Capítulo VIII

Armando

Como casi siempre me despierto temprano y ejercito mi cuerpo, para luego tomar un baño. El olor del jabón me recuerda a mi chica, poco a poco está entrando en mi piel, tanto ella como el aroma a albaricoque. Siento que quizás me estoy obsesionando y solo la conozco de hace dos días. Vamos Armando De la Forte, bájale a tu intensidad, cuál es el apuro hombre. Conócela primero para saber si es la adecuada y luego veremos. Mi padre siempre dice que lo que fácil viene, fácil se va y no quieres eso. Término para ir a tomar mi desayuno, al terminar me pongo el saco y tomo camino hacia mi trabajo, quiero verla.

Llegó a la oficina y la noto sentada en su puesto cabizbaja, que sucedió. Miro hacia las otras oficinas, veo a la secretaria de despacho y a otra trabajadora mirándola con burla. La sangre me hirvió, por alguna casualidad es lo que creo que es. Me dirijo hacia ella y doy un toque en la mesa. Su sobresalto fue tal que casi se cae de la silla, me asombró, cuan asustadiza podía ser. Qué diablos ha pasado mi osita en su vida para ser así, siempre a la defensiva.

—¡Buenos días, señor Armando!

—Buenos días, tráigame un café, por favor.

—¡Enseguida!

La veo dirigirse al pantry, aprovecho para asomarme en la oficina donde están las mujeres.

—¡Buenos días, señor!

—Buenos días, espero que haya sido cuál haya sido la situación, no se repita. Si me entero de que alguien cruza el camino con mi asistente, para ofenderla, no va a terminar bien.

Con eso me retiro, como jefe no debería de inmiscuir en esto, pero esa es mi mujer y nada ni nadie va a hacerle daño. Ya sé, es solo de un lado, pero voy a luchar para que sea de ambos sin duda. Porque saben que, ya lo decidí, es la que quiero a mi lado. A los minutos de estar en mi oficina observando por mi gran ventanal, entra Samay y me entrega el café. Está hermosa hoy, con esa blusa del mismo color que su pantalón, negro y su blazer blanco.

—Se… perdón, Armando, necesita que le lea nuevamente sus compromisos de hoy.

—No estoy bien, lo que realmente me gustaría es que no deje que nadie le falte el respeto. Usted es mi asistente y como tal debe darse su lugar, sin violencia aprenda a ponerlos donde van.

—¡¿Ah?!… ¡¿Cómo?!

—Eso no importa, no la quiero ver con la cabeza agachada de nuevo, usted es una persona muy valiosa.

—¡¿Valiosa?!

Carraspeo.

—Por favor vaya y busque estos documentos en el archivo, los necesito.

Le entregó un papel con la información.

—Sí claro, ahora mismo.

La veo irse y cuando cierra la puerta me derrumbo en la silla, jalo mi corbata siento que me ahogo. Hombre, esto es amor a primera vista, no puede ser que me afecte tanto. Luego de tomarme el café me pongo a trabajar y consigo adelantar bastante, pero me estanco pues necesito la información que envié a buscar. Pero Samay lleva más de quince minutos sin aparecer, marque su extensión, pero no responde.

Me asomo y su escritorio está vacío, esto me preocupa, ¿qué sucedió? Llame a su teléfono de la empresa y no responde. Cuando estoy a punto de ir Bersek y gritar que busquen a mi secretaria se me ocurre escribirle por mi teléfono personal.

MLF_23:03

Mi osita, ¿cómo va el día? ¿Dónde estás?

Mi osita_ 23:05

El día empezó con problemas y ahora está peor \=` (

MLF_23:03

¿Qué sucede? Sabes que puedes contar conmigo.

Mi osita_ 23:05

No sé ni cómo decirlo, estoy (>_<)>. Mi jefe está molesto con razón y para colmo lo va a estar más porque no le he llevado el trabajo. Pero… (; _;)…

Qué diablos está pasando porque no termina de escribir, ya estoy preocupado.

MLF_23:03

Dime por favor, me estás preocupando.

Mi osita_ 23:05

(#^. ^#) Esto… No puedo salir porque afuera están 👉👌, (; o ;)’.

¡¿Qué?! No me lo puedo creer, sin poder detenerme casi corro hasta el ascensor. “¿Cómo se les ocurre hacer eso en un centro de trabajo? ¿Están locos?” Cuando llegó entró sin detenerme al archivo y efectivamente hay pruebas de juego en la habitación, ni siquiera pueden recoger estos calentones.

—¡Samay!

Veo que se abre la puerta del gabinete de documentos confidenciales y una colorada y sudada mujer se asoma. Cuando ve quien es el que la llama, sus ojos casi se le salen.

—¡Señor, yo lo siento!

Okey, este no es momento de burlarme, pero su cara… es demasiado, cuánto tuvo que soportar la pobre. Explotó en risa y ella se quedó perdida, claro no sabe que yo sé lo que ha pasado aquí. Cuando logró controlar el ataque que me dio, tomó su mano y la sacó de allí.

—Deberías lavarte el rostro, estás sudada, anda ve. Dame esos documentos y cuando termines te veo en la oficina.

—Ah okey, gracias.

La dejé que fuera a refrescarse, cada vez que recuerdo la escena solo puedo reírme. Que tan lejos Samay ha ido en el sexo, Será que es señorita. ¿Con esa edad es eso posible?

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Comments

Rosalinda Quintanilla

Rosalinda Quintanilla

jajajaja que bárbara mujer

2023-11-22

2

Choa

Choa

Pobre, escuchando quejidos

2022-11-15

1

Sol patiño

Sol patiño

ese armando es un lindo ojalá no cambie

2022-09-12

1

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