Azazel.

La mirada de Lucifer era seria, me miraba desde la barra con los brazos cruzados, mis ojos divagaron por todo el lugar, no sabía cómo empezar la conversación, mucho menos teniendo tanto alcohol en mi organismo.

—¿Qué te hizo volver? —La voz profunda de Lucifer hizo que mi cuerpo se erizara.

—Mi madre, cuando llegué a casa estaban muertos, bueno, mi madre no, me dijo que te buscara, había esta nota.

Me levanté con cuidado y se la entregué.

—¿No viste nada? —Preguntó después de leer la nota.

—No, no había nadie.

Lucifer se volvió a cruzar de brazos.

—¿Cómo supo tu madre que me tenías que buscar?

Abrí la boca sorprendida y me tumbé en el sofá.

—No tengo ni puta idea —pestañeé varias veces para sacar las lágrimas de mis ojos —, pero esas fueron las últimas palabras de mi madre.

Limpié las lágrimas con mis manos y suspiré.

—Voy a tu casa a investigar, espera aquí.

Me levanté y negué.

—Yo voy.

Lucifer negó.

—No, es muy peligroso, no irás, además no sabes defenderte.

Suspiré y negué.

—Me arrepiento de no haber ido a clases de defensa personal.

Lucifer se acercó a la puerta.

—No salgas de aquí Irena.

Asentí con la cabeza y lo vi salir.

Me levanté y miré por la ventana las calles de Praga, era precioso y más a esta hora del atardecer, eran casi las ocho de la tarde, el sol ya empezaba a esconderse, las calles empezaban a iluminarse por las farolas, los coches ya tenían las luces encendidas y todo se veía maravilloso.

Salí del departamento de Lucifer aún un poco mareada y me senté en la barra frente a Astoreth.

—¿Dónde fue Lucifer?

La miré y suspiré.

—Mis padres... Han matado a mis padres, las últimas palabras de mi madre fueron busca a Luci... Y por ende deduje que era Lucifer, se lo conté y ha ido a investigar.

Astoreth me miró interesada en la conversación y asintió.

—¿Cómo sabía tu madre de la existencia de Lucifer?

Bebí de la cerveza.

—Es cristiana.

Astoreth rio.

—No me refiero a eso, sino a como sabía que estaba aquí.

—No lo sé, yo también me lo pregunto.

Me crucé de brazos encima de la barra y apoyé la frente en ella.

—¿Te encuentras bien? Sé que cuando algún familiar de un humano muere la familia lo pasa mal.

La miré y sonreí.

—Estoy bien, no tengo ni idea de que hacer ahora con mi vida, mi mejor amiga vendió mi alma a Lucifer, mis padres han muerto y no puedo ni siquiera darles un buen velorio, porque no tengo ni idea de explicar cómo murieron, y para rematar me queda un año de vida —sonreí falsamente suspirando y bebiendo lo poco que quedaba de la cerveza de un trago —estoy bien... ¿Me puedes poner otra?

Astoreth asintió y me puso otra.

—No soy buena en los sentimientos, pero me parece que hundiéndote en el alcohol no solucionaras nada.

Suspiré mirándola y asentí.

No sabía que decir o hacer, solo cerré los ojos y sin quererlo me sumergí en un profundo sueño... Más bien pesadilla.

Muchos árboles a mi alrededor, todo era oscuro, solamente había un ápice de luz y era la que la luna daba, mis dedos estaban entumecidos por el frío, mis labios dolían a causa del frío y tiritaba, mi pecho dolía al exhalar el aire tan frío, mis pies dolían con cada paso que daba, pero sentía que no podía dejar de andar, seguí andando entre los árboles. Con cada paso que daba un olor muy fuerte venía a mí, no sabría descifrar exactamente que olor era, pero era muy malo.

Mis ojos picaban y sentía mi piel arder, de un momento a otro el frío pasó a ser calor, un calor que hacía que mis pulmones dolieran, intentaba darme frío con la mano, pero no era suficiente, necesitaba más frío, más aire, la respiración se cortaba con cada paso que daba.

