruebo que efectivamente muy cerca de nosotros ubicado en una esquina muy concurrida se encuentra una pequeña tienda que muy bien puede pasar por una casa común si no fuera por el letrero que indicaba lo que ahí ofrecen.
Al abrir la puerta el sonido de una campanilla alerta de nuestro ingreso dándonos el aviso, a partir de ahora nos adentraremos a otro mundo. Enormes paredes y columnas hechas con libros de todas las formas y tamaños nos dan la bienvenida como si fuese una enorme fortaleza. Aquel olor característico de los libros antiguos es tan fuerte que hace que mi mente quede extasiada.
― ¿Buscan algo jóvenes? ―detrás de una columna enorme de libros un anciano emerge como si se tratase de una especie de hechicero, su postura encorvada y sus diminutas gafas le dan la apariencia de un búho muy sabio ―. Sean bienvenidos y disculpen el desorden, se supone que estoy limpiando un poco, pero es una eterna tarea sin fin.
―Perdone por interrumpir en un mal momento ―digo sintiéndome apenada ―. Si gusta podemos regresar en otra ocasión.
―No, está bien así. He estado limpiando este lugar por los últimos veinte años y parece que nunca terminaré ―sus pies se arrastran hasta lo profundo de la tienda y se pierde tras otra nueva pared de libros, Lindel y yo nos miramos confundidos sin saber qué hacer o decir ―. Bueno, ¿se quedarán ahí o van a entrar a beber té? ―dice el anciano mostrando su cabeza de nuevo.
―Usted perdone, pero ¿qué fue lo que dijo? ―quiero saber por qué a este punto no tengo idea de adonde vine a parar.
―Lo siento ¿Dónde he dejado los modales? Mi nombre es Akim o el viejo Akim también me llaman, ¿Y cómo debo de referirme a usted jovencitos?
Mi mente queda confundida por un momento debido a lo extraño que se estaba tornando esta situación, por fortuna un ligero toque en mi hombro por parte de Linden hace que reaccione y pueda responder al pedido de mi anfitrión.
―Mucho gusto señor Akim, mi nombre es Selenia.
―Es un placer, yo soy Lindel ―mi compañero al igual que yo hace una respetuosa reverencia.
―Ahora ya nos conocemos y podemos disfrutar de nuestro té sin problemas, adelante por favor ―continúa el anciano Akim.
―Después de usted Selenia ―Lindel muy amablemente me sedé el paso y yo me abro camino entre aquel laberinto colosal. Me alegra que mi vestimenta sea ligera y sin volumen, no hubiese podido caminar por aquellos pequeños espacios con un voluminoso vestido.
― ¿Estás bien Lindel? ―pregunto a mi acompañante asegurándome de que no tenga problemas en ese reducido espacio, se supone que se encuentra bajo mi cuidado.
―Descuide Selenia ―responde evitando que los libros de mayor altura le cayeran en la cabeza ―. Puedo manejarlo ―noto diversión en su voz.
Al fin localizamos al anciano quien ponía la mesa para tomar el té, algunos libros se encontraban aún sobre esta y un sencillo arreglo de orquídeas decoraban un poco el lugar. El anciano abre una ventana cercana y la luz entra iluminando lo que hasta ahora fue una estancia oscura.
―Tomen asiento por favor ―dice el viejo hombre de los libros colocando ―. Traeré el té y los bocadillos.
―No es necesario señor ―intento hacer que desista con la finalidad de evitarle un acceso de trabajo ―. Por favor no se moleste.
El hombre se asoma por lo que parce ser el marco de la puerta de la cocina.
― ¿Entonces no van a comprar un libro? ―pregunta.
―Claro que sí.
―Entonces el té estará listo en un instante ―y luego se retira para proseguir con su tarea. Confieso que si no estuviese en su compañía ahora mismo estuviese presa del miedo. Nunca me he topado con un hombre tan excéntrico como aquel anciano, podría jurar que no las tenía todas consigo.
―Temo que es un poco tarde para desairar la invitación, en todo caso solo es beber un poco de té no creo que eso represente peligro ―Lindel intenta darme valor cuando una parte de mí desea tomarlo del brazo y echar a correr antes de que el anciano extraño apareciera de nuevo.
Al observar un poco el lugar noto que le falta una buena capa de limpieza, las paredes son de color blanco y algunas pinturas de paisajes las decoraban, pase al evidente desorden puedo notar cuatro enormes muebles para libros que yacen completamente abarrotados. Al prestarle atención a algunos tomos que tengo cerca puedo leer en los lomos títulos variados que toman los temas desde aritmética hasta geografía pasando por la música y algunas novelas de misterio y fantasía.
