Capítulo X

Armando

Estaba entretenido enviando mensajes a mi osita, cuando mi hermano entró en mi apartamento como Pedro por su casa. Solo puse los ojos en blanco y lo dejé ser.

—Mandy nos vamos.

—¿A dónde?

—¡Al club Fundache!

—¡Sal de mi refrigerador! ¿Qué diablos buscas?

—¡Seh! Tú sabes que adoro los dulces que te hace Juanita.

—Pues búscate una cocinera.

Venía caminando con la boca llena, nunca iba a cambiar. Al llegar a mi lado se lanzó haciéndome rebotar y acto seguido gruñir mientras ponía los ojos en blanco, sabe que odio que me hagan eso. Lo miré por el rabillo del ojo y pude ver como aguantaba la risa hasta que hablo.

—Anda vístete pesado, vámonos.

—No quiero ir.

—Vamos mi herma, sé bueno, hazle compañía a tu hermanito preferido.

—Solo te tengo a ti por desgracia.

Su boca se abrió de par en par y tuve que aguantar para no reírme. Yo adoro a mis hermanos, ambos fueron un regalo en mi vida. Pues al perder a mi mejor amigo, un hueco se abrió en mi corazón con solo cinco años. Y aunque nunca lo olvidaré, agradezco que llegarán mis hermanos, así como Amel a mi vida.

Dejando ese pensamiento atrás, golpee su muslo y me levante para vestirme, es muy raro que no lo complazca. En nada estoy listo y tomamos rumbo a nuestro destino. Caminamos al interior del lugar, la música es elevada como siempre y tratando de visualizar el entorno, nos encontramos con Leila. Casi vino corriendo hasta nosotros y mi hermano, como siempre babeando por ella, no entendía por qué no le decía y ya.

—Hola, Lei, ¿no sabía que estarías aquí?

—Hola, Alex, ¿qué tal Mandy? —Solo me llamaban así los más cercanos a mí—. ¿Qué bueno ver que están aquí?

—¿Qué pasa? ¿Por qué estás tan sudada y nerviosa?

Puse los ojos en blanco, al ver cómo casi se volvía azúcar frente a ella, lo tenía por las bolas, eso era seguro.

—Por favor ayúdenme, mi hermana… —Solo dijo hermana y me ericé, por favor dime que Aylin medusa no está aquí—. No pensé que cuando bebía podía ponerse así y ahora trato de llevármela a casa, pero no puedo.

—Aylin en un club y borracha, Mandy eso tenemos que verlo.

—¡No! No es Aylin, Dios. ¡¿Por qué vendría con esa aquí?! —No sé por qué eso me gusto menos, tenía un mal presentimiento—. Es mi hermana mayor, Samay.

—¡¿Samay?! ¡¿Es tu hermana?!

—Sí. Ah, es cierto, ella trabaja para ustedes, es tu asistente, ¿no es así Mandy?

—¿Dónde está?

Aunque no quise decirlo de forma brusca, no pude evitarlo, estaba nervioso al saber que mi osita estaba tomada.

—Muy bien… —me miro alzando una ceja—, ella está allí en la pista. —Me señaló con el dedo—. ¿La puedes ver?

La vista hizo a mi sangre hervir, en serio. Ahí, en un vestido que se le subía por los muslos y restregándose entre dos tipos, estaba bailando lo que me pertenecía .

—¡¿Qué mierda creen que están haciendo?! ¡¿Cómo se atreven a tocar a mi mujer?!

No supe más nada, solo sé que mis pies me llevaron hasta allí sin demora.

Alexis

—¡Um! ¿Yo lo oí bien? ¿Él dijo lo que yo creo que escuche?

—Puede que sea la palabra mujer, ¿no? Si es esa, pues sí.

—¿Desde cuándo tu hermana y el mío están?

—Estoy como tú, pérdida, Samay no me ha dicho nada.

Mi hermano jamás ha llamado a alguien de su mujer, a pesar de haber tenido unas cuantas. Nunca le ha ido bien en el terreno del amor, la verdad. Sé que no es un mujeriego, porque reconozco que está obsesionado con tener lo que existe entre mis padres. Pero no ha tenido suerte, es como si todas las mujeres que conoce al final son unas trepadoras que tan solo se acercan por nombre y fortuna. Al menos ha sido lo suficientemente inteligente como para esperar meses de noviazgo, antes de sacarlas a la luz.

Mis padres aún no conocen a ninguna y a veces se lo han exigido, pero al final lo han dejado vivir. Saben que cuando sea el momento él la llevará a casa.

Bueno, parece que ese momento está llegando y digo que me gusta la candidata. Desde que la conocí algo me atrajo de ella, no como mujer sino como amiga. Resulta que es mi cuñada doble, je, je y mi hermano al parecer está bien atrapado. Jamás lo había visto tan molesto, al punto de discutir con otros hombres por una mujer.

—¡Um! ¿Alex?

—¿Sí?

—Crees que Mandy va a atacarlos, no deberíamos ir a ayudarlo.

—Na, mi hermano jamás pierde su compostura.

De repente lo veo dar un empujón a uno de los tipos y poner a Samay detrás de él.

—¿Decías?

—Seguro fue algo del momento… —Y de nuevo me hizo callar la boca al ver otro empujón—. Creo que la bola está a punto de irse del parque… se va, se va… y… yeap. Señores, se ha ido del parque, mi hermano acaba de perder la cabeza.

—¡Pffft! ¡¿Alexis no deberías ayudarlo?!

Me crucé de brazos.

—Porque diablos voy a ayudar a un tipo que es cinturón café en jiu-jitsu y con guardaespaldas.

En nada la pelea acabó con los tipos restregados en el piso, los guardaespaldas recogiéndolos y un iracundo Armando caminando con una borracha tambaleándose detrás.

—Me voy a casa, ¿los llevo?

—No gracias, Armando, yo traje mi coche así que llevaré a Sam a casa.

Creo que eso no será posible, la mirada de mi hermano lo dijo todo. Su ceja levantada dejó claro que Samay no iba a ningún otro lado que a su casa.

—Oh no Leila, creo que te equivocas, mi mujer va conmigo a casa. Te pido de favor que lleves a mi hermano, quizás al fin le crezca un par para darle valor y acabe por declararse ante ti.

Mi boca casi golpea el piso y él simplemente siguió su camino como si nada. Trague saliva y mire a Leila, sintiendo como la sangre me coloreaba el rostro, pero la imagen hizo que ambos termináramos carcajeándonos. Es que teníamos nuestras bocas abiertas de par en par. Debo decir que al final tendría que agradecerle al imbécil de mi hermano, porque la declaración fue hecha al fin, pero no por mí, no me crecieron.

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