NovelToon NovelToon
Debajo del Piso 32 – Un Romance Prohibido

Debajo del Piso 32 – Un Romance Prohibido

Status: Terminada
Genre:CEO / Romance / Yaoi / Secretario/a / Reencuentro / Romance de oficina / Grumpyxsunshine / Completas
Popularitas:34.8k
Nilai: 4.8
nombre de autor: jooaojoga

Thiago Andrade luchó con uñas y dientes por un lugar en el mundo. A los 25 años, con las cicatrices del rechazo familiar y del prejuicio, finalmente consigue un puesto como asistente personal del CEO más temido de São Paulo: Gael Ferraz.
Gael, de 35 años, es frío, perfeccionista y lleva una vida que parece perfecta al lado de su novia y de una reputación intachable. Pero cuando Thiago entra en su rutina, su orden comienza a desmoronarse.
Entre miradas que arden, silencios que dicen más que las palabras y un deseo que ninguno de los dos se atreve a nombrar, nace una tensión peligrosa y arrebatadora.
Porque el amor —o lo que sea esto— no debería suceder. No allí. No debajo del piso 32.

NovelToon tiene autorización de jooaojoga para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 10

Gael aún sostenía la carpeta como si eso pudiera protegerlo de lo que sentía. Pero sus ojos no mentían.

Había algo ardiendo allí. Entre los dos. Denso. Vivo.

Thiago dio un paso adelante. Solo uno.

—Si tienes algo que quieres decir, dilo ya. Lo soporto. Solo que no me gusta que me traten como un problema que quieres esconder.

Gael levantó los ojos, despacio.

—No eres un problema, Thiago.

—¿Entonces qué soy?

El silencio que vino después no era vacío. Era demasiado lleno.

Gael dejó la carpeta sobre la mesa, caminó lentamente hasta el frente de ella y se apoyó levemente, brazos cruzados, postura imponente.

Pero había una falla en la armadura.

—¿Tienes idea de lo que estás haciendo conmigo?

Thiago sonrió de lado.

—No soy yo quien anda tropezando con las palabras y desviando la mirada.

Gael lo encaró. Firme. Pero algo en sus ojos… se quebró.

—Estás jugando con fuego —dijo, voz ronca, baja—. No soy gentil. No soy bueno para ceder.

Thiago se acercó un paso más. Ahora la respiración de ambos era compartida en el mismo aire.

—¿Y si eres tú quien está empezando a quemarse?

Gael lo agarró por la muñeca.

Fuerte. Pero sin lastimar.

—Todavía soy tu jefe.

—Pero ahora me estás mirando como si quisieras morderme.

El silencio explotó.

Y entonces, Gael tiró.

Rápido. Feroz. Como quien perdió la guerra interna. La mano fue a la nuca de Thiago, tirándolo con fuerza. Los labios se encontraron con choque, rabia y sed reprimida.

El beso fue todo menos suave.

Fue bruto, caliente, urgente. Lenguas se encontraron como si ya se conocieran de otra vida. Gael presionó a Thiago contra la mesa, los cuerpos pegados, las manos firmes en las caderas.

Thiago gimió bajo, sorprendido y entregado, pero no sumiso. Respondió con intensidad, mordió levemente el labio inferior de Gael, tirando con provocación.

Gael apartó el rostro por un segundo, jadeante.

—Me estás volviendo loco.

—Entonces enloquece de una vez —susurró Thiago, tirándolo de vuelta.

El segundo beso fue más lento. Más profundo. Con sabor a prohibición, a excitación y a algo que ninguno de los dos osaba nombrar.

Cuando se separaron, las frentes apoyadas, la respiración irregular, ninguno de los dos dijo nada por algunos segundos.

Hasta que Gael dijo:

—Esto cambia todo.

Y Thiago respondió, bajo, como un desafío:

—Entonces cambia.

La sala estaba en silencio, pero el aire parecía vibrar.

Los cuerpos aún próximos. Las bocas húmedas, entreabiertas. Los ojos tratando de entenderse sin palabras.

Gael fue el primero en retroceder.

Pasó la mano por los cabellos, dio dos pasos para lejos como si huyera de su propio instinto.

—Esto no debió haber sucedido.

Thiago aún estaba apoyado en la mesa. Respirando hondo. Tenso. Activo.

—Pero sucedió.

—Esto no significa nada. —Gael habló demasiado rápido—. Fue impulso. Confusión.

