Capítulo XIV

—Podemos empezar despacio, sin que los demás lo sepan en el trabajo.

—¡Podemos! —Tosí, pues respondí demasiado emocionado, ella se rio y provocó lo mismo en mí—. Quizás ya dos personas sepan algo.

—¡¿Qué?! ¿Quiénes?

—Mi hermano Alexis y tu hermana Leila, me oyeron llamarte mi mujer. —Su boca se abrió de par en par—. Aunque ahora que lo pienso, algo debe haber pasado para que tu teléfono no haya sonado y mi hermano no esté aquí ya. Será que esos dos al fin se han decidido a empezar.

—Espera, el Alex del que mi hermana no deja de hablar desde la adolescencia es Alexis, tu hermano.

—Anja, han estado enamorados desde el colegio, pero jamás se han dicho nada. ¿Por qué? Ni idea. Ah, por cierto, Sam, hay alguien que quiero que conozcas ahora, no dirá nada sobre nosotros. Y me gustaría que se conocieran, porque es alguien importante para mí, es como mi segunda madre.

—Okey, sí que es importante si tiene ese puesto.

Me sonríe con timidez.

—Bien, salgamos para que comas algo y así la conoces. —La llevé tomada de la mano hasta la cocina—. Juana, esta es Samay, mi relación.

Juana la miró de arriba abajo y una sonrisa se mostró en su rostro.

—Es un placer conocerla, espero que nos llevemos bien.

—Ah, no, el placer es todo mío y claro que nos llevaremos bien porque nos preocupamos por la misma persona.

Sus cachetes se colorearon de rojo y me sentí henchido de orgullo, ella se preocupa por mí.

—Me gusta mucho esta chica Armando, cuídala bien.

—¡Oh no! Creo que si tan bien se cayeron tendré problemas en un futuro. Ya lo veo venir, me agarrara de una oreja si tan solo te hago enojar Sam. —Todos reímos, en lo que ambos tomábamos asiento para desayunar como Dios manda. Juanita era oro puro en la cocina sin duda alguna. Aun así, a puro trabajo hice tomar sopa a la osita. Cuando término de comer, que empezó a beber agua, comenzó a atragantarse, tuve que correr a palmear su espalda. Juana me gritaba que le levantará los brazos, todo un show, al final se recuperó y la llevé a la terraza a que respirara. Se dejó caer de repente en el sofá columpio y hundió su cabeza entre sus manos. Ja, de seguro, recordó—. Sam no estuvo tan mal la noche, no te preocupes tanto.

Su cabeza rápidamente giró hacia mí, estaba colorada.

—Como puedes decir eso, fue horrible, Dios que vergüenza.

Me senté a su lado y la tomé por los hombros, poniendo mi brazo alrededor de estos.

—Sami mírame.

Me miró levantando una ceja.

—¿Cuántos me vas a poner?

—¿Cuántos qué?

—¿Cuántos sobrenombres?

—Todos los que se me ocurran, pero eso no es lo importante ahora, lo que sí necesito que sepas es que somos una pareja. Si no puedes apoyarme o yo apoyarte en los momentos negros, entonces para que estemos. Porque puedo asegurarte de que veremos momentos más vergonzosos que estos entre nosotros. Pero para ese entonces lo aceptaremos como si nada, porque nuestra meta es ser uno a pesar de que somos dos, ¿no es así?

—Como haces para hablar tan bonito y endulzar mi oído, eres un peligro para las mujeres.

—No, soy un riesgo para ti porque solo te digo estas cosas mi osita.

Me besó de repente y me sentí en paz, sus besos me relajaban, me podían derretir. Siento que 24 horas no serán suficientes para compartir todo lo que siento por ella en estos momentos. Pero debo sacar la duda que me carcome desde anoche.

—Dilo, ¿qué es? No te conozco hace mucho, pero sé que cuando tus ojos miran a lo lejos es porque estás pensando.

—Anoche dijiste algo que quiero saber.

—¿Qué?

—Me pediste tener sexo sin que fuera una apuesta, que significa eso.

—¡Ah! —Se acomodó, pero su postura claramente era de incomodidad—: Solo tuve un novio en la universidad, pero en realidad todo era para aprovecharse de mí y usarme, lo que descubrí tarde y por accidente. Por una apuesta con sus amigos durmió conmigo, puedo decir que no fue un momento agradable.

>> De hecho, él se emborrachó, al principio pensé que era porque había estado en una fiesta, pero luego entendí que fue para tener el valor de dormir conmigo. Dolió mucho y terminé atendiendome en el ginecólogo por desgarro vaginal. Eso fue hace años así que puedo decir que soy virgen porque no he dormido con nadie más.

Mi niña, cuantas cosas malas has pasado por personas ignorantes y estúpidas, la limité en mis brazos y besé una y otra vez sus mejillas provocando su linda risita.

—Ese no era nada más que un inútil que jamás supo la joya que había en sus manos, pero yo no pienso hacer lo mismo. Yo voy a pulir esta gema hasta que brille y ciegue a todos con su luz y habilidad. Y todos se morirán de envidia porque solo yo seré su dueño.

—¡Ay, Dios! Que voy a hacer contigo Mandy.

—Quererme y estar a mi lado.

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