Lucifer como fue de suponer no me dejó salir más de su departamento, ahora estoy encerrada en su habitación, encerrada porque él me encerró.
—Lucifer déjame salir - di una patada a la puerta.
—No - él también dio una patada a la puerta haciéndome dar un paso para atrás.
Miré mi mano y vi el anillo, sonreí.
Me tumbé en la cama y quise recordar cuales eran las palabras que él había dicho, pero no sabía cómo eran.
—Lucifer, si me respondes a algo no salgo, lo prometo —grité.
—Qué —sonreí.
—¿Como eran las palabras que decías antes de ir al infierno? —Aunque pareciera una bobada en ese momento estaba rezando porque las dijera.
—Solo digo Lucifer.
Intenté hacerlo, varias veces, pero no funcionaba, fue entonces cuando recordé lo que me dijo antes del beso.
—Soy Irena, el destino de Lucifer, conectados estamos —lo susurré varias veces.
Cerré los ojos rendida, pero al abrirlos estaba en el infierno.
—Lucifer ¿me escuchas? —No me respondió, pero si sentí un apretón en mi muñeca, grité fuerte del miedo.
Cuando dejé de sentir ese apretón estaba dentro de la casa y Lucifer frente a mí.
—Que susto me pegaste, imbécil —lo empujé.
Él se acercó a mí y cambió por completo su aspecto, bajé la cabeza por el miedo que me producía verlo así pero poco a poco la fui levantando.
—Era la única manera de salir de tu habitación —dije casi en un susurro. —Y mira el lado bueno, ya bajaste —Lucifer me miró.
—No tiene gracia Irena, aquí corres peligro —su voz era grave.
Asentí con miedo.
—Aquí, allí arriba, en el medio, corro peligro en todos los lados —volvió a su forma normal y suspiró.
Lucifer se me quedó mirando y asintió.
—No entiendo porque actúas así ahora, me quieres encerrar para que no salga, no entiendo —o miré a los ojos —prefiero al Lucifer de antes.
—El Lucifer de antes no sabía lo que ahora sí sabe —mi ceño se frunció.
Me cogió de la cintura y me pegó a la pared, suspiré al tenerlo tan cerca y hablé en un susurro:
—¿Y qué sabes? —Él me miró.
—Que mi destino eres tú, Irena, por mucho que nuestros caminos se separen al final siempre se van a terminar juntando —negué mordiéndome el labio, nerviosa.
—Por mucho que estemos destinados a estar juntos no tienes el derecho de actuar de la manera en que lo haces —asintió mirándome.
—No tienes ni idea de nada Irena, deja de comportarte como una niña —abrí la boca sorprendida.
—¿Que no tengo ni idea de nada? El que no la tiene parece ser que eres tú, por mucho que esté destinada a estar a tu lado no tienes derecho de hacer lo que haces —levanté un poco la voz cansada de él y su comportamiento.
—Odio con todas mis fuerzas imaginar que otro hombre te pueda tocar —reí sin ganas y negué.
—No seas imbécil, me tocará quien yo quiera, porque estoy aquí y no es gracias a mi propia voluntad —lo empujé lejos de mí.
—Bien, te dejaré el camino libre, harás lo que quieras y cuando quieras, pero cuando me necesites, cuando te des cuenta de que tenemos que estar juntos será tarde —asentí y me senté en el sofá con las manos en la cabeza.
Y podría ser que me diera cuenta demasiado tarde, pero nunca me gustó que me prohibieran cosas y Lucifer es lo que estaba haciendo en menor cantidad.
Aunque se coronó encerrándome en su habitación para que no pudiera volver a ver a ese chico.
Lucifer se sentó a mi lado, giré la cabeza hacia el lado contrario donde él estaba.
—Ese chico no es quien dice ser, por eso no te dejé verlo más —lo miré y sonreí.
—Invéntate otra cosa Lucifer eso ya no cuela.
—En realidad, se llama Uriel, es el encargado de las tierras y el templo de dios, seguramente mi padre lo haya enviado para que te siguiera —escuché atentamente lo que Lucifer estaba diciendo.
