CAPÍTULO XI

"Estoy en casa de mis padres, todos están felices conviviendo, esta escena es de las más bonitas que he visto en mi corta vida. Mis padres sonríen, papá le da un beso a mamá en la mejilla, tío Hugo y tío Mati platican de los peligros que corrió mi tío Hugo en su última misión. Verlos así de felices me conmueve tanto que no me doy cuenta en qué momento empecé a llorar… ¿Por qué estoy llorando? Todos están felices, yo también lo estoy… pero, ¿Por qué me duele tanto el corazón?

-Cariño, ¿Qué haces ahí parada? Ven a sentarte con nosotros- me dice mi mamá con una dulce sonrisa, aunque le correspondo, de mis ojos brotan más lágrimas y mi corazón duele aún más, quiero ir con ellos para que me abracen, pero no puedo mover mis pies, y eso me duele.

Se empieza a escuchar algunas detonaciones, al fin me puedo mover y salgo corriendo del lugar, pero ellos no se mueven de dónde están

-¡APÚRENSE, VENGAN CONMIGO!- les grito desesperadamente, pero no me escuchan. Una explosión acaba con lo que tanto amo en esta vida, nadie ha sobrevivido a esta calamidad. Caigo de espalda en el momento que soy arrojada por la onda de impacto que me alcanzó, me ha hecho llegar hasta un lugar que se me hace conocido, pero está muy oscuro. Ni bien me incorporo y una enorme mano ya sostiene mi muñeca ejerciendo demasiada presión que duele, intento liberarme pero es inútil, me siento demasiado mareada y débil. Un hombre me ha salvado de quién me lastimaba, me cubre con su vieja chamarra, pero a pesar de ello, a pesar de que es vieja y con un fuerte olor a licor, es muy cálida… esa calidez se siente bien, pero no entiendo porque siento una enorme opresión en mi pecho que me asfixia. Este hombre me guía hasta una casa, aún no le he podido ver el rostro, pero su cercanía es muy familiar. Al entrar, la luz ilumina todo el lugar y al fin puedo verlo, es el viejo Donald quien ahora me sonríe mientras yo lloro, no puedo evitarlo, el corazón me duele tanto que no puedo parar.

-LUCI- escucho algunas voces a lo lejos, las puedo reconocer dónde sea, sé que se trata de las niñas, pero no las puedo ver por ninguna parte por más que las busco. De un momento a otro estoy en el cobertizo, no sé cómo he llegado hasta aquí. Al salir, un olor a quemado llega a mis fosas nasales, en el suelo hay algunas llamas pequeñas y no comprendo qué está pasando, pero a cada paso que doy mi corazón late aún más rápido

-LUCI- vuelvo a escuchar a lo lejos

-ANDY, ANNIE, NATH, ¿DONDE ESTÁN?- mi desesperación por encontrarlas aumenta a cada segundo

-LUCI-vuelvo a escuchar, es la única respuesta que me dan. Sintiendo un dolor en el pecho, corro hasta la casa, los latidos de mi corazón y mi respiración se han vuelto irregulares. Al entrar ahí, veo muchos cuerpos tirados, todo el piso está pegajoso, ahora es de un color rojo intenso. Las caras que veo no me resultan nada familiares, pero mientras más avanzo al interior mi respiración se va agitando aún más... un doloroso nudo se instala en mi garganta, la opresión que siento en el pecho me corta la respiración, se me revuelve el estómago, mis piernas tiemblan y pierden su fuerza, haciéndome caer en el enorme charco de sangre que cubre todo el piso, manchandome por completo. Siento que no podré soportar este dolor que tengo al ver el cuerpo del viejo Donald atado a una silla con múltiples cortes en brazos, piernas y pecho. Siento que la sangre que me está manchando me quema, siento demasiado dolor… siento que no puedo más

-LUCI, LUCI- escucho las voces desesperadas de las gemelas, miró a todas partes para encontrarlas, pero no puedo hacerlo, no me puedo mover de dónde estoy para ir a buscarlas. El cuerpo me pesa, ya no puedo soportarlo más.

