Capítulo 19: Nombres

“Perdona a tus enemigos, pero nunca olvides sus nombres” – John F. Kennedy  (Rencarnación de Ralph)

Caí en cuenta de diversas coincidencias y pistas que siempre estuvieron allí,  incluso gramaticalmente, para insinuarme todo este origen de Alice y yo. Además  del ciclo al que estaba destinada: el sacrificio constante de mi existencia.

Pongámoslo de este modo, Alice, fue la primera Camila, hizo tantos saltos  temporales en su propia línea de tiempo que creó una nueva donde nacería yo.  Las líneas de tiempo pertenecen cada una a una realidad, y haber traído como  consecuencia la mía hizo desaparecer la suya.

En otras palabras, Alice viajó tanto al pasado en su realidad, que la desestabilizó y  para tratar de solucionar este enredo, ella entró en el inconsciente de mi madre,  en esta realidad, para que yo fuera llamada Camila, como estaba predestinada, un  nombre que contiene las letras de Alice, con algunas más que hacen nuestra  diferencia, pero que sobre todo, posee la misma carga energética.

Probablemente, después de la fiesta del acontecimiento, logre desarrollar  capacidades psíquicas como las de Alice que me darían la capacidad de viajar al  pasado en mi propia línea temporal y que me harían cometer el mismo… ¿Error?  Creando una tercera Camila, que al igual que nosotras, tendría un nombre casi  con las mismas letras: Amelia.

Amelia saltaría en el tiempo, pero no en su propia línea, si no en la de mi pasado  como Elizabeth y me protegería adoptando la forma de mi caballo, que Mike, mi  padre, mataba, ocasionaría un bucle que poco a poco me haría desaparecer en el  pasado y futuro. Alice trataba de salvar mi existencia, la existencia de las tres.

Por otra parte, los nombres pueden decir mucho sobre nuestros orígenes y  también nos dan pistas sobre nuestras reencarnaciones.

Por ejemplo, no es coincidencia que Camille Saint-Saëns tenga mi nombre en  francés, que ambos nacimos en octubre, los dos prestamos atención a la  astrología para el lanzamiento de nuestras obras… Es una de mis  reencarnaciones.

En el caso de Ralph, fue Ralph Neville en La Guerra de las Rosas. Liz tampoco es  la excepción, llegó a ser Lizzy Borden la famosa asesina.

No obstante, nosotras no éramos las únicas con la habilidad de viajar en el tiempo,  todos los Magnos podían hacerlo. Pero que debido a la naturaleza de nuestro flujo  de energías en nuestro árbol almalógico, mis hermanos y yo solo podemos viajar  al pasado, y mis primos al futuro. Al menos, sin desorientarnos.

Los nombres pueden venir acuñados ya por la tradición o ser creados para describir una nueva realidad (neologismos). En este segundo caso, suelen ser generados y escogidos con los criterios preferentes de brevedad y extrañeza, a fin de que la identificación de la persona, cosa o concepto sea fácil, rápida y clara.

“Pues la regla es: mermelada mañana y mermelada ayer… pero nunca mermelada  hoy.” — Lewis Carroll (Magno)

Liz tuvo otro sueño relató:

“El humo del cigarrillo entró en mi nariz, trayéndome a esa extraña realidad donde  los hombres y las mujeres con cabellos esponjados y trajes coloridos, se movían  al ritmo disco de la música. Me encontraba sentada viendo el cigarrillo que se  consumía reposando entre mis dedos. Un vaso de agua a medio beber se hallaba  en la mesa donde estaba sentada, mientras el humo volátil se fundía con el  oxígeno, yo observaba mi extraño alrededor analizando en qué época estaba y  principalmente, quien podía ser yo.

En mi observación me topé con unos intensos ojos verdes, que me devolvían la  mirada en el reflejo de un espejo que no se encontraba muy lejos de mi mesa. Al  perderme en lo que veía, el humo invadió por completo mi interior, tosí un poco y  lo introduje en el vaso de agua. Comencé a inspeccionar a esa extraña mujer que  al parecer era yo.

Llevaba botas altas y blancas con un cierre plateado, estas terminaban justo al  final del corte del vestido de lunares coloridos que llevaba puesto, el cual tenía un  escote pronunciado al frente que dejaba entrever algunas pecas salpicando el  pecho, también tenía un cinturón blanco rodeando su estrecha cintura, unas  enormes argollas doradas guindando por encima de los hombros y una cinta  similar a los tonos del vestido la cual estaba colocada sobre su frente.

