Una vez en la cima respiró mucho más hondo el increíble aliento del poder que emanaba de ese sitio, no era ni maligno y benigno. Simplemente se trataba de un poder enigmático en estado puro.
El viento expandía su larga capa negra junto con su cabellera oscura sedosa y brillosa, seductor y letal. Así se veía él ahora y le gustaba su apariencia siniestra, disfrutaba viendo el terror en los ojos de aquellos que osaban contemplarlo. Nunca antes había experimentado semejantes sensaciones.
Deslizó la mirada hacia el escenario que se expandía a su alrededor. Árboles similares a los del resto del mundo en apariencia únicamente. Ya que estos encerraban criaturas del bosque de luz como de oscuridad en sus interiores.
Podía oír sus murmullos ante su presencia. Nuevamente sentía el olor del miedo de todos ellos. Mejor así. Fue avanzando como un león salvaje que arrinconó a su presa, se deslizaba por el sendero de piedra gris en dirección a la cueva.
Las lianas marrones que emergían del interior de la tierra osaron interponerse en su camino acabaron despedazadas debido a su poder que salía de su cuerpo y lo envolvía al completo.
Esa niebla oscura lo protegía destruyendo todo aquello que tenía la intensión de detenerlo o enfrentarlo. Ahora que pudo deshacerse del único con el poder necesario para arruinar sus planes, era indestructible. Uriel pagaría bien cara su osadía.
El verde del césped se mesclaba con el marrón de la tierra, las flores silvestres no resultaban ser tan agradables como las de colores que él había comenzado a apreciar en ese planeta.
A medida que iba acercándose al lugar las protecciones surgían inesperadamente pero él las eliminaba sin mayores esfuerzos hasta que llegó a la puerta misma de la cueva en cuestión.
Sonrió mientras posaba su mano derecha en los bordes de las rocas que adornaban y formaban la entrada. Cerró sus ojos para sentir mejor el inmenso poder que de ellas emanaba.
A su mente le llegaron múltiples imágenes de inmortales y mortales que intentaron obtener el poder que esa cueva encierra y las dolorosas muertes que padecieron.
Nadie, absolutamente nadie, sobrevivía a las pruebas que la guardiana sometía a quienes llegaban con el propósito de llevarse ese poder que se guardaba en su interior. Pero él sería la excepción, él era el Espíritu del Tiempo nada más y nada menos.
Muy seguro de si mismo traspasó la entrada internándose a la cueva misma dispuesto a enfrentar lo que sea que la guardiana tuviese preparado para él.
El camino era estrecho mientas la luz del exterior se filtraba iluminándolo todo, pero cuando comenzó el descenso y la luz diurna del exterior dejó de filtrarse el camino se hizo más ancho.
Las paredes rústicas estaban impregnadas de piedras especiales que variaban de color según el sitio donde se encontraban. Desde el verde intenso al azul mas brillante en todas sus gamas.
Su andar leonino era sensualmente seductor, estaba hecho para atraer las miradas hacia su persona en especial las femeninas y la guardiana del lugar no fue la expeción.
Apenas se hubo adentrado en la profundidad de la cueva donde la luz del exterior no llegaba ya, la guardiana se le presentó cortandole la ruta. Era pelirroja de intensos y profundos ojos azules tal como él la había visto antes.
Parecía tener su misma edad física exterior, vestía un largo vestido azul oscuro que hacia resaltar su figura. De blanca piel lozana y rojos labios.
Ella clavó su mirada en Ariel recorriendolo al completo cada sector de su masculino cuerpo, en su rostro femenino se dibujo una sonrisa reflejandose el deseo y la aprovación final hecho que no pasó inadvertido en Ariel.
— Entonces — dijo él con voz sensual — ¿pasé la prueba visual? — Ella enrojeció hasta la última raíz de su cabello al oirlo ya que no estaba acostumbrada a ser tan explicita en su escrutinio visual. Y menos aún a ser pillada con las manos en la masa. — ¿Me dejarás seguir o tendré que hacer algo? — él levantó una ceja al notar su nerviosismo — Estoy esperando tu respuesta .
