Lucifer se acercó a mí y me miró a los ojos, poco a poco su ceño se fue frunciendo dejándome más y más confundida.
—No puede ser, conocí a esa niña hace eones, estaba muerta, estaba en el reino de los cielos.
Mi ceño se frunció, miré la foto y negué.
—No puede ser, esta misma foto la tenía mi madre en su habitación y otra tenía yo.
Ambos nos miramos.
—Eso es imposible.
Negó repetidas veces con la cabeza.
—¿Cómo se puede explicar esto? —Pregunté en un susurro mirando la foto.
—Esa niña era la única que alegraba mis días allí arriba.
Levanté la cabeza y lo miré.
—¿Vidas pasadas?
Lucifer me miró.
—¿Cómo? —Preguntó sin entender.
—Que puede que fuera yo en otra vida... Pero no tiene sentido si esa foto la teníamos en casa.
Suspiré dejando la foto en su sitio.
—¿Alguna vez soñaste algo que creías que no te pertenecía?
Me encogí de hombros y me mordí el labio pensativa.
—¿Algo que no me pertenecía?
Me senté en la cama.
—Si, un sueño en el que sientes que no eres tú, físicamente lo eres, pero sientes que no eres tú.
Asentí mirándolo.
Fue entonces cuando recordé lo que pasó hace 5 años:
—Hace cinco años, soñé que estaba en un lugar oscuro, no daba miedo, pero no había luz, andaba por la oscuridad hasta que una luz se hizo presente, sabía que era yo, pero no me llamaba Irena, era Lilith.
Lucifer me miró entre asustado y confundido.
—¿Lilith?
Asentí mirándolo.
—Era raro, no sabía dónde estaba, ni con quién, pero se escuchaba una voz, esa voz confirmó que en ese sueño mi nombre no era Irena sino Lilith.
Lucifer se acercó a mí, me senté en la cama y lo miré desde mi altura.
—¿Le contaste a alguien ese sueño?
Me aclaré la garganta.
—Si, a mis padres, ellos no vieron nada raro y yo hasta ahora tampoco, ellos dijeron que era un sueño y ahí se quedó la cosa, no volví a soñar nunca más eso.
Lucifer no quitaba la cara de asustado y confundido.
—¿En ese sueño te viste? ¿Sabías cómo eras?
Negué con la cabeza.
—No, pero sabía que era yo, sentía mi cuerpo, me sentía a mí misma, lo único que no era normal era el nombre —Me levanté y suspiré —. ¿Tú sabes algo? ¿Fue normal?
Me giré para mirarlo a la cara con los brazos cruzados.
—No lo sé exactamente —su mirada estaba pérdida en algún lugar de la habitación. Levantó la mirada y clava sus ojos en los míos —. ¿Has tenido más sueños como esos? ¿Volviste a soñar con Lilith?
Negué con la cabeza.
—Había una mujer que estuvo contigo con ese nombre ¿no? Esa chica que era demonio.
Lucifer asintió.
—Si, pero no tiene sentido, esa mujer no se puede meter en la mente de los demás.
Mi frustración y desconcierto fue sumando con cada segundo de silencio.
—Tiene que haber una explicación para esto.
Lucifer miró hacia arriba.
—Es él quien la tiene.
Fruncí el ceño, pero lo fui relajando al entender a quien se refería.
—¿Tu padre? ¿Dios?
Lucifer asintió.
—Él siempre tiene las respuestas a lo que quiere ¿verdad? —Pregunto con una sonrisa falsa mirando hacia arriba.
—¿Y cómo podemos saber qué es? Si tú dices que no responde como mierda vamos a saber las respuestas —suspiró cruzándose de brazos —. ¿Un cura nos puede ayudar? —Lucifer negó —¿Un sacerdote? —Volvió a negar —¿entonces quien mierda nos puede ayudar?
M volví a cruzar de brazos suspirando.
—Mi padre es el único que tiene las repuestas.
—Muy bien, ¿y cómo hacemos para que nos responda? Porque por señales dudo que entendamos.
Lucifer suspiró.
—Iremos al cielo.
Abrí los ojos sorprendida.
—¿Al cielo? ¿Se puede ir al cielo? —Pregunté sorprendida sin terminar de creerlo.
—Los humanos solo pueden ir cuando mueren, yo puedo viajar cuando quiera. O eso espero.
Levanté las cejas y reí.
—¿Y me vas a matar o qué? Porque que yo sepa soy humana.
Lucifer rio también.
—Estás unida a mí, me perteneces, podrás viajar al cielo y al infierno siempre que quieras —. Habló orgulloso a lo que yo suspiré.
—No te pertenezco.
Lucifer asintió.
—Lo aceptes o no así es —se acercó a mí hasta pegarme a la pared de la habitación. Puso sus manos en mi cintura y pegó su cuerpo al mío —me perteneces, siempre me vas a pertenecer, desde que tu mejor amiga vendió tu alma me has pertenecido.
Sonreí falsamente.
—Siento herir tu orgullo, pero no.
Puse mis manos en su pecho para separarlo, pero se pegó más a mí.
Su nariz y la mía se rozaron, su aliento chocaba con el mío, mi respiración se agitó un poco, mis nervios aumentaron. Nunca me había afectado tanto tener a Lucifer tan cerca mío. Quise separarme de él más de una vez, pero contra más fuerza hacía para separarlo más se acercaba a mí, dejé de luchar y quedaron nuestros cuerpos pegados.
—Pensé que no te gustaba el contacto físico —hablé en un susurro.
—Y no me gusta, pero contigo es diferente, tú eres diferente, Irena.
Mi corazón se disparó al escuchar esas palabras salir de su boca.
—¿Diferente? —Pregunté sin comprender.
—Hay algo en ti que me obsesiona, que me atrae como nadie lo ha hecho.
Ambos nos miramos en los ojos.
—N-no entiendo a-a que te quieres referir Lucifer.
Mis nervios no dejaban mi cuerpo, al contrario, aumentaba mucho más.
—Me quiero referir a que me vuelves más loco de lo que ya estoy, no es amor, pero hay algo en ti que no me deja tranquilo.
Desvié la mirada de él e intenté relajarme.
—Ne-necesitamos ir al cielo.
Lucifer asintió.
Se terminó por alejar de mí y ya pude respirar con más tranquilidad.
Lucifer fue a llamar a Astoreth, yo lo esperé en la habitación pensando en todo lo que había pasado con Lucifer, con tan solo pensarlo los latidos de mi corazón aumentaban, iba a una gran velocidad y odiaba ese hecho.
Nadie había hecho que mis latidos se desenfrenaran, nadie había hecho que mis nervios aumentarán tanto, solo él... Solo Lucifer
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