“Una búsqueda comienza siempre con la suerte del principiante. Y termina siempre con la prueba del conquistador.” –Paulo Cohelo (Hominum)
Estos seis meses representan el final de una etapa de mi vida... Todos tomaremos caminos separados, y como firme rama que creció unida y fuerte, ha llegado el momento en que la punta de la rama se divida en otras ramificaciones, y quien sabe, tal vez siendo una de ellas, me vuelva a cruzar con algunas o tal vez no.
Es cierto que no conocen a estos seres que se presentan y me acompañaron en la aventura, No sé por dónde empezar…
Lo más lógico sería desde el comienzo, pero si de algo me di cuenta este día es que soy diferente en cualquier esquema donde me metan. Empezaré por los sentimientos más frescos.
Uno de esos débiles días de clase en Mesdom. Debíamos llevar una canción para traducir en clase de Lenguas Muertas, llevé una de un grupo inglés tan poco conocido que no creí que Liz, esa chica con la que nunca hablaba, traería exactamente la misma.
“Me desperté, tuve un mal sueño y nadie estaba a mi lado. Estaba peleando pero me sentía demasiado cansada para ello, supongo que no soy del tipo de personas que lucha…” Decía.
Como siempre, ella llevaba un largo cabello ondulado y áspero, la caracteriza ese toque de viveza en sus pesados accesorios, y un ligero toque de maquillaje que hacen pasar desapercibida su apacible y sencilla belleza, a manera de un girasol. No solía hablar mucho con ella a pesar de siempre haber estudiado juntas, pero si sabía que era una de esas personas de profundo pensamiento que siempre está buscando experiencias y al igual que yo, es aficionada a incrementar su nivel intelectual y cultural día a día. Pero desde ese día supe que la conexión iba más allá.
En el transcurso de esa semana, ella me dijo que deseaba leer mi letra. No entendí a qué se refería en un principio, pero luego sí. Ella analizaba los trazos, y me enseñó todo de mí con solo verlos.
Ella lo había aprendido tan fácil, como si fuera un don, y cada día llegaba con algo nuevo que había aprendido, un día decía que había descubierto como ver a tu madre, como ver que comiste, como ver tu pasado, futuro, talentos hasta llegar al punto de tu alma.
A Liz le encantaba descifrar más que todo los misterios más ocultos tras mi letra, y la de otro compañero, Jonas, a él porque mostraba muchas cosas, siempre
pasaba por muchas situaciones y así era, era un chico popular, siempre estaba en todo. Y a mí porque ella decía:
–Tus trazos son demasiado expresivos, debido a que dibujas, drenas todo por el grafito –No se cansaba de repetirlo, como si fuera carne fresca para su talento.
Desde los primeros dibujos realizados en las piedras, conocidos como petroglifos, y las hermosas pinturas geométricas hechas en las cavernas, hasta los sorprendentes efectos logrados por las computadoras contemporáneas, el dibujo ha sido visto fundamentalmente como una forma de expresión, como la capacidad para transferir en imágenes las ideas, sucesos o cosas de un individuo o comunidad.
La principal motivación del ser humano para grabar una línea sobre la superficie sigue siendo la maravilla de crear algo nuevo y disfrutar el resultado, para luego nombrarlo y ser reconocido por otros como propio, casi como un hijo entrañable.
En las manos de un niño, el lápiz adquiere la voluntad de producir los más hermosos garabatos, monigotes, personajes y monstruos jamás vistos. La poderosa inventiva infantil le imprime singular fuerza a la línea, al trazo y la mancha. El experimento, el ensayo, el atrevimiento, la búsqueda, el juego, el deseo de encontrar, no le permiten al niño desmayar en su firme voluntad de ennegrecer la hoja, de dejar su huella y, sin muchos apuros, es capaz de abandonar su dibujo y continuar con otro juego. Efectivamente, el dibujo es una de las formas lúdicas de relación con su entorno. Y en mi caso, lo seguia siendo.
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