La puerta se abre, la luz me ciega, parpadeo repetidamente para acostumbrarme a la luz, veo una silueta que avanza hasta donde estoy. Siento el impulso de levantarme, al fin el cuerpo me responde. Poco a poco me voy incorporando, sin darme cuenta en qué momento llegó a estar a mi lado quien sea que haya entrado por esa puerta, me ha tomado del brazo para ayudarme a estabilizarme. Una vez de pie, me envuelve en un cálido abrazo, se siente muy bien estar así, el calor que emana su cuerpo se me hace conocido, reconfortante, me da mucha paz… poco a poco, uno de sus brazos me va soltando, mientras que el otro me sostiene firmemente. Su aroma inunda mis fosas nasales, el olor a cigarrillo y menta, en combinación con el aroma natural de su cuerpo me trae calma. El momento no dura más como yo quisiera, un dolor agudo se instala en mi abdomen, al tocar la zona que me duele, veo que mis dedos están manchados con sangre, el sonido del goteo invade mis oídos, unas ganas violentas de toser me invaden, al no poder contenerme más, toso y de mi boca sale sangre, estoy asustada, ¿Que se supone que está pasando?

-LUCI- escucho nuevamente a lo lejos. Al levantar mi mirada veo el rostro de quién me ha apuñalado, es Rodrigo Collins. No entiendo nada de lo que está pasando, este Rodrigo se ve diferente, su mirada es fría, su sonrisa siniestra…

-¿Por qué?- mi voz sale como un suave susurro, pero él no me contesta, mis lágrimas fluyen como un río, nada las detiene, nada las calma, él solo me mira de una manera que hace que mi corazón duela tanto que siento que voy a morir. Ya no soy dueña de mi cuerpo, involuntariamente tomo su mano que sostiene la navaja entre las mías, soltando un último suspiro, guío su mano para que la navaja llegue más profundo. De mi boca sale más sangre; de mis ojos, las lágrimas son torrenciales

-¡LUCI!- escucho otra vez, pero ahora no seré capaz de encontrarlas… lo siento. Mi cuerpo cae nuevamente al suelo, Rodrigo se acerca a mí, con sus manos manchadas de mi sangre, aparta el cabello que cae en mi cara mientras dice algo que no alcanzo a escuchar.

-¡LUCI!- es lo último que logro escuchar.

-*No, aún no puedes morir.- escucho a alguien que me habla, no sé quién es… No quiero abrir los ojos, tengo miedo de ver quién me está acompañando. La curiosidad me invade, y poco a poco los voy abriendo. El lugar es de un blanco inmaculado, hay solo una persona aquí aparte de mi. Me está dando la espalda, creo que no es más alto o alta que yo, la capucha de su capa que llega hasta el suelo no me deja ver si es ella o él. Lentamente me voy acercando hasta donde está, a cada paso que doy, siento que me dan una apuñalada, mis ojos solo ven a quien está a unos pasos de mí, pero siento el suelo pegajoso y un olor metálico inunda mi olfato, al ver el suelo, todo está manchado de sangre. No sé en qué momento llegué hasta donde estaba esta persona, pero está justo a un paso, estoy dudando entre ver su rostro o no, mi respiración está muy agitada. Un escalofrío recorre mi médula ósea, y antes de poder tocar su espalda, cae al suelo de rodillas*.

-Tienes que vivir- es lo único que me dice, su voz es siniestra.

-¿Quien eres?- me atrevo a preguntar

-No querrás saber

-Por favor, dime quién eres y qué es este lugar

-Es mejor que te cuides o nadie será capaz de salvarte.- se pone de pie y gira poco a poco, mi corazón está latiendo como loco mientras su rostro se va revelando

-LUCI- hago caso omiso a las voces que me están hablando

-De ahora en adelante, yo estaré contigo, de ahora en adelante, yo mandaré.- dice al terminar de girar. Veo su cara y no lo puedo creer, es mi reflejo el que me habla, estoy en shock. La cara de mi reflejo está manchada en sangre, sus manos están lastimadas, sus ropas son negras, pero se pueden ver enormes manchas, que si no me equivoco, son de sangre.- ahora nadie será capaz de lastimarnos.- vuelve a decir mientras acaricia suavemente mi cara manchandome de sangre que no se de donde a salido.- estaremos bien.- susurra en mi oído y mi piel se eriza, otra vez vuelvo a llorar. Mis piernas pierden su fuerza y caigo nuevamente al suelo, perdiendo el conocimiento."

-LUCI, DESPIERTA- suplica desesperadamente Andy.- ¡LUCI!- vuelve a gritar Andy mientras sacude el cuerpo de Lucia, quien abre violentamente los ojos.

-Andy, Annie… ¿Qué sucede?- pregunta desconcertada Luci, siente como el aire le hace falta y su corazón está agitado, se toca las mejillas para darse cuenta que no solo en sus sueños estaba llorando.

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