Tortura.

El camino era largo, muchos árboles a mis lados, cuanto más andaban más sentía los árboles caer sobre mí, las lágrimas salían sin control, el nerviosismo hacía temblar cada fibra y extremidad de mí, miraba hacia los lados buscando seguridad, pero no la había.

Corría intentando llegar a esa casa de madera pequeña, corría más y más a todo lo que mi ser podía llegar, pero se hacía el camino más largo y pesado.

Era tal el cansancio que caí de rodillas rota por dentro, llorando y sintiendo como poco a poco esa oscuridad me llenaba por completo.

—Lucha, Irena —la voz de Lucifer sonó dentro de mi cabeza haciéndome temblar —no dejes que esa oscuridad te coma por completo.

Negaba intentando que esa luz no llegara a mí.

Me levanté y seguí corriendo, sentía que dejaba la oscuridad atrás pero también la sentía perseguirme de lejos.

—Ayúdame, Lucifer —mi voz rota intentó que al menos pudiera ser escuchada.

—Solo tú puedes con eso, acuérdate de la calma, la calma después de la tormenta, solo tú puedes hacer que pare.

Seguía negando mientras lloraba.

—No sé cómo hacerlo.

Volví a caer de rodillas sintiendo otra vez esa oscuridad llegar a mí.

—Sigue corriendo, Irena.

Me levanté e intenté correr.

La piel de mis rodillas y manos comenzaba a rajarse, sentía la sangre fluir de pequeñas partes de mi cuerpo.

—Despiértame, Lucifer.

Miré hacia el frente del camino.

—Solo tú puedes hacerlo.

Sentí un agarrón en mi pierna que me hizo caer.

Esa vez sentí la oscuridad más cerca de mí, más cerca de mi ser, sintiendo mi alma desgarrarse.

Fue entonces cuando Lucifer apareció convertido en demonio haciéndome gritar del miedo, luchaba contra esa sombra mientras yo lo único que hacía era mirar la escena con horror, me había quedado estática sin saber que hacer.

La sombra desapareció y Lucifer se acercó a mí, me tendió la mano cuando la iba a coger gritos comenzaron a escucharse, gritos desgarradores que hacían que mis ojos se abrieran como platos del miedo, me levanté rápido y abracé a Lucifer.

—Haz que desaparezca, no quiero más.

Las manos de Lucifer tocaron mi cabello.

Desperté gritando y sudando, Astoreth estaba ahí al igual que Lucifer, los dos me miraban con comprensión, sabían algo... Algo que no me querían contar.

—¿Por qué tengo estas pesadillas?

Los miré a ambos esperando una respuesta.

—Se volverán peor con el paso de los meses —habló Astoreth.

Negué llorando llevándome las manos a la cara.

—Tu alma pertenece al infierno —volvió a hablar la chica llevándose malas miradas de Lucifer.

Ahí entendí que él no quería que supiera eso, no sabía si era porqué podía ir a peor o porqué quería que siguiera sufriendo... Aun así, las dos opciones eran horribles y sentía que mi cuerpo y mente ya no podía más, miré los manos y rodillas tenían los cortes que sentía en la pesadilla.

—No son pesadillas —habló Lucifer.

—Es la realidad —terminé la frase haciendo que ambos asintieran con la cabeza —. ¿Cómo puedo acabar con ellas?

Se miraron entre ellos dos.

—Muriendo —habló Astoreth haciendo que Lucifer con solo tocarla la mandara lejos de la habitación.

—¿Tengo que morir? —Le pregunté llorando.

—Tienes que ser fuerte, Irena

Reí sin ganas negando con la cabeza.

—Siento que me voy a volver loca, Lucifer, necesito que todo esto acabe, no puedo seguir.

Lucifer se sentó en la cama y me miró.

—¿Confías en mí?

Lo miré a los ojos.

—¿Debería? —Ambos reímos —Poco, pero lo hago.

Él asintió y me cogió la mano.

—Cierra los ojos y no los abras por nada.

Lo miré asustada.

—Antes explícame que vas a hacer.

Lucifer suspiró.

—Odio cuando pides tantas explicaciones, Irena —se levantó —. Solo haré que paren las pesadillas.

Me levanté dolorida y asentí dándole las manos.

—Está bien, hazlo.

Cerré los ojos.

—No los abras, Irena —escuché la voz de Lucifer en mi cabeza.

—Me duele —hablé en mi mente.

—No los abras.

Fue entonces cuando un fuerte dolor dentro de mí me hacía gritar.

Sentía mi garganta desgarrada y cuando abrí los ojos estaba en el mismo bosque, pero este era distinto, había muchas personas andando, la misma oscuridad estaba ahí, pero esta vez acompañada, había muchas más, los gritos desgarradores empezaron a escucharse.

Miré a mi derecha y ahí estaba Lucifer.

—¿Qué ha pasado? ¿Por qué ya no siento tanto miedo?

Lucifer sonrió.

—Tu vida está unida a la mía Irena.

Lo miré horrorizada.

—¿Có... Cómo? —Lucifer sonrió.

—Todo acabó, ya no habrá más pesadillas, Irena, pero habrá cambios.

Miré a mi alrededor.

—¿Me quedaré aquí para siempre? —Lucifer negó —¿Entonces qué cambios, Lucifer?

Lucifer me volvió a agarrar de las manos y volvía a estar en la habitación.

—Explícame que pasó.

Lo miré a los ojos.

—Experimentarás cambios, Irena, cambios que pueden confundirte, tu vida y la mía es una, ahora perteneces al infierno como yo.

Mis ojos se abrieron asustada y negué.

