Antídoto.

“¡No se te ocurra morir!” Piensa Ekaterina mientras sostiene a Davor en sus brazos.

Una y otra vez él la ha ayudado, ahora era el momento de devolverle el favor.

Con desesperanza vio como el antídoto se derramó en el piso de aquella vieja cantina, pero sabiendo que era la única forma de salvar a Davor, se postró en el piso y succionó con su boca todo el antídoto que pudo.

Sosteniéndolo en sus brazos, por un momento pensó en lo que estaba a punto de hacer, sonrojándose, y sin perder más tiempo, unio sus labios a los de él, vertiendo el antídoto en su boca. 

Era un beso de vida.

Justo en ese momento un par de asesinos entraron por las ventanas a los lados de la puerta de la cantina.

Ekaterina no estaba segura de que el antídoto que le proporcionó sería suficiente para salvarlo, pero aún así debía ganar tiempo para que este hiciera efecto, y solo había una forma de hacerlo, luchar.

Tuvo suerte de que el asesino que entró por la ventana no se dio cuenta de que ellos estaban recargados en la pared detrás de él, así que hábilmente aprovechó la oportunidad para darle una estocada con su espalda en el muslo, causando que grite de dolor.

El grito del asesino puso en alerta a su compañero, quien le lanzó una daga a la princesa, pero esta fue más rápida y usó al asesino herido como escudo, recibiendo la daga directo en el pecho.

Dispuesto a acabar con la vida de ella, el asesino se lanzó sobre ella usando una espada corta, pero la princesa logró bloquearla sin problema, aún así, su enemigo no se contuvo y comenzó a atacar de forma incesante.

—¿Quiénes son ustedes? ¿Qué es lo que buscan?

Lo cuestiono en medio de su duelo, pero el asesino no le respondió, solo siguió buscando cortarla con su espada.

Para fortuna de la princesa, su entrenamiento desde niña le permite bloquear cada una de las embestidas, su concentración es absoluta, sabe que no puede confiarse, su rival es más fuerte físicamente y sin duda tiene mucha más experiencia, cualquier descuido puede ser mortal.

Puede sentir el instinto asesino de aquél hombre, quien quedó sorprendido al comprobar la habilidad con la espada de la princesa, pero eso no lo detuvo, la tiene a la defensiva sin darle un respiro.

Ekaterina sabe que tiene que tomar la iniciativa, no podrá aguantar defendiéndose mucho tiempo más, así que cuando ve la oportunidad, bloquea su espada y busca darle una estocada, pero de reojo ve su error, había caído en la trampa del asesino, se había enfocado en bloquear la espada corta que sostenía en su mano derecha, que no se dio cuenta de que en la izquierda tenía una daga.

Inesperadamente, sangre bañó el rostro de la princesa, y un grito de dolor retumbó en aquella vieja cantina.

El antebrazo del asesino había sido cortado de tajo antes de que pudiera herir a la princesa.

Davor había recuperado un poco de fuerzas y no dudó en usar su espada para proteger a Ekaterina.

Guiado por su sed de sangre, el asesino transforma el dolor que siente y lo transforma en rabia, no le importa morir si es con ello logra matar a la princesa, así que lanza un ataque desesperado, es su última oportunidad para cumplir su misión.

Pero Ekaterina es más veloz y entierra su espada directo al corazón del asesino. Haciendo a un lado su cuerpo sin vida, se dirige a ver como se encuentra Davor.

—¿Cómo te sientes?

—Un poco mejor, pero creo que todavía necesito un poco más de antídoto, si se puede, espero me lo vuelvas a suministrar como lo acabas de hacer, eso me ayudo bastante.

El comentario en tono de broma de Davor puso roja como tomate a Ekaterina, quien ocultó su rostro en sus manos.

—Fu-fue la ú-única forma que se me ocurrió dártelo.

—Y te lo agradezco, salvaste mi vida.

Por un instante, ambos se quedaron mirándose a los ojos, sonriéndose, como si nada más existiera en el universo que ellos dos; pero entonces el alboroto en las calles los trajo de nuevo a la realidad.

