VEINTE:

    Detengo el auto en la carretera y lo dejo ahí para dirigirme a mi destino. Recorro el sendero dibujando en mi mente su silueta, la hermosura del lugar y La Paz que transmitía me hizo posible poder recrear el escenario completo en mi mente.  Al llegar a la empinada escalinata de raíces, subo hasta el final donde me espera el que anteriormente había denominado " un paraíso terrenal".

    Me quedo ahí, parada en silencio mientras que mis emociones pelean a muerte por salir a relucir. Me siento al pie del sauce y saco mi libro favorito para comenzar a leer.

   Me siento bien, sinceramente. Pese a todo lo que ha pasado. Chistiam tenía razón cuando dijo que este refugio le transmitía paz. Yo me siento exactamente igual, la brisa mece mis cabellos y el suave olor de las flores penetra en mis sentidos purificando mi ser. Siento un frío en las mejillas, cuando las toco, me doy cuenta de que he estado llorando. Enjugó mis lágrimas pero estas no paran de fluir y el dolor reaparece.  Me tiendo a llorar sin descanso, el peso de mis propios temores me acosa, el recuerdo de lo que pudo ser y la inexorable derrota oprimen mi corazón y la duda de no saber si esto que lloro en algún momento fue real solo hacen que la opresión que siento en mi pecho se incremente.

   Es que si solo hubiese sido capaz de ser honesta, si no con él , al menos conmigo misma; si hubiese aceptado lo que sentía desde el primer momento, ahora al menos tendría el consuelo del recuerdo, pero...

  - ¿Georgiana? - una voz me llama preocupada. Levanto la mirada del suelo, ¡estoy loca!, es imposible que esté aquí. -. ¿Estas bien?.

   Parpadeo varias veces para asegurarme de que no sea una aparición, pero no, es él. Cruelmente el destino nos coloca de nuevo, juntos, en el lugar donde todo empezó. Me levanto de un salto y enjugo mis lágrimas con la manga de mi sueter. Su rostro está serio, su mirada impenetrable. Había regresado el hermoso e indescifrable chico del inicio.

  - Yo... ¡Lo siento! - recojo mis cosas y me sacudo el pantalón para irme. El me mira sin expresión en el rostro y no dice nada-. No debí venir acá, solo que necesitaba estar sola y... no sabía que vendrías. Lo siento, ya me voy.

   Paso por su lado avergonzada. No quería que esto pasara, no quería verlo. La intención era venir acá, llorar todo lo que me fuese posible y luego regresar a casa a fingir que soy feliz... ¡Dios Gyna, eres tan inmadura! . Me regaño. Escucho su voz cuando estoy a punto de comenzar a descender.

  - ¿No te cansas Gyna?. - suelta molesto. Volteo a ver sorprendida y me mira severamente-.

  - ¿De qué? - pone los ojos en blanco. Se acerca a pasos agigantados hasta quedar frente a mi. No puedo evitar quedarme sin palabras-.

  - ¿Y?... ¿No vas a responder? - intento hablar pero no me salen las palabras. Clava sus ojos en los míos sin cambiar su expresión.  ¡Si quieres que te responda no me mires de esa manera!... - ¡Claro!...- bufa- ¡Como siempre no tienes nada que decir!... ¡Perfecto!.

  - ¿Que quieres que te diga? - suelto de pronto - ¿Que lo siento? - niega molesto.

   - ¡Te pasas la puta vida pidiendo perdón!. - bramó-. Cada vez que siento que doy un paso hacia ti, tú retrocedes cinco. Siempre que me convenzo de que vale la pena aceptar todo esto que siento haces algo que me deja de lado... ¡Y luego solo te disculpas!. - suspira cansado -... ¡Estoy hartandome de esto!.

   ¿Entonces siente lo mismo que yo?.

   Alargo mi mano hasta su rostro y el se aparta, hace una mueca de dolor antes de continuar.

   - ¡Pudiste haberme elegido ese día!... Yo lo hubiese hecho por ti. - siento la amargura en su voz . Sus palabras me caen como un ladrillo. Miro sus ojos y veo que está esforzándose por contener las lágrimas, siento una opresión en el pecho... lo que más duele de todo esto es que  ¡Tiene razón! -. Y ahora solo te disculpas - resopla - . Sabes que... ¡Jodete Gyna!.

  

   Pasa por mi lado para irse, pero lo detengo por la camiseta. Él voltea a verme hecho una furia, suspiro, tragó saliva y comienzo a hablar.

  - ¡Tienes razón!. Soy una cobarde. - hace un gesto ridículo y me aclaro la garganta - La presión de todos siempre es más fuerte que yo y sucumbo, prefiero eso que enfrentarme a las personas. Siempre he sido así... esa noche, de verdad quería gritarle a todos que... - me detengo y trago saliva. ¿Iba a decirle que le quiero?-pero al sentir las miradas de todos  en mis hombros tuve miedo y salí huyendo...

  

  - Ya es tarde niña. - niega con la cabeza - ¡Yo ya no estoy para esto !. Tú no vas a dejar nada por mi, y yo no estoy dispuesto a esperarte más... Esa noche en tu casa... - hace una pausa -. Se acabó.

   - Ok. - digo y una lágrima escurridiza baja por mi mejilla. Él la sostiene con su dedo y yo cierro los ojos por el contacto... cuando los abro nuevamente ya se ha ido, dejándome sola, con la responsabilidad de lo que he hecho.

  

  - De verdad lo estaba intentando... ¡Te quiero!. - Musito y dejo salir el dolor.

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