Un Día En El Infierno.

Astoreth y yo estábamos detrás de la barra sirviendo copas, Lucifer iba de vez en cuando a mirar cómo iba todo o más bien a vigilarme como dice Astoreth.

—Lucifer siempre es así de controlador, tu tranquila, sobrevivirás todo este tiempo a su lado.

Reí limpiando uno de los vasos con un paño.

—La verdad es que odio que me controlen.

Astoreth asintió.

—Te entiendo, yo también lo hago.

Ambas reímos y seguimos sirviendo copas.

A los pocos minutos Lucifer bajó con una mirada de odio que me dejó petrificada en mi sitio, su mirada se dirigió a mí haciéndome tragar saliva.

Desvié con cautela la mirada hacia Astoreth y ella asintió haciéndome ver qué todo estaba bien.

—Ven conmigo —la voz de Lucifer salió seca dejándome aún más asustada.

Creo que nunca dejaré de tenerle miedo.

Salí de detrás de la barra y lo seguí hasta su departamento, subimos y me mandó sentarme a su lado, hice caso y pocos segundos después dio un largo suspiró, me habló.

—Debes acompañarme a un sitio.

Asentí.

—¿Dónde?

Él me miró y volvió a suspirar.

—Al infierno —tragué saliva, una parte de mi saltaba de la felicidad, la otra se había arrodillado mientras lloraba del miedo.

—Joder, me habían dicho muchas veces eso, nunca imaginé que iba a ser literal —Lucifer rió entre dientes y me miró —¿Por qué tengo que ir?

Él me miró.

—No puedo ir sin ti, y no por qué no quiera, ahora que estoy unido a ti no puedo ir sin ti —Su mirada me hizo temblar por unos segundos, asentí y cogí su mano.

Me levanto con él y fuimos hacia su habitación, cerró la puerta con seguro para luego volverse a mí.

—Túmbate en la cama.

Le hice caso.

El sacó un anillo de un armario y me lo tendió.

—Póntelo.

Lo cogí y me lo puse.

Se tumbó a mi lado, cerré los ojos escuchando como susurraba algo y luego aparecimos allí.

Mi mano se aferró a la de Lucifer y lo miré, él me sonrió tranquilizándome un poco.

Anduvimos un largo rato.

Poco a poco los gritos desgarradores de las almas se empezaron a escuchar, todo mi cuerpo tembló al escucharlas.

Lucifer me miró y sonrió.

Seguimos caminando hasta llegar a una especia de casa... Esa casa, la casa de mis pesadillas estaba ahí.

—Conozco esa casa —Lucifer me miró —. Es la casa de mis pesadillas, la que intentaba alcanzar —Lucifer me cogió del brazo y me llevó dentro de la casa.

Era una casa vieja, pero tenía su toque ¿moderno? Desde fuera daba miedo, pero realmente era acogedora, nunca me sentí tan bien en un lugar tan tenebroso como podía ser ese, dentro de esa casa los gritos no se oían, solo eran susurros. Lucifer subió unas escaleras dejándome sola, pegué un grito pequeño al verme allí parada, y subí corriendo hacia donde Lucifer se había ido.

—No me dejes sola.

Lo miré intentando tranquilizar mi corazón.

—Aquí nadie te puede hacer daño.

Me encogí de hombros.

—¿Y? Tengo miedo igual —dije girando sobre mis talones para seguir viendo la casa.

Tenía muchas ventanas que daban hacia fuera, mi corazón latía con fuerza al ver pasar demonios, eran altos negros.

La oscuridad que me perseguía, por acto reflejo me aferré al brazo de Lucifer.

—Debes acompañarme a otro sitio —dijo cogiendo un gran libro.

—¿Fuera de aquí? —dije refiriéndome a la casa.

—Si —murmuró serio leyendo el libro.

—Pues es que la verdad que no me apetece, aquí estoy bien —intenté sonar convincente, pero él solo rio.

Me cogió de la mano y salimos de la casa, los gritos se volvieron a hacer presente y ahora parecía que eran más intensos, tragué duro al pasar por al lado de un demonio.

Frente a nosotros había unas escaleras, eran infinitas, parecía que no tenían fin, eran de un color negro como si se hubiesen quemado.

Seguimos bajando y el olor a azufre se hacía cada vez más presente haciendo que mi estómago se revolviera.

Ese olor era asqueroso, expedía un olor a: huevos podridos, pedos y volcanes, no es chiste, era un olor muy desagradable para el olfato humano.

—¿De verdad puedes aguantar este olor tan asqueroso? —dije tapándome la nariz. Cada paso que dábamos el olor se hacía más fuerte, más intenso.

—Llevó eones aquí abajo, ya ni siento ese olor —suspiré intentando tranquilizar las ganas de vomitar.

Lucifer desvió la mirada hacia mí.

—Cógeme esto.

Me entregó el libro.

Lo cogí, abrí los ojos sorprendida por lo que podía llegar a pesar ese libro, Lucifer me cogió de la cintura pegándome a su cuerpo, haciendo que el mío se estremeciera por el contacto de sus manos en mi cintura.

—Agárrate a mi cuello.

Me miró a los ojos.