A lo lejos pude divisar una casa, era muy pequeña y parecía en ruinas, intentaba acercarme a esa casa, pero el camino se hacía cada vez más largo.

—Tu alma me pertenece —la voz sonó lejana, pero sabía que estaba dentro de mí.

Eran voces... Susurros que hacía que mi cabeza doliera muchísimo, intentaba apagar esas voces, pero no podía, me llevé las manos a los oídos para alejar las voces, era imposible, se hacían cada vez más agudas, más cercanas a mí, negaba con la cabeza intentando apartarlas, el dolor de cabeza se intensificó haciéndome caer al suelo.

—Siempre serás mía, Irena, tu alma me pertenece.

Negaba con la cabeza mientras sentía las lágrimas caer de mis ojos.

—No, no, cállate, cállate, ¡por favor! —Gritaba con todas mis fuerzas haciendo que las voces ya no se escucharán a causa de mis gritos.

—Siempre serás mía —una terrible voz se escuchó dentro de mí haciendo que todo mi cuerpo temblara... Y entonces... Esa voz se apagó.

Abrí mis ojos y levanté la cabeza, una figura grande apareció en mi campo de visión cortándome la respiración.

—Morirás por mí —negué rápidamente —. Lo harás.

Su risa me hizo temblar de miedo.

—¡No! —Grité fuerte.

Me levanté asustada, miré a mis lados y estaba en una habitación que no era la mía, miré asustada y a lo lejos, en una puerta, pude ver la sala del apartamento de Lucifer.

Me levanté y entré al baño. Mirándome al espejo ahogué un grito, estaba sudando, mis labios estaban dañados, mi pelo revuelto.

Salí del baño limpiándome las lágrimas, me encontré con Lucifer en la habitación.

Intentó acercarse a mí y yo me alejé hacia atrás con cada paso que daba.

—Pensé que la etapa de separarte de mí cuando me quiero acercar la habíamos superado.

Sonrió y negué bajando la mirada.

—¿Por qué me sigues atormentado? Ya me tienes, ¿qué más quieres? —Mi voz se quebró en la última pregunta.

—No sé de qué me hablas, Irena.

Reí y negué, mis manos se hicieron un puño.

—¿A quién más mi mejor amiga vendió mi puta alma? —Lucifer frunció el ceño, suspiré tranquilizándome —Tuve una pesadilla... Había una voz que me decía que mi alma era suya, que siempre seré suya... Y si no eres tú, no sé qué más hizo mi mejor amiga.

Lucifer se llevó las manos al pelo.

—Ahora me cuadra todo —dijo mirándome —Azazel... Mi hermano, él, fue quien asesinó a tus padres... Él es quien te quiere.

Abrí la boca asustada y negué.

—¿Qué puedo hacer?

Lucifer negó.

—Tú no harás nada, lo haré yo.

Suspiré cansada llevándome las manos a la cara.

Mi corazón latía desenfrenado, no tenía ni idea de que hacer respecto a mi vida, dos demonios iban detrás de mí, mi alma era de uno de ellos, pero el otro también la quiere, ni que mi alma fuera forjada en oro... Solo necesito tiempo... Y es lo que no tengo, en únicamente once meses no sé qué será de mi vida.

—¿Por qué un año? —Pregunté en voz alta llamando la atención de Lucifer.

—¿Perdón?

Lo miré y negué.

—¿Por qué un año? ¿Por qué solamente un año de vida?

Lucifer suspiró.

—Tu amiga me habló de ti... Me dio datos muy buenos de ti, tu alma es muy pura... Y...

Lo miré.

—La quieres corromper.

Lucifer se encogió de hombros.

—Antes ese era mi propósito.

Lo miré.

—¿Qué cambió?

Intentó acercarse a mí, pero yo me seguí alejando hasta chocar contra la pared, Lucifer se puso frente a mí muy cerca.

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Comments

Enriqueta Prommel

Enriqueta Prommel

Parece que la autora vio la serie Lucifer Morningstar! en Netflix.
La serie es muy buena, la recomiendo, veremos en esta novela que pasa!

2022-06-26

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