La mujer tenía su muy largo cabello de un rubio algo opaco. Pude observar mi  mano, que era la suya, fina y con las uñas bien arregladas con un barniz escarlata.  Su maquillaje no era muy extravagante, hacía resaltar sus ojos verdes y sus  pequeños labios se veían notables con su estridente color fucsia.

En ese instante, llegó una camarera de corto cabello marrón, tomó mi vaso y dejó  en su lugar un vaso lleno de lo que supongo era whisky.

– ¡Oiga! –La detengo antes de que se voltee por completo –No he ordenado eso…

Ella se gira sobre sus talones, me observa y sonríe. Es allí donde empiezo a sentir  la cabeza pesada, ya que su mirada y su sonrisa eran las mismas de Elizabeth…

–El hombre que se encuentra por allá –Decía ella mientras lo señalaba con su  elegante gesto de la mano –Le pidió ese Whisky –Su voz sonaba profunda y  cautivadora.

En lo que se volteó y siguió su camino, comencé a buscar el lugar señalado con  anterioridad por la camarera, y encontré a un hombre leyendo un libro al otro extremo del lugar. Era el único en todo el bar que estaba en esa zona, totalmente  aislado y leyendo, ajeno a los sudorosos cuerpos danzantes que bailaban al ritmo  de la música. Caminé hacia él entre la gente que apartaba de mi camino con los  codos.

Al estar en su mesa, parecía como si no notase mi presencia. Carraspeó los  dedos sobre ella y él levantó la mirada sobre el libro.

–Esperaba tu llegada –Dijo cerrando el libro y dejándolo en la mesa –Por favor,  siéntese –Su voz era profunda y gruesa, pero de matices amables.

– ¿Dónde estamos? –Pregunté sentándome en la silla frente a él.

–Estamos en todas partes, y a la vez, en ninguna parte –Hizo una pausa para ver  si le respondía, al observar que no me movía, reanudó la conversación –En su  mirada oculta grandes cosas ¿no es así? Un alma atormentada que no puede  descansar, con murmullos nocturnos que la aquejan… Dígame algo, ¿cree que el  mundo es como se le cuenta? ¿Cree usted que solo estamos hechos de materia?  O ¿hay algo más que nos completa y nos une?

– ¿Qué estaba leyendo? –Fue lo que me limité a preguntar, sentía la garganta  seca y también me sentía mareada.

– ¿Esto? –Levantó el libro de cuero verde que llevaba un título dorado en un  idioma que no entendí –Es un libro escrito por una amiga que considero parte de  mi… Como una hija quizás… Es un libro que no se ha escrito aún, Madame.

– ¿Puedo verlo? –Pregunté.

–No, lo siento… En algún momento le verás –Dijo mientras guardaba el libro en su  saco. El hombre estaba vestido de saco y corbata, su cabello castaño estaba  peinado a la perfección – ¿Sabe? Es tan ilógico lo que es lógico y lo que es ilógico  es lógico… Todo lo dicho y predicho se une como un engaño ¿No cree?... Estás  muy callada.

–Disculpe, es que es extraño hablar con usted.

–Bueno ¿Por qué hablar? Vamos a bailar –Se levantó como todo un caballero, me  extendió su mano y de un momento para otro estábamos solos en el bar.

La música era suave y tranquila, comenzamos a mover nuestros cuerpos en  sintonía con la música, se sentía relajante y pacífico, sus pasos y los míos  encajaban a la perfección.

– ¿Sabe…? Esperé este momento por mucho tiempo.

– ¿Por qué? –Pregunté mirándole a los ojos y él solo se limitó a sonreír.

– Relativamente, aun lo sigo esperando y sé que usted también. Aquí nuestra  alma habla, se desata y así igual que todos se develarán lo que realmente  somos…

– ¿Y qué somos?

–Somos a simple vista individuos que sirven como objeto de investigación, y  nosotros pasamos de ser investigadores a simples mundanos que creemos  ciegamente en comentarios de otros.

–Siempre he pensado eso…

–Siempre hemos pensado eso. Ahora, apoye su cabeza en mi hombro, cierre sus  hermosos ojos esmeraldas, déjese abandonar entre mis brazos y la hermosa  música que hoy nos devela el corazón a carne viva hará resurgir nuestra alma de  las cenizas.

Confundida hice lo que me pidió. Al apoyar la cabeza en su hombro vi a la  camarera sentada en una mesa sonriendo, volteé mi rostro hacia su cuello y cerré  mis ojos saliendo del sueño.”

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