Capítulo 4

...ARTHUR...

Los estragos producidos por el alcohol desde este momento son cómplices y los culpables de una terrible estupidez. No siento nada, ¡la borrachera de hace segundos se ha esfumado por arte de magia! Nunca me he avergonzado por nada, pero mirarla a los ojos… se puede asociar a una tortura, a una vergüenza que no le deseo padecer a nadie.

Aunque me regañe a mí mismo, nada quita mi grado de imbecilidad al entrar a este baño y tocar con mis manos el cuerpo de la mujer a la que le declaré la guerra desde que pisó la mansión.

—¿Adoptada? —balbuceo.

—¡¿Qué haces en mi baño, grandísimo imbécil?! —el ágil movimiento de su mano impactando mi mejilla me deja paralizado—. ¡Ayuda! ¡Hay un pervertido en mi baño! ¡Me quiere violar!

Sus histéricos gritos me llevan al impulso de tapar su boca para conseguir callarla.

—Eso no es cierto —musito.

—¡Ayuda!

—Para de gritar si no quieres que…

—¿“Que te viole”? ¿Eso ibas a decir? ¡Eso ibas a hacer, infeliz, desgraciado, poco hombre, estúpido, imbécil, degenerado…!

—Suficiente.

No la había visto huir de mí hasta ahora. Amarra una toalla a su curvilíneo cuerpo y entre gritos sale del baño.

—Todo tiene un porqué, Katherine…

—Ingresaste a mi habitación, entraste a mi baño, me tocaste con tus asquerosas manos. ¡¿Eso tiene un porqué, imbécil?!

—Estaba en un estado de embriaguez, entiéndeme…

—Fíjate que yo te veo muy bien.

—Eso es porque…

—¡Cállate!

—Adoptada…

—Lárgate de mi habitación si no quieres que llame a la policía y te acuse de intento de violación.

—Mira, niña…

—¡Ahora! —me demanda que salga señalándome la puerta.

Hago caso a su exigencia yendo de salida. Si yo fuera ella también estaría molesto, comprendo su alteración.

—¡Oye! —faltando poco para voltear a verla me lanza la ropa en la cara—. Pervertido. Ahora afuera, muévete.

Mi madre debió considerar la idea de abortarme. Yo, Arthur Hardy, un hombre con principios, ¿satisfaciendo a su hermanastra? Bien decía mi padre: “Tu nivel de estupidez no tiene límites”.

...•••...

No sé cuánto tiempo más estaré evitando a Katherine. Hoy se cumplen dos días desde ese maldito accidente. Cada que ese recuerdo llega a invadir mi mente quiero meter la cabeza en no sé dónde y morirme. No hay hora en la que no me reproche. Los cargos de conciencia me tienen aquí, abriendo la puerta de su oficina; estoy preparado para pedirle perdón a Katherine, así sea de rodillas, porque papa me enseño que no se toca el cuerpo de una mujer a menos que sea con su consentimiento.

El nombre de Katherine se queda en la punta de mi lengua cuando entro y lo primero que veo es la ridícula escena en la que está abrazando a mi mejor amigo.

—¿Qué haces aquí, Lewis, y con ella? —cuestiono.

—Vaya, Lewis, no sabía que conocías al… degenerado —dice ella, con una sonrisita capaz de desatar mis ganas de odiarla.

—Bueno… soy el mejor amigo de tu hermano…

—Adoptivo —añade Katherine.

Ahora soy el que Lewis mira con un aire de confusión, sin entender la situación en la que se encuentran sus amigos.

—Arthur, soy el mejor amigo de tu hermana…

—Adoptiva —agrego.

No me conviene que Lewis escuche nuestra conversación, así que deseo que desaparezca cuanto antes.

—¿Podemos hablar, adoptada?

—Tú y yo no tenemos nada de qué hablar —descansa en su silla.

—Lewis, déjanos solos —pido.

Me concede la petición marchándose cuanto antes.

—¿Amas ser humillado, Arthur, o por qué te cruzas siempre en mi camino cada que te digo lo odioso que eres? ¡Joder!, eres alguien que me arrepiento haber conocido.

—Entre los dos hay motivos de más para odiarnos, pero acepto mis faltas y por eso me tienes frente a ti; perdón por lo de la otra noche.

—Nada de lo que salga de tu sucia boca eliminará ese espantoso momento de mi mente. Lo cometido… cometido está.