—Dijo que se llamaba Luke, vivía a unas calles de tu bar —Lucifer asintió.
—Cuando llegan a la tierra, tienen dinero, casa, lo que una persona humana tiene, eso no quiere decir que lo sea.
—¿Por qué le mandaría a seguirme? —Él negó.
—Eres mi destino, seguramente quiera comprobar si estamos juntos, o que es lo que haces conmigo o yo contigo —negué riéndome. —¿Qué tiene de gracioso? —Me miró con una ceja alzada.
—Nada, si me río por no llorar —me levanté del sofá. —¿Qué pretendes que hagamos ahora? Ya van dos personas que me han encontrado, no sé qué quieren o que buscan de mí —me crucé de brazos.
—Seguramente no quieran nada, pero si te quieran vigilar —se levantó también del sofá —y no hay que hacer nada, sigue tu vida normal.
—Ahí es donde está el problema, que mi vida ya no es normal, no tengo a mis padres, tampoco tengo a mi mejor amiga, no tengo nada Luzbel —suspiré dándome la vuelta, tenía ganas de llorar y no quería que él lo viera.
—¿Cómo me llamaste? —Me giré para mirarlo.
—¿Cómo te llamé? — Pregunté haciéndome la desentendida.
—Repite el nombre que usaste para dirigirte a mí.
—Luzbel, perdón se me escapó. Intento llamarte... —Me cortó... Lo miré rezando porque no se hubiera enfadado.
—No, me gusta como suena viniendo de tus labios —sonreí avergonzada. —¿Puedo preguntarte algo? —Asentí.
—Dime —se acercó a mí.
—El beso de hace unas horas —me mordí el labio recordándolo —¿te gustó? —Sonreí.
—Me han besado mejor, pero no estuvo mal —su cara cambió por completo, sus ojos se volvieron rojos. —No te sientas mal, siempre se puede mejorar —sonreí mirándolo.
—Déjame practicar entonces —lo miré a los ojos, seguía con ellos de color rojo, su voz era normal.
Pero esos ojos, ese color, esa mirada, me hacía estremecerme, mi cuerpo no reaccionaba, ni siquiera lo hacía cuando él estaba a centímetros de mí, su nariz rozaba la mía, su frente se juntó con la mía, fue andando hasta acorralarme contra la pared, mis brazos estaban junto a mi cuerpo, no podía moverme solo mirarle a los ojos.
No sabía si era algún truco de él o que simplemente su cercanía me dejaba sin aliento, pero ahí estábamos él y yo, mirándonos a los ojos, él tocando mi cintura y yo con todo mi cuerpo apoyado en la pared.
Cerró los ojos y volvieron a su color natural: azules, ese azul como el cielo o el agua del mar, sonrió y fue cuando mi cuerpo reaccionó y pude soltar un suspiro, tenía una sonrisa perfecta, sus dientes eran blancos, para dejarlo claro su sonrisa era la más bonita y perfecta que nunca había visto.
Y no entendía por qué, aunque me resistía a estar lejos de él, lejos de sus brazos y besos acababa siempre así: mirándolo nerviosa y sintiéndome segura cerca de él.
—¿Entonces qué? ¿Me dejas mejorar? —No supe que decir, solo lo miré a los ojos.
Mis manos inconscientemente subieron a su nuca y atrajeron sus labios hacia los míos.
El segundo beso... Ese beso que me hizo sentir tantas cosas que no sabría cómo explicarlas con palabras, nuestros labios encajaban a la perfección, era como si hubieran sido hechos para estar así: unidos.
Las manos de Lucifer apretaron mi cintura y llevaron mi cuerpo más cerca de él, quería separarme, pero mi cuerpo no me lo permitía.
No podía estar así con él, era peligroso, corría peligro y lo sabía, sabía que estando con Lucifer iban a pasar muchísimas cosas, iban a ser más malas que buenas, pero no me importaba, solo me importaba estar cerca de su cuerpo y de sus labios mirándolo a los ojos y sintiéndolo cerca. Eso era lo único que me importaba, aunque eso significará ir cayendo poco a poco aún abismo de peligro.
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 40 Episodes
Comments