— No es tan simple pasa — dijo ella entrecortandose al hablar — Deberás tener más cuidado — centró su azulina mirada en su rostro ya que el resto de ese hombre le provocaba extrañas emociones muy molestas por cierto — Recuerda que todos los que intentaron hacerlo perecieron patéticamente. Se requiere fuerza y mucha inteligencia ¿estás dispuesto a correr el riesgo?
— Por eso estoy aquí ¿verdad? ¿Qué tengo que hacer?
— Prepararte y prestar atención — diciendo aquello se desvaneció pero su voz retumbó en todo el lugar — Buena suerte extraño.
Sonriendo malignamente Ariel movió la cabeza, parecía ser mucho más fácil de lo que él hubo imaginado. Continuó avanzando sin distraerse ni detenerse. Si bien no movía su cabeza hacia ambos costados lo cierto era que podía ver con detenimiento, mediante el poder de su mente, los muros y el techo que lo rodeaban.
El brillo de esas piedras era opacado por la niebla oscura que continuamente lo envolvía, sus pequeños poderes se neutralizaban a medida que él iba avanzando. Así prosiguió su camino por varias horas, él podía saber el tiempo exacto que transcurría.
Pero llegó un punto en el cual una pared sólida obstruía el camino y todo parecía acabar allí. Ningún poder suyo pudo derribar el muro que tenía enfrente, tampoco pudo atravesarlo.
Observó cada detalle de lo que lo rodeaba buscando algún indicio que le indique la entrada al siguiente sector. Pero no encontró nada por el estilo. Cuando empezaba a desesperarse el suelo se abrió en una inmensa grieta mientras el lugar temblaba como si fuese un terremoto real.
Ariel observó cómo aquella grieta que no solo iba avanzando sino se ensanchaba más y más hasta formar un agujero negro sin fondo aparente de cuyo interior emergió un viento helado que lo envolvió y lo arrastró con violencia al interior de ese inesperado hueco que se cerró no bien Ariel hubo desaparecido en esa oscuridad profunda.
Chocó contra el duro suelo y sus pulmones por unos segundos dejaron de sentir el aire, en esos instantes volvía a sufrir la asficcia desesperante junto al intenso dolor del fuego que le quemaba sus venas.
Cerró sus manos en forma de puño para soportar aquello mientras su luz interior empezaba a brillar un poco más aunque no lo suficiente como para librarse de la oscuridad.
Cuando el aire empezó a entrarle a sus pulmones el dolor desapareció junto con la lava que circulaba por sus venas. Ariel se arrodilló mientras inhalaba bocanadas de aire para llenar sus pulmones.
Aun cuando volvía a respirar con normalidad seguía haciéndolo entrecortadamente, transpirando por cada poro de su piel temblaba como una hoja. No. Definitivamente odiaba sentirse tan vulnerable.
Ensombreciéndole la expresión del rostro se colocó de pie lentamente e intensificó a la niebla oscura que lo envolvía. Recién observó dónde había caído, era un antiguo salón rodeado por columnas y estatuas de diversas personas hechas de piedra azúl algunas y verde otras.
Detrás de cada estatua había una puerta del mismo color de la estatua que tenia enfrente, pero por más que intentó no consiguió ver lo que había detrás de cada puerta. Ese lugar bloqueaba parte de sus poderes y eso lo enardecía. La voz de la guardiana retumbó en el lugar.
— Si quieres salir de allí o completar tu búsqueda deberás emplear las puertas que te rodean, detrás de una de ellas está la sala que contiene el poder que viniste a buscar y detrás de otra se encuentra la salida de este sitio. Pero ¿cuál es cual? Ese es el secreto de todo esto ¿tienes el valor de buscar lo que deseas?
— ¿Qué si tengo el valor? — repitió osco Ariel — ¡Por supuesto que lo tengo!
— No te será tan sencillo encontrar las que deseas — su risita solo sirvió para hacerle hervir la sangre de la furia que sentía — Además deberás enfrentar a sus respectivos guardianes.
La voz de ella desapareció como así también su presencia, suspirando aliviado Ariel contempló cada puerta y estatua que lo rodeaba. Esa guardiana pelirroja lo enfurecía pero ya se las vería con ella en su momento.