—Me besaste dos veces, Gael.

El uso del nombre, por primera vez así, directo, sin título, fue un tiro en el pecho.

Gael cerró los ojos, irritado. Con rabia de él. Y más aún de sí mismo.

—No podemos… —murmuró.

—¿O no quieres?

Gael se giró, exasperado.

—¡Tengo una reputación! ¡Socios! ¡Una novia! ¡Una vida entera construida para ser impecable!

Thiago tragó seco.

—Y aún así, me besaste como si yo fuera todo lo que querías.

Gael se quedó mudo.

El silencio era respuesta de más.

Se miraron por algunos segundos más. El deseo aún estaba allí. Vivo. Crudo.

Pero ahora venía acompañado de algo más peligroso: miedo.

Y entonces, un sonido los cortó.

Dos toques en la puerta.

La voz de Clarissa, del otro lado:

—¿Doctor Ferraz? Necesito hablar con usted sobre la reunión del comité de ética. Es urgente.

Thiago se congeló.

Gael se recompuso en un segundo. La máscara volvió al rostro. Fría. Seria. Controlada.

—Un minuto —dijo, voz firme.

Miró a Thiago.

—Ve por la puerta lateral. Nadie puede verte saliendo ahora.

Thiago vaciló. Pero obedeció.

Antes de abrir la puerta escondida, miró una última vez por encima del hombro.

—Esto no ha terminado.

Gael contuvo la respiración.

—Lo sé.

La puerta se cerró.

Clarissa entró por la principal, con papeles en las manos, ajena a lo que acababa de suceder allí.

Pero el olor a tensión aún estaba en el aire.

Y el incendio ya había comenzado.

1
Susana
Thiago es muy valiente. Me gusta que no echa a morir
Marcela Sanchez
otra chanda que hay que soportar
Marcela Sanchez
que Thiago contraté sicarios y la mandé a matar
Marcela Sanchez
Thiago debería de buscar trabajo y ayudarle
darle animos pero ajá no podemos culparlo yo también estuviera así en esa situación
Marcela Sanchez
esa vieja debería de estar en un ancianito o mejor dicho en un loquero
Marcela Sanchez
la verdad la historia está acabando conmigo
cómo pueden estás dos madres tratar así a sus hijos esas basuras merecen morir
Marcela Sanchez
que viejas tan cansonas que vivan y dejen vivir ome eeee culo de rabia que me dan
Marcela Sanchez
por qué las personas con dinero siempre quieren controlar todo
esa mamá es vez de apoyar a su hijo lo único que hace y quiere es tenerlo controlado
Marcela Sanchez
y la esposa de gael ni siquiera lo conoce y habla pura basura mejor que se calle la pendeja esa
Abuelita Pateyro
así es todo esfuerzo merece recompensa. y ellos lucharon y vencieron.
Abuelita Pateyro
si pobres tienen mucho porque luchar, por ser mal vistos por personas de mente estrecha y machistas, pero lo peor es tu familia que deberia apoyarte y te da la espalda apuñalado sin piedad.lastima sufren mucho.
Marcela Sanchez: una persona al momento de declara ya sea que vaya a decir que es gay o lesbiana o que quiera ser trans espera que su familia lo entienda y lo apoye
y también que la sociedad los acepte
pero ser rechazo por las personas que le dieron la vida debe de doler y feo
total 1 replies
Nidia Mojica
Que horrible que tu propia familia sea quién te de la espalda y recurras a extraños a pedir ayuda.
Nidia Mojica
Ya le movio el piso Thiago a Gael.
Nidia Mojica
Me gusta el inicio.
Maria Rosa Ascani
maravillosa, ese amor tan profundo, felicitaciones autora 👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻❤️❤️❤️❤️
Maria Rosa Ascani
tienes razón Sailur, Thiago debe acompañar a Gael, dejar de hacerse la nena, tiene que acompañar a su hombre 😠😠
Maria emilia Aparicio villamar
Hola autora, muy linda historia felicidades, gracias por compartir tu talento
Em Bassante
Realmente es una obra maestra. Sincera. Real. Un hogar para aquellos que no nos sentimos en casa. Palabras que llenan sentimientos que no fluyen. Solo puedo decir gracias por semejante idilio lírico.
Gladys Bianculli
linda reflexión ,
Gladys Bianculli
que emoción 💖 van a volver pero van a dar la pelea del siglo , que viva el amor
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play