TRES:

     ¡MIERDA, MIERDA, MIERDA! .

  Tiro la puerta con fuerza al llegar a mi apartamento, ¿Como puedo ser tan estúpido?... ¿Que coño tenia yo que ir al rescate de nadie?. ..

Pero es que no pude evitarlo. Desde que la vi esta tarde algo en mi interior se encendió. Y hablo literalmente, fue como si todos mis músculos reaccionaran al encuentro con esa mirada... que te hace  perderte en la miel de sus ojos.

 

Sonrió para mí mismo ante la bobada que acabo de decir y un poco de mi anterior enojo desaparece. Y es que si lo pienso con detenimiento,  toda la culpa fue mía, ¿Que me hizo pensar que una chica como ella podría ser mi amiga?.

    Es que solo hay que mirarla una vez para darse cuenta de que somos totalmente incompatibles. Y no es que se encuentren muchas personas afines a mi, y menos en este pequeño y aburrido pueblito, pero no se... vi algo en ella que me invitó a acercarme. Una chispa, por así decirlo, una chispa que no había visto jamás  y me causó curiosidad.

   No estoy muy acostumbrado a que ninguna chica se me niegue. Siempre ha sido así, llego a cualquier lugar, las chicas se vuelven locas por el "nuevo chico misterioso", y en menos de lo que puedo darme cuenta ya las tengo a todas detrás de mí en busca de atención. Luego ya solo tengo que elegir con cual me apetece pasar el rato... ¡No me esperaba que esta me mandase a paseo!.

  Espere a que saliera para verla una vez más.  Después de nuestro inexpresivo intercambio de miradas, quedé con ganas de más. Quería verla, saber que había sido eso que me había producido, ese corrientazo que me recorrió en cuanto su mirada se clavó en la mía. La vi salir enojada del edificio, caminaba apresuradamente así que supuse que debía vivir cerca, la seguí en silencio, procurando no ser visto.

   Solo quería asegurarme de que llegase con bien, me sorprendió que pasaba el rato y nada que llegaba, supuse que estaría cansada de tanto caminar así que me llené de valor y me acerqué a ella. Pude ver como sus músculos se tensaron al escuchar mi voz y por un segundo dudé de si había hecho lo correcto.  Hasta que se volteó para verme.

   Su mirada nuevamente se posó en la mía y sentí un leve escalofrío recorriendo todo mi ser.

- ¿Eso importa? . No creo que mi día pueda ir peor. - las palabras salen de su boca y acompañadas por su decaído semblante, confirmando que yo estaba en lo correcto y algo le ha pasado.

No se que carajo debería decirle, nunca he sido bueno dando palabras de aliento, pero algo dentro de mi dice que debo hacerlo, decirle algo, lo que sea, sino me arrepentiré toda la vida.

 

- ¿Así que esa es la manera en que las niñitas de papi se distraen de un mal día? ... ¡Que aburrido!. - hice mi mejor esfuerzo, pero en cuanto las palabras salieron de mi boca supe que la había cagado... como dije, esto no es lo mío-... Y si. Existen cosas peores que las que te podrían haber pasado hoy.

  - ¡No estoy de humor para bromitas de mal gusto!... así que adiós.

   Claramente estaba enojada, tenia el ceño fruncido y sus dedos se movían incesantemente contra su pierna, daba la intención de que tocaba un instrumento.  Se da la vuelta para irse, no quiere tener que seguir escuchándome, pero la detengo. Me ofrezco a llevarla a casa, la verdad era que no quería dejarla ir sola pero sorpresivamente su rostro se suaviza y comienza a reír.

  - ¿En eso? - suelta sin pensar y yo la miro confundido y me encojo de hombros. ¿qué habrá querido decir?.

   Parece darse cuenta de mi incomodidad porque se excusa diciendo que la matarían si la vieran en una motocicleta, pero yo se que lo que en realidad quiere decir es que seria un escándalo si su perfecta madre la viese llegar a su perfecta casa en una moto con alguien como yo. Estoy enojado, ofendido más que todo y no me pienso quedar con esta. Esa niñita consentida y sus prejuicios estúpidos no iban a arruinarme el día.

- No me equivoqué... Si eres esa clase de chica. 

   Quería ofenderla, decirle algo que la hiciese sentir como ella lo había hecho conmigo pero en cuanto me preguntó a qué me refería lo único que pude hacer fue pincharla diciéndole cobarde. Mi comentario surtió efecto, pues se apresuró a disculparse, pero ya era muy tarde. Yo estaba demasiado cabreado como para escuchar su excusa, así que encendí el motor y me alejé lo más rápido que pude. No supe si había llegado a casa, no supe que quería decirme, ya no importaba... no valía la pena.

Llegué a casa destrozando todo lo que me encontraba a mi paso y luego de que mi ira había sido descargada de algun modo me quedé dormido sobre el sillón. 

   Me levanté agotado y adolorido por la mala noche. Me di una ducha rápido y salí de casa. Al llegar caminé entre miradas curiosas hasta el salón donde tenia mi primera clase y no estaba ella. Me senté en la primera silla que vi y me puse a revisar mi móvil. A mi lado, un chica rubia hermosa me llamaba la atención. Después de que ya no encontré nada que me distrajera en mi móvil me volteó en su dirección y me guiña un ojo coqueta y yo le sonrió para variar.

  - ¡Tu debes de ser Chistiam!. - asiento y ella sonríe ampliamente. - estaba esperando el poder conocerte. ¡Soy Britney!.

Asiento y ella no para de sonreír... ¿No se cansará la mandíbula?.

   - Bueno, ya sabes mi nombre, no tengo que decirlo. 

   Continuamos hablando un rato,  me preguntó cosas sobre mi, las cuales a la mayoría no respondi, no me interesa contarle sobre mi vida privada a nadie, me preguntó sobre mi apartamento y era obvio que se me estaba insinuando, no me molestaba la idea porque ¡Joder, está buenísima!, pero no pensé que acá las chicas fueran tan fáciles.

  - ¿Como sabes que vivo solo? - yo no le he dicho a nadie, ¿a quién se lo diría?. Ella enarcó una ceja y sonrió orgullosa.

   - Mi padre. El y el tuyo están haciendo negocios y en cuanto te vi, le pedí que averiguara un poco...

   Y puffs.  Todo el posible interés que pudiese haberme despertado desapareció al instante.  Me puse serio. No me gustó que quisiera ahondar en mi vida de esa manera, ¿Que soy, un puto trofeo?.

  Saqué nuevamente mi móvil y al voltear me quedé mudo. Ahí estaba ella.

   Venia totalmente desaliñada, y me causó un poco de gracia la forma en la que miraba a todos lados preocupada por cómo la miraban los demás. Se sentó a mi lado sin siquiera notar mi presencia y sacó sus apuntes.

   

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