Por lo pronto debía concentrarse en su verdadero objetivo. El poder que vino a buscar estaba casi al alcance de su mano, solo tenía que hacer su jugada. Centró la mirada en la puerta que tenía justo en frente suyo cuyo guardián era un muchacho hecho de piedra azul.
Dio tres pasos hacia él y fue testigo del cambio que sufría la escultura al volverse una persona de carne y huesos pero con la misma apariencia que poseía siendo escultura.
El guardián sonrió divertido al mirarlo, luego respiró hondo y se hizo sonar los huesos de sus dedos. Hacia movimientos como si fuese un joven que acabara de despertarse de dormir durante largas horas.
— Con que tu serás mi nuevo oponente — dijo con voz juvenil y divertida — Bien — luego le clavó la mirada a los ojos durante unos instantes — En ese caso no utilizaré mi arma ya que tú no acostumbras a usar ninguna…espíritu del tiempo — ante esto Ariel levantó una de sus oscuras cejas en señal de asombro — Cuando estés listo entonces Ariel.
— ¿Cómo sabes quién soy?
—Basta ya de charlas, si no deseas empezar tú lo haré yo — diciendo esto le lanzó un sorpresivo y poderoso ataque que lo volteó varios metros atrás boca abajo $ ¿Ahora me tomarás en serio Ariel?
Sin responderle Ariel se incorporó y contraatacó empleando su cuerpo como arma de ataque pero el otro lo bloqueó sin esfuerzo alguno.
Luego emplearon unas técnicas de combate similares a las que él utilizó contra Uriel pero a diferencia de su hermano, este muchachito parecía saberlo todo ya que se anticipaba y conseguía bloquearlo.
Esto no podía estar sucediéndole a él, concentró toda su fuerza y poder en su rival. Así ambos comenzaron a chocar sus poderes como si fuesen meteoritos estrellándose en la tierra solo que esa habitación no sufría ningún daño físico.
El jóven lo sujetó de su capa y lo arrojó al suelo duro y frío. Inmediatamente clavó su codo en las costillas de Ariel para alejarse al segundo siguiente.
—¿Te rindes? — preguntó con voz entrecortada debido a la agitación del momento — ¿O eres demasiado estúpido como para seguir? — Ariel se incorporó y con su mirada le indicó que rendirse no formaba parte de sus planes — Por lo visto eres un estúpido.
Ariel volvió al ataque pero en ésta ocasión fue él quien esquivó cada uno de los golpes de su contrincante y contraatacar dando en el blanco.
Cuando el muchacho estuvo en el suelo ensangrentado y sin aliento recién dijo:
—¿Eres lo suficientemente inteligente para reconocer tu derrota muchacho?
— Si — haciendo increíbles esfuerzos se colocó de pie — puedes pasar nomás Ariel — el aludido achicó los ojos dudando
—En serio, demostraste ser más fuerte que yo y a diferencia de ti yo si se cuándo retirarme.
Luego regresó al sitio donde estuvo antes de enfrentarse a Ariel y en la misma postura para volver a ser una estatua de piedra azul.
Sin decir nada Ariel avanzó hacia la puerta en cuestión, observó que estaba enmarcada con imágenes de dragones, inclusive el picaporte estaba hecho con la forma de un dragón.
Lo sujetó y al moverlo la puerta se abrió, una luz azulina oscura emergió del otro lado y tras envolverlo lo arrastró cerrándose de un golpe la puerta detrás suyo.
Había llegado a un extraño bosque donde el firmamento oscuro brillaba con lejanas estrellas, los árboles tenían extraños colores de los más diversos, mariposas multicolor se posaban en sus ramas e inmediatamente se transformaban en flores.
El cesped tenía diversas tonalidades del azul y se movía al compás de viento como si fuese un mar en calma. Ruidos de animales e insectos tipicos de los bosques lo rodeaban pero ninguno huía ni le temían como ocurría con los de la tierra.
Sin embargo en éste sitio podía sentir la oscuridad pero no tan intensa como en la tierra, era algo extraño. Ariel empleó el poder de su mente para buscar el poder que lo trajo allí pero lo desconcertó detectar dos fuentes de poder en lugares opuestos y alejados del sitio donde él habia aparecido.
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