—¿Me negarás que te excitaste en cada segundo de placer?

Sus pupilas se dilatan. Vine por perdón y por su mirada llena de desdén parece que me iré cacheteado.

—¡Lo siento, lo siento!

Lo que me sobra de inteligencia lo tengo de idiota.

En el aire se percibe mi derrota. ¿Cómo no he podido conseguir su perdón? Según yo iba a ser todo fácil. ¿Qué pasó, Arthur? ¿La tienes difícil?

—¡Óyeme, Katherine! ¡Por primera vez en mi maldita vida estoy dejando un intolerable orgullo de lado y exijo que me oigas!

—¡Púdrete!

Resoplo molesto.

Ella sabe cómo hacer que todo se enrede en mi cabeza.

—Mira, adoptada, yo vine aquí por algo y no me voy sin tenerlo.

En posición rígida me encara con una resignada mirada y una sonrisa no tan alargada.

—Perfecto. Si tanto te empeñas en permanecer en mi oficina no me molestaré en botarte. Me esperan en una junta laboral que se me había pasado por alto, nos vemos en la casa —avanza a la puerta—. Y tus disculpas puedes dárselas a tu amiguita; Madison —cierra de golpe la puerta.

No es la primera vez que me humilla, pero tenía fe en que podía mejorar las condiciones en las que estamos. Fue iluso de mi parte creer que Katherine estaría con los oídos abiertos para escucharme. ¡Odio a Katherine por las vergüenzas que me ocasiona!

Caminé por toda la oficina y la esperé todo el día con una enorme paciencia que hasta ahora no me creo; quería librarme de los cargos de conciencia y hablar con ella, sea como sea. Pero me dijeron que aceptó la invitación de Lewis de salir a almorzar; sí, se fue.

Con el mal genio que tengo solo pude pensar en llegar a la mansión. Una vez llego a mi cuarto empiezo a quitarme la ropa, comenzando por desatar el nudo de mi corbata. Trato de olvidar el mal rato de esa noche y desviar los malos pensamientos, pero solo los atraigo más cuando profundizo y medito en el tema. Es una noche tan fría en el que se escucha el silbido del viento, mas la excitación que surge de mí hace que mis manos suden. Tan bajo he caído como para que la calentura se me suba por una estúpida confusión; pero estúpida o no, lo disfruté. Algo semejante a un bulto crece en mi pantalón. No quiero que esto se me salga de las manos, pero ¿qué hago cuando mi cuerpo me pide placer?

...KATHERINE...

Según me notificaron las empleadas de la empresa, Arthur estuvo muchas horas en mi oficina para platicar conmigo. Es increíble hasta dónde puede llegar su insistencia. Si estuviera en mis manos lo sacaría de mi vida en un tronar de dedos.

Mis pies gritaban por descansar de los tacones y lo primero que hice cuando llegué a casa fue quitármelos.

La mansión está en silencio. ¿Habrá alguien aquí? Como sea, no pienso averiguarlo. Subo despacio las escaleras, aunque tenga prisa por llegar a mi dormitorio, y antes de llegar paso por el cuarto de Arthur que tiene la puerta mal cerrada. Mi mente no sabe cómo capturar tanta información de golpe cuando por curiosa veo accidentalmente a Arthur masturb*ndose a metros de la puerta. ¿Quién se satisface de tal manera sin ponerle seguro a la puerta? ¡Solo un imbécil como él!

—Esto va a ser interesante —susurro y saco mi celular—. Pagarás por meterte en mi baño, Arthur.

Esté mal o no, grabo con deleite.

Mala suerte la mía que Arthur no sea el único que está excitado. Sí, verlo agilizar sus manos y escuchar sus gemidos mezclan muchas reacciones. “No caigas en tentaciones o todo se irá al carajo” Si mi angelito no me estuviera susurrando al oído y en su lugar estuviera mi diablito, de seguro estaría ahora revolcándome con Arthur, dejándome llevar por mis bajos instintos de mujer que busca un poco de acción.

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Comments

Sarya G

Sarya G

y valla que su padre no se equivoco 🤐

2024-08-21

0

Graciela Peralta

Graciela Peralta

que pasara ahora con ella y el tipo este

2024-01-25

0

tu india

tu india

estos dos ya están hechizados el uno por el otro sin darse cuenta

2023-04-22

1

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