Disputa por un libro.

Es la noche previa al combate en el que el príncipe Pascal evaluará si Davor merece o no ser estudiante de la Academia Militar Vexala, y fiel a su costumbre, realiza una sesión de entrenamiento antes de irse a dormir.

Su fama de ser el mejor espadachín en la academia no es fortuita, día tras días pasa fortaleciendo su mente y cuerpo, sabedor que un error en el campo de batalla puede ser fatal. El combate que sostendrá el día de mañana no es la excepción, su honor está en juego, un plebeyo intenta formar parte de la élite, así que es su deber, como parte de la realeza, el decidir si es apto o no.

—Piensas que si le muestras misericordia a tu rival, ganaras el favor de la princesa Ekaterina.

El silencio de la noche de repente se vio interrumpido por la voz que siempre lo antagoniza, Lord Lockridge.

—Ya decía yo que ese hedor no era normal, si se trata de la comadreja de Lockridge.

—Veo que el diccionario que le regalé ha servido para ampliar su vocabulario, su majestad.

Lord Lockridge hizo una reverencia exagerada frente a Pascal, quien lo amenazo con la punta de su espada, pero el joven de cabello negro no se inmuto.

—No me provoques, sabes que no pensaré dos veces antes de aplastarte como el insecto que eres.

—Un insecto extremadamente rico, debo decir.

—Cuando sea rey, me aseguraré de convertirte en mi bufón. ¿Tienes algo que decirme o solo viniste a importunarme?

—Tal como le dije al inicio, ¿de verdad piensas ganar el favor de la princesa mostrándole piedad a ese aventurero?

—Al contrario, no le mostraré piedad, y por eso la princesa será testigo de mi benevolencia, me agradecerá con lágrimas cuando le diga que lo considero digno de estudiar en esta academia, aunque no estoy seguro si podrá volver a levantar una espada de la paliza que planeo propinarle.

—Muy astuto de su parte majestad, ¿y qué pasará si pierde el día de mañana? Digo, en un combate puede pasar cualquier cosa.

—No perderé con un plebeyo.

El príncipe lo amenazó tomándolo del cuello de su camisa.

—Eso es obvio su majestad, solo digo, ¿y si llega a perder? Su honor y el de su nación quedaría manchado, y no sé si se ha dado cuenta que la princesa parece tener cierto interés en este aventurero, de primera mano puedo decirle que los noto muy cercanos, aunque tal vez sean imaginaciones mías, en todo caso, es imposible que pierda, ¿cierto?

Con una sonrisa burlona en su rostro, Lord Lockridge dio media vuelta y se retiró, antes de que Pascal decidiera desatar su furia en él.

—Imbécil —Murmuró molesto mientras volvía a su entrenamiento.

...◊◊◊...

La princesa Ekaterina y Anya se encontraban en la biblioteca de la academia, estudiando y preparando sus notas para las próximas evaluaciones, sin darse cuenta de que ya había caído la noche.

—Lina estoy agotada, ya no quiero estudiar más.

—Si gustas ya podemos irnos, yo terminé de estudiar hace un momento, tú eres la que tiene que aprenderse todas esas fórmulas mágicas.

—Porque tuve que elegir ser maga, nadie me dijo que tendría que estudiar tanto, odio estudiar.

—Siempre puedes convertirte en una guerrera de vanguardia como yo.

—¿Estar al frente del combate mientras empieza la matanza? No gracias, prefiero estar en la retaguardia protegiéndote la espalda. Y de hecho, una vez que me case con un guapo y rico noble, no tendré que preocuparme por luchar en el campo de batalla.

—Pues en tanto encuentras a ese noble guapo y rico que quiera desposarte, tienes que estudiar.

—Te odio, porque tuviste que decirme que el príncipe Pascal y Lord Lockridge eran unos idiotas, pensaba casarme con el que le dejaras el corazón roto, ahora tengo que buscar alguien que no sea un patán.

Ekaterina disfrutaba verla enfurruñada, simplemente el ver a una joven tan hermosa como su amiga haciendo gestos le era muy divertido.

—Bueno, en lo que terminas de estudiar, voy a buscar un libro que me encargó Selinka.

—¿Selinka? Esa niña tiene que perder el miedo a salir de su habitación.

Selinka es otra compañera proveniente del Imperio, tímida por naturaleza, prefiere quedarse encerrada en su habitación a tener que salir y convivir con el resto de sus compañeros. Hasta el momento nadie la ha visto fuera de su habitación, del salón o del campo de arquería, convirtiéndose en un misterio el cómo se mueve de un lugar a otro sin que la vean.

Ekaterina la ve como si fuera una hermana menor, así que siempre la ayuda consiguiendo todo lo que le haga falta.

—Oh, aquí está el libro.

Justo cuando la princesa tomó el libro con su mano, alguien más lo hizo al mismo tiempo.

Se trataba de una joven de piel suave y bella como porcelana, de cabello corto rubio platinado, daba la apariencia de parecer una hermosa muñeca.

—Serias tan amable de darme el libro, por favor —Le dijo aquella estudiante de ropa color blanco con violeta

 —Disculpa, pero yo también lo necesito.

—Bien por ti, ahora suéltalo.

—No lo voy a soltar.

Ambas jóvenes trataban de evitar llamar la atención disimulando una sonrisa, pero al mismo tiempo cada quien jalaba el libro, tratando de arrebatarle a la otra dicho artículo.

—Es obvio que ninguna piensa ceder —Le dijo Ekaterina— ¿Crees que podamos llegar a un acuerdo para que me permitas llevarme el libro?

—Tu reino a cambio del libro —Le dijo en tono de burla

—Que graciosa.

Para ese momento, ambas ya tenían sus dos manos en el libro y ya no trataban de disimular, ya se encontraban forcejeando para ver quién se quedaba con el escrito.

—¡Dámelo!

—¡Tú dámelo!

—No lo puedo creer, la magnánima princesa Ekaterina peleando con una plebeya por un libro, eso sin duda será un escándalo entre la élite de la academia.

Una joven de cabello rojo la interrumpió, colocándose al lado de la chica rubia.

—Lina, ¿Qué está pasando?

Al ver que no regresaba, Anya decidió ir a buscarla, encontrándolas en pleno forcejeo, la joven rubia, al verla, soltó el libro, causando que Ekaterina cayera hacia atrás, cayendo encima de su amiga.

—Si tanto quiere el libro princesa, se lo doy.

Entre risas, las dos jóvenes con uniforme blanco se retiraron.

Ekaterina furiosa quiso ir tras ellas, pero Anya la detuvo, recordandole que era la princesa del Imperio y que no debe dejarse provocar.

—Es que no entiendo porque se comportaron tan pesadas, nadie me había tratado así.

—Nadie que perteneciera a una de las tres facciones de la academia —Le comentó— por su traje blanco es obvio que no tienen facción, así que solo ignoralas.

—Sí, solo espero no volver a toparme con ellas nunca más.

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...**Obviamente se las va a volver a encontrar. Gracias por acompañarme en esta historia, aprecio mucho su apoyo. ...

...Cuidense**....

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