¨Cada tiempo es una esfinge que se precipita al abismo en lo que se ha resuelto su enigma¨
Es 23 de febrero. ¿Sabían que dicen que los 23 son días sin nombre, vacíos en el espacio tiempo y carentes de propósito? Pero me dijeron que es la persona correcta y me corresponderá. Aunque no le puedo decir algo parecido a Liz sobre Mark.
¿Pero cómo no tener miedo? Con tanta presión ejercida y con todos los comentarios de que mi destino dependería de este día y este momento.
Es bastante extraño como se dio todo, siguiendo los pasos preestablecidos. Supongo que siempre ha sido así, pero esta vez vemos esos pasos y vamos pisando huellas ya marcadas, que sorprendentemente, ahora podemos ver.
La gente normal no hace eso, solo fluye con la corriente pensando en la propia dirección a la que van, cuando lo que ven no existe, y lo que no ven, si lo hacen, a pesar de que la verdad esté siempre firme cuando los ojos no son merecedores.
Después de un día en Mesdom fui con Liz al café mientras esperábamos la llegada de mi padre. Allí nos encontramos a Emi y a Betzandra, unas Hominum llenas de bastante curiosidad que solicitaban las habilidades de grafología de mi amiga.
¿Cómo no preguntar? Después de todo no somos demasiado discretas cuando hablamos de temas relacionados con el ocultismo.
El ocultismo es pensamiento mágico en tiempos de modernidad y secularización, es magia post ilustrada y por tanto, aunque lo oculto y lo ilustrado sean enemigos ideológicos, se reconoce de ambos lados la necesidad de una argumentación racional incluso para defender lo irracional.
Después fuimos a casa de Liz donde Julius me miraba con una sonrisa bastante extraña. Por su condición, no podía decirme una palabra, pero iba al cuarto de Liz (cosa que, según ella, nunca hace) y se tiraba sobre mis cosas.
En la tarde llegamos al parque donde Ralph y Mark ejercitaban ¡El camino fue toda una odisea! pero fuimos siguiendo pistas bastante curiosas en la calle, pensando también en la posibilidad de que nosotras, hubiéramos sido a su vez la pista de alguien más.
Kurt Cobain sabía hacer canciones felices que sonaran tristes porque él era eso: una canción feliz que sonaba triste… Sin embargo, era mucho más feliz de lo que la gente pensaba y no se pudo haber suicidado. Creo que Ralph, o mejor dicho, su alma podría ser lo contrario: una canción triste que suena feliz.
El entrenador de Ralph y Mark hizo algunas bromas de mal gusto sobre nuestro cuerpo cuando nos vio y nos animó a hacer ejercicio también, así que nosotras nos alejamos a donde estaban ubicados los columpios y otros juegos.
Ellos venían de vez en cuando para hablar con nosotras, y yo, sentada en el columpio, pensaba en esos sueños de él que me llego a contar, y pensé que seguramente no me veía tan radiante como él me describía, que no estábamos tampoco en un bello parque de Alemania. Pensaba que su mejor visión de mí era cuando cerraba los ojos y no cuando veía directamente a los míos.
La segunda vez que Liz y Mark se fueron le di la carta que confesaba mis sentimientos.
– ¿Qué es esto? –Dijo en ese tono que tanto me encantaba, sentí el primer ¡click! de nuestro rompecabezas encajando desde lejos. Sé que él se sintió igual.
Allí fue cuando formalmente nos hicimos novios y tuvimos un lindo beso de despedida.
Resonó en mi cabeza la frase de Alice ¨Eres una rosa marchita esperando por el suave riego de un semejante”. Entendí que él era otra rosa y juntos, por el tiempo que debiera durar, nos nutriríamos y regaríamos diariamente cultivando nuestro amor.
De regreso a casa le escribí a Ralph.
– ¿Qué tal tu día?
–Hoy a mí me paso algo.
– ¿Qué?
–La chica que me gusta se volvió mi novia.
–Ah, ¿sí? Lo mismo me pasó con el chico que me gustaba que coincidencia.
–Sí, y la besé. Se sintió como si mi cabeza explotara después de tanto tiempo. Un hormigueo recorrió todo mi cuerpo, fue muy lindo.
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