—¿Estoy muerta?

Lucifer me miró.

—No exactamente, tu alma está partida en dos, una mitad de ella está en el infierno, por eso no sientes tanto miedo, la otra está en el mundo humano, estás entre los dos mundos —asentí sin entender mucho lo que decía —. Tengo que irme, te dejo con Astoreth.

Asentí y se fue.

Me senté en la cama y miré hacia la puerta sin saber qué hacer, me acerqué a Astoreth que estaba bebiendo. Me miró y se sentó conmigo en el sofá.

—¿Te encuentras bien?

La miré encogiéndome de hombros.

—No entiendo nada de lo que está pasando.

Astoreth me sonrió.

—Lucifer lo hizo por ayudarte.

La miré.

—Lo sé, pero no comprendo por qué, Marta vendió mi alma a él, en un año me tendría que llevar y ahora no sé... Cambió todo y no entiendo el qué o por qué.

Astoreth suspiró.

—No tiene por qué haber un por qué, al fin y al cabo, es lo que está pasando, antes de que Lucifer se uniera a ti, tú ya pertenencias a él... Bueno una parte de ti, ahora solo piensa en lo que hay, en el presente, no pienses en el futuro o pasado.

Miré hacia el suelo nerviosa.

—¿Cómo se supone que tengo que sobrellevar esto? Cuando Lucifer se unió a mí, estuvimos ambos en el infierno o al menos nuestra alma, sentí como que estaba en casa, cuando regresé me sentí vacía, algo de mí extrañaba algo y no sé qué es.

Astoreth me miró comprensiva.

—Perteneces al infierno, y aunque no hayas estado mucho tiempo tu alma ya no pertenece aquí, no una mitad de ella.

Me tocó la mano y asentí.

—¿Y ahora qué?

Astoreth se levantó.

—Yo tengo que cumplir con mi deber, si quieres acompáñame.

Me levanté y la seguí.

Fruncí el ceño al ver que estábamos fuera del pub.

—¿No servías copas?

La miré extrañada a lo que ella rio.

—Ese es mi segundo trabajo.

Negué sonriendo.

—¿Y el primero?

Astoreth me agarró de la mano y me llevó lejos del pub.

Llevamos caminando unos diez minutos hasta que llegamos a la casa de Marta.

—¿Qué hacemos aquí? —Desvié la mirada hacia otro lado por si íbamos a otro sitio o si esperábamos a alguien.

—No me gustan las injusticias, y lo que hizo ella fue una, torturaré su alma hasta que pida clemencia y aun así seguiré hasta que me aburra —la miré asustada y negué —, oh no me vengas con que no quieres que sea castigada y todo eso.

Negué.

—Quiero aprender —. Salieron esas palabras de mi boca sin pensarlo.

—Vaya... Me has sorprendido, solo mira y aprende.

Asentí y como si mi cuerpo se moviera solo entramos a la casa.

Vimos a Marta tumbada en la cama con la mirada perdida, Astoreth se convirtió en demonio, su mirada se volvió amarilla, un amarillo muy fuerte, sus uñas se alargaron varios centímetros más, su cara tenía varios golpes fuertes y profundos, mitad de la cara quemada que hacían ver sus huesos, mi mirada calló al suelo y luego a Marta que miraba la escena asustada.

—Solo mira y aprende —volvió a repetir Astoreth, pero esta vez su voz era grave, como si de un hombre se tratase.

Miré a Marta y luego un chillido salió de su boca haciendo que mis odios empezarán a pitar.

Astoreth no se había movido, solo miraba a Marta y la hacía retorcerse del dolor, luego se acercó a ella y con un instrumento que sacó del cinturón de su pantalón empezó haciendo un corte en su pierna haciéndola gritar aún más.

—Astoreth, basta.

La toqué el brazo y ella se giró para mirarme, tragué saliva asustada y ella volvió a su forma normal.

—¿Por qué basta?

Suspiré mirando como Marta temblaba y se retorcía del dolor.

—Creo que ya ha sufrido ¿no crees?

Astoreth tocó mi brazo y estábamos alejadas de la casa de Marta.

—Tenía que sufrir más.

La miré y negué.

—Nunca me ha gustado la violencia y verla tan de cerca me puso nerviosa.

Astoreth sonrió.

—Vayamos con Lucifer.

Asentí y nos fuimos a su departamento.

Lucifer andaba de un lado al otro, cuando nos vio se relajó y se acercó a nosotras.

—¿Dónde mierda estabais?

Me miró.

—Torturando a su amiga —dijo tranquilamente Astoreth.

—¿Estás bien?

Asentí mirándolo.

—Al principio se sentía bien escucharla gritar, luego no pude seguir.

Astoreth sonrió.

—Sería buena torturando —habló Astoreth.

Lucifer me miró y yo a él, me acerqué a Astoreth y me serví whisky.

—Ella no hará eso —su voz sonó fría haciendo que mi piel se pusiera de gallina y tragara saliva nerviosa.

—¿Por qué no? —Me atreví a preguntar, él me miró y se acercó a mí.

—Tengo otros planes para ti.

Lo miré a los ojos.

—¿Cuáles? —Susurré al tenerlo tan cerca de mí, él sonrió y se acercó a mi oído.

Más populares

Comments

Jolmary Medrano

Jolmary Medrano

ummmm, que le irá a decir al oído????

2022-06-26

1

Total

descargar

¿Te gustó esta historia? Descarga la APP para mantener tu historial de lectura
descargar

Beneficios

Nuevos usuarios que descargaron la APP, pueden leer hasta 10 capítulos gratis

Recibir
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play