Tragué saliva fuerte y asentí, como pude me agarré a su cuello sin que el libro se me cayera de las manos. Lucifer extendió las alas. Eran hermosas, ahora tenían un color blanco hermoso, mi mirada pasó por ellas. Pegué un grito al mirar al suelo y ver que estábamos muy lejos de él.

Cuando creí que íbamos a llegar ya al suelo, Lucifer volvió a mover sus alas de arriba hacia abajo subiendo más lejos del suelo.

Miré hacia el suelo, pude empezar a ver las almas de los muertos y a los demonios torturándolos.

Llegamos al suelo, todo estaba lleno de almas y demonios, Lucifer me cogió el libro de las manos, lo agarré fuerte del brazo. Mi mirada inconscientemente se desvió hacia las almas que estaban siendo torturadas.

Los demonios reían al ver el sufrimiento de las almas, mi cuerpo se estremecía al ver como cortaban cachos de piel de las almas, mi cara de asco era evidente.

—Hay personas muy jóvenes aquí —dije al ver a chicos y chicas de mi edad o más menores.

—Violadores, asesinos, todo lo que te puedas imaginar —dijo sin mirarme —. ¿Me puedes esperar aquí?

Lo miré.

—Si —giré para mirar a mi alrededor —bueno, mejor no.

Lucifer rió y asintió.

Seguimos andando, llegamos a una especie de torre, Lucifer puso su mano en la pared y se abrió una puerta.

Entramos y vimos a un hombre torturando de la peor manera a un alma, giré la cabeza horrorizada, el grito desgarrador de esa alma hizo que mi cuerpo se estremeciera. Lucifer se dio cuenta de ello, me cogió de la mano intentando calmarme.

—Dile que pare, al menos en lo que estamos aquí.

Lucifer asintió.

—Detente ahora —Dijo en un idioma que parecía ser el hebreo.

Según mi abuela me había contado, el idioma que Lucifer solía hablar era ese, tenía entendido que ese idioma ahora mismo era una lengua muerta, que nadie la hablaba, también era la lengua más antigua.

Los gritos de esa alma cesaron dejando a mis oídos tranquilidad y paz, el demonio se acercó a Lucifer, se arrodilló dejándome confundida, ese ser subió la mano y tocó la mano de Lucifer.

—Levanta —volvió a hablar en su idioma.

—Gabriel debería estar aquí ¿dónde está? —Su voz tan fría y aguda me hizo retroceder un poco por el miedo.

Lucifer se dio cuenta y me miró, sus ojos estaban rojos, la piel de su cara estaba comenzando a cambiar dándole un tono muy terrorífico, miré a mis lados, pero no tenía escapatoria, todo estaba cerrado, no había ninguna ventana o algún hueco por el que salir.

—Su hermano se fue con Amenadiel —cuando el demonio pronunció esas palabras Lucifer cambió por completo.

Su piel se transformó por completo, parecía quemada, sus alas eran como las de un murciélago, sus manos crecieron un poco al igual que sus uñas, la camisa que llevaba puesta se rompió por lo musculoso que llegó a ser su cuerpo al transformarse.

—Buscar a Gabriel, hasta que no aparezca no os quiero por aquí —el demonio asintió y desapareció frente a nosotros.

Lucifer se giró y me miró.

—¿Estás bien?

Asentí intentando tranquilizarme.

—¿Nos podemos ir?

Suspiré profundamente desviando la mirada de Lucifer.

—¿Me tienes miedo? —Intenté mirarlo y decir que no, pero iba a mentirle, no pude mirarle y mucho menos cuando se acercó a mí y me cogió de la mano, ahogué un grito al sentir su piel —respóndeme.

Negué.

—No-No lo sé.

Intenté mirarlo, pero se me hacía imposible.

Mis dientes se aferraron a mi labio inferior, di un paso hacia atrás chocando contra la pared, me obligué a mi misma a mirarlo a los ojos.

Así lo hice, lo miré, sus ojos seguían rojos, era un rojo muy intenso, cuando vio mi cara de terror volvió a su forma original, pero esta vez sin camiseta, me fue imposible poder desviar mi mirada de su abdomen, ahora entendí cuando decían que había sido el ángel más hermoso creado por dios, este hombre no tenía ninguna imperfección en su cuerpo.

Sus ojos azules eran hermosos, su mandíbula bien definida, su cuerpo bien definido, sus brazos fuertes, su sonrisa e incluso sus dientes blancos que hacía que su sonrisa fuera más bonita y perfecta bueno... Todo él era hermoso y perfecto.

—Vámonos —su voz sonó entre esas paredes haciendo que lo mirara a los ojos.

Me cogió de la mano, cerré los ojos y cuando los abrí ya estábamos en la tierra, Lucifer se levantó de la cama y salió sin decirme nada, yo solo suspiré y me llevé las manos a la frente. No sé me iban las imágenes del infierno, estaban bien incrustadas en mi mente: los gritos, la sonrisa de esos demonios, las lágrimas de esas almas, todo era un horror.

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Comments

Fralu

Fralu

No ahí más capítulos autora? Me muero de curiosidad 😣

2022-02-16

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