Luego de un enorme rato que pareció toda una vida al fin el anciano de los libros aparece trayendo consigo un carrito repleto de dulces y por supuesto no podemos olvidar la tetera con el vapor aun saliendo de la boquilla.
― ¿Miel o azúcar? ―pregunta el hombre sirviendo la caliente infusión y ofreciéndome un endulzante.
Hace demasiado calor como para tomar té caliente, pero si digo algún comentario fuera de lugar temo que el anciano desista de brindarnos su ayuda así que no me queda de otra más que decir:
―Dos de azúcar por favor.
― ¿Y usted caballero, que es lo que prefiere? También tengo un poco de café si apetece.
―Té está bien, con dos de azúcar también ―compadezco a Lindel quien viste ropa gruesa, estoy segura de que se quemara vivo. Le invitaré un helado cuando salgamos de todo esto.
Los tres sentados en esa pequeña mesa repleta de libros y decorada por flores bebimos el té recreando lo que parecía ser la escena de un libro infantil, pero aquí los pastelillos no volaban hasta caer justo en la vajilla y las teteras no servían por sí mismas el té.
―Bien, a lo que vinimos ―digo dejando mi taza vacía en la mesa luego de negarme al tercer pastelillo ofrecido por el abuelo Akim ―. Estoy aquí por un libro inespecífico abuelo.
― ¿Segura que no quieres algo más de pastel? Estás tan delgada niña, tú ―añade señalando a Lindel quien al igual que yo había finalizado de beber ―. Deberías darle de un poco más de dulces a tu prometida, en cualquier momento el fuerte soplido el viento la alejará de tu lado.
Mis mejillas queman al oír ese comentario, estoy a punto de aclarar aquel malentendido cuando es Lindel quien decide responder:
―Ella es perfecta tal y como es no necesita subir o bajar y si el viento fuerte del oeste quiere arrebatármela lucharé contra él y mantendré a mi amada cerca de mí.
Esto es demasiado Lindel no debería seguirle el juego ni inventar algo como eso.
―No le des más cuerda ―le susurro cerca al oído un poco enfadada por aquella libertad que se otorga a sí mismo como para decir todas esas cosas.
― ¿Entonces la señorita viene aquí por un libro en específico? ―continuo el abuelo Akim ―. Como pueden ver los poseo todos solo tienen que decir el nombre del libro y estoy seguro de que lo hallaré entre esta ciudad de manuscritos.
―Estoy buscando una novela romántica, “La dama de plata y el caballero de la luna” rompí el ejemplar de mamá y quiero remplazarla con una copia para evitar de que se percate.
Una pequeña mentira sale de mis labios, no me enorgullece mentir, pero es necesario para hacer creíble mi historia.
El anciano guarda silenció por algún momento, frota su mentón como quien intenta hacer memoria sobre algo de vital importancia. Sus ojos se ven aún más diminutos detrás de aquellas gafas y en su frente las arrugas del pensamiento se hacen aún más marcadas, al final se incorpora de golpe de su asiento causando en Lindel y en mí, sorpresa, ya que no pensamos que el abuelo Akim fuese así de ágil. El excéntrico hombre de los libros empieza a buscar de entre un enorme estante repleto de estos hasta reventar, sus dedos huesudos se mueven de un lado a otro intentando localizar con el libro solicitado. Lindel y yo nos mantenemos en suspenso desde nuestros asientos.
― ¡Lo he encontrado! ―la voz triunfal del abuelo Akim se deja oír.
― ¡Qué suerte! ―respiro aliviada más luego las ansias por averiguar aún más aquel misterio que involucra a mi madre me sobrecogen.
El abuelo Akim retira el libro del enorme estante, al verlo entre sus manos puedo notar que se trata de un manuscrito muy semejante al ejemplar incompleto que se encuentra en la mansión. Aunque a comparación del de mi madre este se ve un poco más grueso de seguro porque este poseía las páginas completas. Akim viene hacia nosotros y deposita el libro en mis manos.
― ¿Es semejante al libro de su madre? ―pregunta el abuelo Akim.
―Es muy parecido, casi idénticos ―al buscar en la última hoja me doy cuenta de que no existe la dedicación que se encuentra en el ejemplar de mi madre ―. Disculpe usted ― empiezo ―. ¿Por casualidad sabe usted algo sobre el autor de esta novela? He notado que tanto en este ejemplar como el que tengo en casa no figura el nombre del escritor.
