Ángel Guardián.

Y yo tenía razón, a Lucifer ya no le importaba. Aquí arriba por muy sorprendente que parezca se sabe todo lo que pasa ahí abajo.

Dios tiene todo muy vigilado, es un ser de luz que quiere que todo salga bien, un ser que siempre mira por el bien de los demás o al menos así lo pintan aquí arriba.

Abajo es todo lo contrario, la historia siempre cambia cuando el que la cuenta es del bando contrario.

Para los ángeles del cielo Dios es el bueno y Lucifer el malo y al revés si estas abajo.

Por mucho que les cuente entender tanto a los de abajo como a los de arriba, todos son familia, pues Lucifer es hijo de Dios y los hijos de Lucifer al fin y al cabo son nietos de Dios.

Miguel siempre tiene una mente positiva, a mí no me cabría tanto positivismo en el cuerpo, él sigue pensando que Lucifer solo me necesita a mí, que yo soy esa persona que le puede hacer cambiar, que le puede dar el amor que él necesita. La verdad no creo que sea así, Lilith volvió a aparecer en la vida de Lucifer, vuelven a estar juntos y os puedo asegurar que Lucifer no ha pensado en mí en ningún momento, ahora la que reina junto a él en el infierno es ella. No me quejo yo no valgo para reinar en ningún lado.

—Irena debes bajar conmigo a la tierra —Miguel se fue acercando a mí.

—¿Para que si se puede saber? —Él sonrió.

Algo que destacaba mucho de Miguel era su sonrisa, siempre estaba sonriendo, verlo sonreír te contagiada la sonrisa, nunca lo ibas a ver serio siempre con una sonrisa de oreja a oreja.

Por muy mal que lo pase él siempre sonríe, aunque los ojos demuestren que no está bien él sigue sonriendo.

—Hay una mujer que nos necesita, no la podemos dejar sola, harás de su ángel guardián.

—¿Ángel guardián? —Él asintió —¿Cómo hago eso? —Me cogió de la muñeca.

Estábamos en la tierra, frente a nosotros había una mujer llorando.

—¿No nos ve? —Miguel negó.

—Su marido la está engañando, ella se acaba de enterar, ella se había enamorado muchísimo de ese hombre y él al principio también lo estaba de ella, pero se cansó —puse cara de asco. Odiaba a los hombres así —tienes que hacerle ver que la vida sigue.

—¿Como le voy a hacer ver que la vida sigue cuando yo me quiero tirar de un puente? —Miguel rio, me abrazó por los hombros.

—Por eso te mandé a ti, para que ambas veáis la vida de otra forma, para que os deis cuenta que vuestra felicidad no puede depender de nadie - asentí mirándolo. —Tienes que buscarte la vida para entrar en su vida.

—Nunca se me dio bien socializar —dije mirándolo.

—Ingéniatelas —sonrió.

—En este momento odio tu sonrisa —él rio.

Salimos de la casa de esa mujer, Miguel me hizo visible, estaba frente la puerta de la casa.

—No sé si estás aquí, pero al menos dime su nombre.

—No lo sé —escuché y suspiré.

Los siguientes días fueron realmente cansados, buscaba forma y manera para hablar con la mujer, y cuando dije que era mala socializado no era mentira.

Me había costado mucho entablar una conversación con esa mujer.

Solo sabía su nombre: "Adelina".

Ahora estaba detrás de ella en el supermercado, me sentía como una delincuente al estar siguiéndola.

Hice como que no la había visto y me choque con ella.

—Perdóname, no miraba por donde iba —la mujer sonrió con debilidad y asintió.

—No te preocupes, yo tampoco iba muy atenta —sonreí mirándola.

—Soy Irena —estiré mi mano.

—Yo soy Adelina. Encantada.

—Igualmente —me cogió la mano y nos dimos dos besos.

Mi cabeza empezó a dar vueltas en que decirle, tenía que empezar a hablar más con ella. Se me estaba complicando el asunto, y solo me llegaba a la mente mentirle, sabía que a Miguel no le iba a aparecer buena idea, pero es la única que se me ocurría.

—¿Te apetece dar una vuelta? Tomamos algo —la mujer negó.

—Perdón por decirte que no, pero no tengo tiempo —la miré la mano.

—¿Estas casada? Yo me divorcie hace unos meses —ella sonrió.

—Yo estoy en trámites de divorcio, me cuesta deshacerme del anillo —asentí mirándola.

—Créeme que te entiendo, pero lo mejor que puedes hacer es esto... —Le quité el anillo y se lo guardé en el bolsillo —teniéndolo solo te vas a torturar más —ella sonrió.

—Pareces buena persona —sonreí mirándola.

—Sólo no quiero que pases por lo mismo que yo, a mí me costó mucho salir de esa —mentí mirándola de vez en cuando a la cara.

—Tendré que aceptar ir a tomar algo contigo —ambas sonreímos.

—Acabamos de comprar y nos vamos —ella asintió.

Yo solo me compré unas patatas fritas, pagamos, ella su compra y yo la mía y nos fuimos.

—Conozco un bar cerca de aquí —dije pensando en el bar de Lucifer.

Ella condujo mientras yo le indicaba donde quedaba el bar.

Bajamos del coche y entramos al bar.

—¿Y por qué te divorciaste? —Me preguntó para luego llevarse la copa a los labios.

—Me engañó con otra —ella abrió los ojos sorprendida.

—¿En serio? —Asentí bebiendo mi bebida.

—¿Tú por qué te estás divorciado? —Esperé la respuesta, ella rio un poco y suspiró.

—Por lo mismo que tú —levanté una ceja haciéndome la sorprendida.

—¿Sabes? Ese hombre no merece que estés pasándolo mal, él de seguro que no lo hace, así que tira el anillo, firma los papeles y haz de nuevo tu vida, aunque pienses que te cuesta, que no podrás seguir verás como poco a poco ese dolor se hará más pequeño. Harás de nuevo tu vida y pensaras que no fue nada —sonreí mirándola.

—Lo sé, pero a veces se me hace imposible pensar que ya no viviré mi vida cerca de él.

—A veces los humanos somos idiotas —la chica rio —no, en serio, cuando vemos que nos están haciendo daño seguimos ahí martirizándonos más, haciéndonos daño a nosotros mismo pensando en las cosas que podían ser y no fueron. Es mejor pensar que estás bien así, sin ese daño que esa persona te hace —me miró y asintió. —Así somos los humanos, vivimos aferrados a las cosas que nos hacen daño y las que de verdad nos hacen bien las dejamos ir.

—Eres sabia —sonreí mirándola.

—Deberías serlo tú también, tienes que deshacerte de todo lo que te hace daño: tu marido, por ejemplo —ambas reímos.

—¿Qué sentiste cuando te separaste de la persona que amabas? —La miré.

Mi mente viajó a Lucifer, sabía que él estaba haciendo su vida y así estaba bien, si él era feliz yo también. Pero dolía pensar que no era a mi lado, cuando te das cuenta de las cosas muchas veces es tarde... Como en mi caso, perdí a Lucifer por el miedo que me podía dar el pensar lo que realmente era.

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Comments

Ana Maldonado

Ana Maldonado

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2022-06-23

1

Ana Maldonado

Ana Maldonado

a que hora volvió con lilith

2022-06-23

1

Ana Maldonado

Ana Maldonado

en donde me perdí

2022-06-23

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