Sin saber cuántos asesinos más pudieran estar tras de ellos, decidieron salir por la puerta trasera de la cantina, moviéndose entre los callejones, buscaban llegar al gremio de aventureros, donde Davor pensaba que estarían protegidos.

Al salir de un callejón, de repente se encontraron de frente con un grupo de asesinos, uno de ellos era el mago que había lanzado la bola de fuego contra ellos y las puertas de la academia, y ahora nuevamente buscaba incinerarlos.

Por suerte, pudieron esconderse del fuego tras una esquina, y nuevamente comenzaron a huir.

Para ese momento ya habían pasado varias horas desde que inició la persecución, estaban agotados y Davor todavía no se recuperaba del todo del veneno, así que sin ninguna otra opción, irrumpieron en una pequeña casa de un callejón.

La vivienda se encontraba vacía, así que pudieron descansar un momento.

Ekaterina se apoyó en la pared de la cocina, vomitando en ese lugar, lágrimas inundaron sus ojos y sus manos le temblaban, estaba visiblemente agitada, ese había sido el día en que había tomado una vida por primera vez. La adrenalina del momento le permitió seguir huyendo, pero ahora que ya se había tranquilizado un poco, los recuerdos de lo ocurrido la invadieron, especialmente la sensación del momento en que su espada atravesó el corazón de aquél asesino.

—Tranquila, ese hombre tenía intención de matarte, así como los que nos siguen buscando, no tenemos muchas opciones si queremos sobrevivir.

—Lo sé, mi padre me lo advirtió la primera vez que me dio una lección de combate, matar es inevitable para aquellos que eligen el camino de la espada, pero aún así, mis manos, mis manos tienen sangre.

Davor la tomó firmemente de las manos, buscaba calmarla, pero sin importar lo que dijera, no dejaba de llorar, en ese momento no era la princesa del Imperio, sino solo una joven de diecisiete años cuya vida ha estado en peligro constante las últimas hora y que debió matar para salvar su propia vida.

—Princesa Ekaterina, discúlpeme.

—¿Qué?

La princesa no entendió el tono tan solemne que uso Davor en ese momento, así que volteo a mirarlo, quedando cautivada en sus ojos esmeraldas y entonces, sintio como ahora era él, quien unió sus labios a los suyos.

Sorprendida, trato de comprender lo que ocurría en ese momento, una sensación cálida y de tranquilidad la envolvió, era una sensación muy distinta a cuando le suministró el antídoto de boca a boca, en esta ocasión podía percibir como algo en su corazón se encendía.

Al separarse, Ekaterina estaba en una especie de trance, mirándolo fijamente.

—Discúlpame, solamente no quería morir sin haber besado a una princesa.

Entonces lo comprendió, a las afueras de aquella vivienda, se escuchaba un alboroto, debían ser los asesinos que los habían encontrado.

Ya no podían seguir huyendo.

Había llegado la hora de luchar, y Davor tomó su espada, colocándose frente a la princesa.

—Yo los…

—No, no te disculparé.

La princesa de plata sabía las intenciones del joven aventurero, una vez más iba a salvarla, estaba dispuesto a sacrificar su vida por ella, y eso la enfureció.

Desde pequeña siempre quiso aprender a pelear, odia la idea de ser una princesa que necesita ser salvada, que es débil y cobarde, no, ella no es así, ella tomará su espada y luchará codo a codo con sus aliados.

—Me quedaré aquí y lucharemos juntos, acabaremos con esos asesinos y te obligará a pagar tu ofensa.

Una sonrisa se dibujó en el rostro de ambos y se alistaron para enfrentar a los enemigos que se acercaban, entonces, la puerta se abrió de golpe, había llegado la hora de pelear.

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...Gracias por su apoyo y lectura, espero les haya gustado este capítulo....

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Comments

Jairo Ccaccya

Jairo Ccaccya

ya cayó alfin mí gente

2022-04-04

0

Abdiel Hernandez

Abdiel Hernandez

No manches puros besos, esto si me agrada😌🤙

2022-03-26

0

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