―Es un libro poco conocido y que hasta hace poco creí que yo poseía el último ejemplar, pero no pude haber estado más equivocado. Como verá usted señorita Selenia el nombre no figura porque el autor no escribió más nada que lo que se encuentra en sus manos. El libro pertenece al imperio de Regis fue ahí donde lo conseguí, cuando era más joven y podía permitirme viajar largas distancias sin que el cuerpo terminase por dolerme llegué a la capital del imperio de Regis, Anthe. Recorrí la ciudad buscando libros interesantes para añadir a mi colección privada o para venderlos en mi tienda, había adquirido buenos ejemplares y ya era la hora de mi partida cuando al pasar por una mansión de una familia que al parecer había caído en la ruina observe que muchas cosas fueron llevadas a exteriores y otras estaban siendo vendidas, no tenía ya interés alguno en adquirir nada más de lo que ya poseía, pero entonces vi que entre todos esos objetos este libro sobresalía de entre un viejo baúl con cosas sin utilidad, esto era lo único valioso de ahí, al preguntar por el nombre del autor me dijeron fue el hijo mayor de la familia el que la había escrito, originalmente existieron dos únicos ejemplares, pero el otro no tenía paradero conocido. Quise saber el precio del libro, pero me dijeron que no estaba a la venta entonces…
―Entonces lo robo ―dije comprendiendo lo que quiso dar a entender, un libro que tuvo como lugar de origen el imperio de Regis, una familia en ruina y la última posesión de un hijo, ¿Qué relación tiene eso con mi madre? ―. Abuelo Akim ―formulo la pregunta más importante y por lo que vine a este lugar ―. ¿Cómo se llama el autor?
―Antares Sidérea ―dijo el hombre de los libros revelando a autor original del libro ―. El hijo mayor de una familia en ruinas.
―Antares Sidérea ―repito procurando grabar el nombre del hombre que hasta hace instantes fue un desconocido y que al parecer guarda alguna especie de relación con mi madre, debió de haber sido una relación sentimental por la connotación de la dedicatoria y las palabras de amor plasmadas en ese escrito.
―He oído hablar acerca de la familia Sidérea ―dice Lindel captando mi atención en el acto, por supuesto él pertenece al imperio si existe alguien que pueda darme razón acerca de la familia del hombre llamado Antares entonces el misterio terminara por aclararse.
― ¿Qué es lo que sabes de ellos Lindel? ―suplico ante él para que logre revelar todo lo que sabe.
―La familia Sidérea era una de las facciones más importantes del imperio y pertenecían a aquel grupo que apoyaba al emperador, por largos años poseyeron influencia política y social. Oí que a la muerte del líder de la familia fue el hermano y no el hijo mayor quien lo sucedió debido a que se alegaba que el hijo mayor carecía de la experiencia y la edad apropiada para ser cabeza de familia y líder de facción, pero ya en el poder el hermano del difunto líder se vio involucrado en negocios turbios y enriquecimiento ilícito, cometió muchos delitos imperdonables y por los que él pensaba que no sería castigado. Debido a sus crímenes el nombre de su familia se ensució y las facciones que no simpatizaban con el emperador exigieron un castigo severo, El líder de la facción responsable fue encarcelado, sus bienes fueron decomisados y la familia Sidérea cayó en la ruina, perdió su fortuna su posición y la influencia que en años anteriores disfrutaron, humillados vendieron lo poco que les quedaba y se fueron del imperio. La facción se desquebrajó y sin alguien que reclame el liderazgo seguirá en posesión de la corona imperial, aun ahora algunas facciones continúan pidiendo las posesiones de los Sidérea sin éxito alguno.
Al terminar su relato Lindel vuelve a guardar silencio y yo busco un asiento cercano antes de que mi mente empiece a fallar luego de toda esta información. No hay que ser muy listo para comprender lo que está sucediendo es más que claro.
―Mi madre tuvo un amorío con Antares Sidérea ―digo.
―Su madre es la dueña del otro libro igual a este, el escrito en donde Antares narro sus idilios de amor con la dama de plata.
―Esto es demasiado ―digo sintiendo una extraña sensación en el pecho.
― ¿Te encuentras bien Selenia? ―Lindel me sujeta evitando que caiga al suelo debido a mi obvio malestar. Hay preocupación en sus palabras ―. Salgamos de aquí, necesitas respirar un poco ―sus palabras y su presencia es todo lo que necesito, Lindel me da paz agradezco que pueda estar aquí acompañándome.
―Estoy bien, no te preocupes ―no soy una dama débil e intento demostrarlo. Pero pese a mi afirmación Lindel continúa sujetándome del brazo. Aquel gesto me enternece.
― ¿Qué hará ahora señorita? ―pregunta el abuelo Akim con una apacible sonrisa a pesar del momento de tensión existente ―. ¿Qué hará con toda esta información?
―No hay nada por hacer y no me corresponde juzgar.
Al final es la vida de mi madre y no tengo derecho alguno en criticarla, yo busqué la verdad la he obtenido y mi búsqueda ha finalizado.
― ¿Cuánto es el precio por el libro? ―pregunta Lindel ―. Porque está a la venta, ¿Verdad?
―Claro que sí, todo lo que está aquí está a la venta, menos yo por supuesto. Aunque el precio ahora aumentara un poco, espero sepan comprender.
― ¿Y cuánto es el valor ahora? ―digo.
―Treinta monedas de oro.
No puede ser cierto, es diez veces más que el precio de un libro normal.
―Es ridículo.
―Usted comprenderá que un libro como este, en tan buen estado a diferencia del que posee su madre merece un valor como ese.
Estoy empezando a creer que el anciano planea enriquecerse con mi desesperación, pero no voy a ceder, claro que no. Soy una excelente negociadora y no permitiré que…
―Me parece bien, treinta monedas es un precio razonable ―dice Lindel.
¿Qué está haciendo este imprudente? Está dejándose ver la cara, treinta monedas es demasiado.
―Oye Lindel, no te dejes engañar ―tiro de su brazo intentando hacerle entrar en razón ―. Es demasiado.
Pero Lindel saca una pequeña bolsa de tela de entre sus ropas y las coloca en la mesa haciendo un fuerte ruido metálico, al abrirse aquella bolsa las relucientes monedas se dejan ver.
―El libro es mío ahora ―dijo el caballero del imperio ―. Un trato es un trato.
― ¡Por supuesto que es un trato! ―los ojos del anciano brillaron al ver el oro reluciente en la mesa ―. Es todo suyo hombre del imperio.
Luego de eso Lindel y yo salimos de esa tienda tan peculiar con el único ejemplar de “La dama de plata y el caballero de la luna” en mis manos, ya que luego de adquirirla él me la obsequio a pesar de mi negativa de aceptarla, pero fue tan insistente que tuve que recibir el obsequio, después de todo pago una suma exorbitante para adquirirla no puedo menospreciarle.
Caminamos por las calles de camino de regreso, el caballero Lindel muy amablemente me acompaño hacia la mansión. No me negué a su compañía, ya que la mañana muy pronto se volvió en ocaso y es muy peligroso deambular sin la escolta apropiada.
Mientras emprendemos el camino de regreso un silencio breve nos embarga solo roto de vez en cuando por los suspiros y el sonido de nuestras pisadas en la calzada.
― ¿Sigues confundida verdad? ―habla de repente ―. Tantas cosas en un solo día.
―No debería de sentirme confundida ni pensar en eso más de lo necesario ―respondo ―. Es la vida de mi madre y siento que acabo de inmiscuirme en ella.
― ¿Puedo preguntarle algo Selenia? ―dice Lindel y noto su mirada dorada en mi perfil.
―Puedes hacerlo Lindel ―doy mi consentimiento a la vez que le sonrió o al menos lo intento porque me encuentro tan agotada que únicamente deseo poder descansar profundamente y acomodar mis ideas.
― ¿Cambia en algo saber el pasado de su madre con el concepto que ya posee de ella?
Ante esa pregunta me tomo un breve tiempo para responder.
―No soy quien para juzgar a mi madre y más si tuvo un pasado amoroso que sucedió antes de mi padre. Aunque admito que es sorpresivo enterarme de algo tan íntimo aun así no dejaré de respetarla, solo …
― ¿Solo? ―insiste en saber más.
―Solo me gustaría saber por qué mi madre aparentemente renunció al amor de alguien para casarse con un esposo indiferente como mi padre, un hombre cruel y que no teme golpear. ¿Por qué lo soporto todos estos años? ¿Por la posición tal vez? Es algo difícil de comprender del todo.
Mi madre se enamoró, pero prefirió a mi padre y ahora pretende que me aferre a Gregor ¿Por qué hace tal cosa?
― ¿Selenia?
Mis mejillas se sienten húmedas, ¿Qué es esto? ¡Qué ridículo! ¡Basta Selenia BellaFleur! ¡Deja de llorar! Las lágrimas son para las heroínas no para las villanas, las villanas no muestran debilidad, resiste.
Las villanas no…
―No quiero terminar como mi madre ―confieso entre lágrimas ―. No quiero casarme con alguien por interés… No quiero esa vida yo… no quiero morir, tengo miedo a morir, no de nuevo.
―Ven aquí ―sus brazos me envuelven, siento su calidez es tan tibio que me siento a salvo ―. No morirás Selenia, te doy mi palabra de que no será así.
―Que hermosa promesa ―y las lágrimas continuaron corriendo por mis mejillas.
En verdad desearía estar así por siempre.
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Updated 56 Episodes
Comments
Dora Guzman Pacherres
Ella no es hija del duque ella es hija del amor de su madre. Por eso el padre nunca la quiso y tampoco a su madre.
2025-01-23
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Solo_Ro
Le estan haciendo una prueba!!!
2025-03-15
0
Solo_Ro
¿Será su verdadero padre?
2025-03-15
0